lunes, 6 de mayo de 2019

DE RETORNO


Cuando vuelvas al hogar, deja a la distancia los residuos de las dificultades y problemas enfrentados durante el día.

La familia no puede asumir con la carga de tu cansancio, de los resentimientos, de las frustraciones y del mal humor que reuniste, posiblemente, a veces inevitables en tu trabajo.
El nido domestico debe ser preservado de las tempestades exteriores, a fin de que encuentres en él fuerzas y estímulos para los deberes a desempeñar en el día inmediato.
Incluso que te sientas deprimido o fatigado, busca renovarte con una disposición optimista, mediante el cual tornarás allí tu presencia siempre deseada y querida.
Convierte tu hogar en una permanente fuente de inspiración, de manera que, al acordarte de él, en cualquier lugar, experimentes una motivación para un feliz desempeño de los compromisos abrazados.
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Son muchos los desafíos que el hombre digno experimenta durante un día. No siempre triunfará en todos ellos. No obstante, cada vez que se sienta defraudado por sí mismo, en la lucha, le cabe el deber de preservar la confianza y programar la recuperación.
Quien no tropieza, no cae, ciertamente no sale del lugar donde se encuentra inmovilizado.
Acción, es también sinónimo de movimiento y de experiencias con errores y aciertos. De ese modo, no lleves contigo la amargura de los fracasos ni el desagrado de la insatisfacción.
Terminado tu compromiso fuera de la familia, vuelve al hogar con una positiva disposición, entusiasmado con los valores alcanzados y confiando en los futuros resultados de los esfuerzos liberados más tarde.
Tu hogar debe ser el santuario-escuela, el taller-recreo donde el amor predomine y la felicidad en cualquier situación o circunstancia, siempre se haga presente.

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