domingo, 23 de febrero de 2014

ME LIBERO, ME PERDONO


No pongáis la luz debajo del celemín. Mateo 5 13-16. Cap XXIV E.S.E.

 

ME LIBERO, ME PERDONO

Consideremos nuevamente - desde el enfoque profundo de la psicología espiritual-  que la realidad es una ilusión,  y que a cada vida, venimos a efectuar una tarea específica.

Eso incluye especialmente, el saldar cuentas pendientes, corregir errores, modificar actitudes, pacificar relaciones.

Y para ello necesito perdonar. Muchas cosas, personas, situaciones y a nosotros mismos.

                    

En cada encarnación, vengo a corregir errores pasados, y aprender que cada persona que se cruza en mi camino es un espejo que me muestra lo que profundamente se encuentra escondido en mí y necesito corregir; cada persona que se cruza en mi vida, es porque hay una deuda pendiente, y entonces la Justicia Divina la pone frente a mí, como una preciosa oportunidad de compensar y solucionar lo que tenía como deuda.

Cuando lo logro, quedo más limpio y liviano para seguir por mi sendero de evolución.

 

Por eso, necesito intensamente realizar el trabajo de perdonar muchas situaciones, personas y también a mí mismo.

 

Es muy importante saber que nuestra alma elije los padres, pareja/s hijos, etc. que necesitamos desde la energía para hacer ese trabajo de compensación, corrección, liberación y evolución. 

Solo que como es un proceso del que no tenemos noticias en la conciencia, luego vivimos quejándonos de los padres que nos tocaron, las parejas, el país, los hijos etc. sin advertir el proceso anterior. En definitiva fue mi propio espíritu quien eligió las personas y experiencias por las que pasé o tengo que pasar, justamente para aprender, transmutar y elevarme. Compenso la deuda y avanzo.

Si me quejo, me  lamento, me victimizo, es que aún no capté ese mecanismo. Y aún estoy en un nivel de conciencia en el que no puedo entender profundamente ese mecanismo y hacerme cargo, hacerme responsable.

Cuando me hago responsable, es más fácil y rápido perdonar. 

 

 

  Es posible perdonar verdaderamente?  

 

 

Es posible en la medida que encaremos un trabajo que no solo contemple la mente, sino el estrato más profundo, el espíritu, que es el que verdaderamente comanda toda nuestra vida.

Si solo trabajo en el estrato mental y emocional, el trabajo de perdonar se hace lento, tortuoso y la mayoría de las veces fracasa, porque solo estamos viendo la punta del iceberg.

No captamos nuestra responsabilidad en el proceso, y lo más probable es que desde el lugar del perjudicado, de víctima, pase mucho tiempo justificándome, y argumentando (desde la mente) las razones por las cuales el otro es un verdadero malvado y yo una pobre víctima de los sucesos. Pierdo tiempo, dinero, años en tratamientos y especialmente desperdicio mi preciosa vida.

De lo contrario, si me abro para aprehender mi experiencia como ser espiritual, lograré perdonar, perdonarme y reconocerme en la experiencia de espíritu encarnado en este cuerpo físico, viviendo, aprendiendo, corrigiéndome y aceptando que el otro que me rodea también está en el mismo proceso. Somos parte de un Todo.

 

Cada uno se encuentra viviendo el mismo proceso en su nivel espiritual. Finalmente todos tendremos que despertar algún día. Cuanto antes lo hagamos, mayores los beneficios.

El tiempo es hoy, ahora.
Ya no hay tanto tiempo. Tenemos que enfocarnos en lo esencial y sumarnos a la tarea.

Vivimos una etapa de emergencias. Necesitamos tomar con seriedad la preparación de nuestro espíritu. Educándonos, venciéndonos a nosotros mismos, esto es la Reforma intima.
Cuanto más liviano y en Luz me encuentre, será más fácil pasar a la siguiente etapa de evolución y ayudar a otros a hacer lo propio.

No nos demoremos, lo importante no espera.

¡Muchas gracias! Sigamos expandiendo cada vez más la luz, no la escondamos mas! 

L.P.E

 

lunes, 17 de febrero de 2014

LA VIDA MORAL


 
Todo ser humano lleva grabados en sí, en su conciencia, en su razón, los rudimentos de la ley moral. Esta ley recibe en este mismo mundo un comienzo de sanción. Una buena acción proporciona a su autor una satisfacción íntima, una especie de dilatación, de esparcimiento del alma. Nuestras faltas, por el contrario, producen con frecuencia amargura y pesares. Sin embargo, esta sanción, tan variable según los individuos, es demasiada vaga, demasiado insuficiente, desde el punto de vista de la justicia absoluta. Por eso es por lo que las religiones han colocado en la vida futura, en las penas y en las recompensas que nos reserva, la sanción capital de nuestros actos. Ahora bien, como quiera que a sus informaciones les falta base positiva, son puestas en duda por la mayoría.

Después de haber ejercido una influencia importante en las sociedades de la Edad Media, no bastan ya para apartar al hombre del camino de la sensualidad.

Antes del drama del Gólgota, Jesús había anunciado a los hombres a otro consolador el -Espíritu de Verdad- que debía restablecer y completar su enseñanza. Este Espíritu de Verdad ha llegado y ha hablado a la Tierra; por todas partes hace oír su voz. Dieciocho siglos después de la muerte de Cristo, habiéndose esparcido por el mundo la libertad de palabra y de pensamiento, habiendo sondado los cielos la ciencia, habiéndose desarrollado la inteligencia humana, la hora ha sido considerada como favorable. Los Espíritus han acudido en multitud para enseñar a, sus hermanos de la Tierra la ley del progreso infinito y realizar la promesa de Jesús restableciendo su doctrina y comentando sus palabras.

El Espiritismo nos da la clave del Evangelio. Explica su sentido oscuro u oculto; nos proporciona la moral superior, la moral definitiva, cuya grandeza y hermosura revelan su origen sobrehumano.

Con el fin de que la verdad se extienda a la vez por todos los pueblos, con el fin de que nadie pueda desnaturalizaría o destruirla, ya no es un hombre, ya no es un grupo de apóstoles el que está encargado de darla a conocer a la humanidad. Las voces de los Espíritus la proclaman en los diversos puntos del mundo civilizado, y gracias a este carácter universal y permanente, esta revelación desafía a todas las hostilidades y a todas las inquisiciones. Se puede suprimir la enseñanza de un hombre, falsificar y aniquilar sus obras; pero ¿quién puede atacar y rebatir a los habitantes del Espacio? Saben deshacer todas las malas interpretaciones y llevar la preciosa semilla hasta las regiones más retrasadas. A esto se debe el poder, la rapidez de difusión del Espiritismo y su superioridad sobre todas las doctrinas que le han precedido y preparado su advenimiento.

En lo que se basa la moral espiritista es, pues, en los testimonios de millares de almas que vienen a todos los lugares para describir, valiéndose de los médiums, la vida de ultratumba y sus propias sensaciones, sus goces y sus dolores.

La moral independiente, la que los materialistas han intentado edificar, vacila al soplo de todos los vientos, falta de sólida base. La moral de las iglesias tiene sobre todo recurso el miedo, el temor a los castigos infernales; sentimiento falso que nos rebaja y nos empequeñece. La Filosofía de los Espíritus viene a ofrecer a la humanidad una sanción moral más elevada, un ideal más noble y generoso. Ya no hay suplicios eternos, sino la justa consecuencia de los actos que recae sobre su autor.

El Espíritu se encuentra en todos los lugares según él se ha hecho. Si viola la ley moral, entenebrece su conciencia y sus facultades; se materializa, se encadena con sus propias manos. Practicando la ley del bien, dominando las pasiones brutales, se agüera y se aproxima cada vez más a los mundos felices.

Desde este punto de vista, la vida moral se impone como una obligación rigurosa para todos aquellos a quienes preocupe algo de su destino; de aquí la necesidad de una higiene del alma que se aplique a todos nuestros actos, ahora que nuestras fuerzas espirituales se hallan en estado de equilibrio y armonía. Si conviene someter el cuerpo -envoltura mortal, instrumento perecedero- a las prescripciones de la ley física que asegura su mantenimiento y su funcionamiento, importa mucho más aún velar por el perfeccionamiento del alma, que es nuestro imperecedero yo, y a la cual está unida nuestra suerte en el porvenir. El Espiritismo nos ha proporcionado los elementos de esta higiene del alma.

El conocimiento del objeto real de la existencia tiene consecuencias incalculables para el mejoramiento y la elevación del hombre. Saber adónde va tiene por resultado el afirmar sus pasos, el imprimir a sus actos un impulso vigoroso hacia el ideal concebido.

Las doctrinas de la nada hacen de esta vida un callejón sin salida, y conducen, lógicamente, al sensualismo y al desorden. Las religiones, al hacer de la existencia una obra de salvación personal muy problemática, la consideran desde un punto de vista egoísta y estrecho.

Con la Filosofía de los Espíritus, este punto de vista cambia y se ensancha la perspectiva. Lo que debemos buscar no es ya la felicidad terrena la felicidad, en la Tierra, es escasa y precaria, sino un mejoramiento continuo; y el medio de realizarlo es con la observación de la moral bajo todas sus formas.

Con semejante ideal, una sociedad es indestructible; desafía a todas las vicisitudes y a todos los acontecimientos. Se engrandece con la desgracia y encuentra en la adversidad los medios de elevarse por encima de sí misma. Desprovista de ideal, arrullada por los sofismas de los sensualistas, una sociedad no puede hacer más que corromperse y debilitarse; su fe en el progreso y en la justicia se extingue con su virilidad; bien pronto se convierte en un cuerpo sin alma, y, fatalmente, en la presa de sus enemigos.

¡Dichoso el hombre que en esta vida llena de oscuridad y de obstáculos camina constantemente hacia el fin elevado que distingue, que conoce y del cual está seguro!

¡Feliz aquel al que un soplo de lo alto inspira sus obras y empuja hacia adelante! Los placeres le dejan indiferente; las tentaciones de la carne, los espejismos engañosos de la fortuna no hacen presa de él. Viajero en marcha, el fin le llama, y él se precipita por alcanzarlo.

León Denis.

CARTA DE ADIOS


El joven de diecinueve años, internado en un hospital de una gran capital de nuestro país, esperaba la muerte, en su lecho de dolor.
Instalado en una enfermería, junto a otros enfermos, tan graves como él, miró hacia los lados y se sintió terriblemente solo.
Los familiares vendrían a visitarlo, un poco más tarde. Pero él pensaba que quizás no llegaran a tiempo de encontrarlo con los ojos abiertos para este mundo.
Estiró el brazo hasta la mesilla a su lado, tomó un trozo de papel, un lápiz y con mucho esfuerzo, escribió:
Papá, siento mucho. Siento mucho de verdad, pero ha llegado el momento que sepas la verdad que nunca siquiera has imaginado. Voy a ser breve, claro y bastante objetivo.
Conocí a mi asesino a los 15 o 16 años. ¡Es horrible, no es verdad papá? ¿Sabes cómo nos conocimos? A través de un individuo elegante, bien vestido y que hablaba muy bien. Él nos presentó.
Al principio, intenté rechazar lo que me era ofrecido. Pese a ello, el individuo puso en duda mi virilidad.
 Dijo que yo no era hombre. No es necesario que se diga más, ¿verdad, papá?
Entré al mundo del tóxico, mi asesino.
Al principio no pasaba bien. Después venía el devaneo y a continuación, la oscuridad. Nada hacía si el tóxico no estaba presente. En seguida me sentía con falta de aire, tenía miedo, alucinaciones. Pero, en seguida, la euforia del momento máximo.
Yo me sentía más gente que los demás. Mi amigo inseparable, el tóxico, sonreía. Sonreía...
Sabes, papá, cuando uno empieza todo parece ridículo y muy gracioso. Incluso Dios me parecía ridículo.
 Pero hoy, postrado en una cama de hospital, reconozco que Dios es lo más importante de todo en  el mundo. Tengo la seguridad de que, sin su ayuda, yo no tendría fuerzas para escribir esta carta.
Papá, tengo solamente 19 años. Sé que no tengo la más mínima posibilidad de sobrevivir. Es muy  tarde para mí. No obstante, quiero hacerte un último pedido.
Dile a todos los jóvenes que tú sabes lo que me sucedió. Diles que en cada puerta de escuela, en cada curso de facultad, en cualquier lugar hay siempre alguien que podrá mostrarles su futuro asesino y el destructor de sus vidas: el tóxico.
Por favor, papá, haz eso, antes que sea muy tarde para ellos.
Perdóname por el sufrimiento que te causo. Perdóname por los sufrimientos que causé con mis locuras. Incluso yo, ya he sufrido por demás.
Adiós, papá.
Terminó de escribir la carta, con dificultad la puso sobre la mesilla. Intentó respirar, pero no lo logró. El lápiz se le cayó de la mano. Inclinó la cabeza hacia el lado y murió.
***
Ser feliz es una opción. La vida se renueva a cada momento.
Nadie está destinado al sufrimiento. Él es sencillamente el resultado de la acción negativa. No su causa.
Es importante que el ser esté involucrado con el programa divino y tome conciencia que es el señor de su destino.
Quienes se deprecian y se desmerecen, y se entregan a la desidia, trazan para sí el camino de la infelicidad.
Como padres y educadores, cerquemos a nuestros jóvenes, a nuestros niños con el algodón del afecto, la gasa protectora de la educación y el terciopelo insustituible de la creencia en Dios, que alimenta las vidas y las enriquece.
( Autor desconocido )

domingo, 9 de febrero de 2014

La divulgación de la Palabra de Dios


“Es llegada la hora de unir vuestros esfuerzos en torno de un usado trabajo de concienciación de las masas. Cultivasteis por todo ese tiempo en el terreno inhóspito para la sembradura del grano tan noble y pudisteis ver que en pedrizas la raíz no puede profundizar. La mayoría de los hermanos dichos espiritas no tienen la condición   conferida por la humildad de absorber principios tan superiores, pues se encuentran envueltos en la ilusión de la superioridad espiritual, plantada en el seno del movimiento espirita por los falsos maestros y seudo sabios que hablan por la boca de médiums y escritores orgullosos y vanidosos de su saber.

A esos, queridos hermanos, nada más tenéis que decirles, pues os darán la espalda, escupirán en sus rostros las dulces palabras de falsa caridad, considerándoos locos y al servicio de las tiniebla. Vosotros tenéis un nuevo trabajo para desempeñar a partir de ahora preparaos, pues muchos dolores y sacrificios serán necesarios para el establecimiento de una nueva orden. No una nueva orden de ideas, pues ellas están puestas en el mundo hace siglos y son las mismas que animaran a todos los maestros del Cristianismo, en el pasado, y ahora precisa prevalecer en el mundo entregado a los desmanes nefastos en el materialismo.

 
Vuestra tarea es la predicación de la Palabra de Dios. No importa a quien. Predicareis el Bien a quien quisiera oír, ricos y pobres, nobles o plebeyos, ignorantes o letrados. Predicareis a los orgullosos, a los idolatras, a los adúlteros, a los viciosos, a los envidiosos, en fin a los impiadosos de todos los tiempos, a fin de que tengan la oportunidad de oír hablar de Jesús con el complemento de la racionalidad de la Doctrina de los Espíritus. Es imperioso que la Ley sea puesta a los hombres con la  claridad del pensamiento kardeciano, pues solo así ella  tendrá sentido para la vida de los que se encuentran en el error y envueltos  en sus propias inferioridades.

Preparaos, vosotros que comprendéis vuestras responsabilidades delante de Dios, como siervos del Señor, divulgadores contumaces de la Buena Nueva. Instruíos en este espíritu, queridísimo, para que vuestra voz pueda sonar en todos los cantos, por todos los medios, quiera que sea la palabra escrita, quiera que sea hablada. Buscar utilizar los medios de comunicación a vuestro alcance, de la manera más racional posible para que la Palabra tenga todos los segmentos en la sociedad.

Diréis que sois pocos. Sin embargo, Jesús construyo ese edificio con un poco más de tres personas que se revistieron del espíritu Divino y dieron sus vidas por la proclamación de lo nuevo, en su fase inicial. Buscad la comprensión del verdadero sentido de las palabras y podréis sentir en vosotros un estremecimiento conferido a los justos que, entrando en sintonía con el Altísimo, beben la savia divina directamente de la fuente del Bien, encharcándole de energías vigorizantes   para el espíritu, fortaleciéndose en la fe verdadera, venida de parte de Dios.

Creed, hermanos, vuestra tarea comienza y los hombres os aguardan como mariposas perdidas en busca de luz. ¡Sois luz en el Señor, dice el Apóstol! ¡Andad como hijos de la luz y llamar a todos los que están cansados y sobrecargados. Preparaos, pues, para la tarea el tiempo urge! Que el Dios bueno, el Dios Altísimo os envuelva en paz y alegría en servir”. –
Juan Evangelista