ENCUENTRO EN HOLLYWOOD





 
Caminábamos, algunos amigos, admirando el paisaje de Wilshire
Boulevard, en Hollywood, cuando hicimos parada ante la serenidad del
Memoriam Park Cemetery, entre nuestro camino y los jardines de Glendon
Avenue.
La hermosa mansión de los muertos mostraba una gran movilización de
Espíritus liberados de la experiencia física, y entramos.
Todo, en el interior, era tranquilidad y alegría.
Los túmulos simples parecían monumentos erguidos a la paz, induciendo
a la oración. Entre los árboles que la primavera pintara de verde nuevo,
numerosas entidades iban y venían, muchas de ellas apoyadas una en las otras a
manera de convalecientes, sostenidas por enfermeros en el patio del hospital
agradable y extenso.
En una esquina que se elevaba con el terreno, dos naranjos ornamentales
cuidaban el acceso hacia el interior de la pequeña construcción que hospeda las
cenizas de muchas personalidades que aportaron al Más Allá, con el aprecio del
mundo. A un costado, leí la inscripción: “Marilyn Monroe” – 1926-1962.”
Sorprendido, pregunté a Clinton, uno de los amigos que nos acompañaban:
- ¿Están aquí los restos de Marilyn, la estrella del cine, cuya historia
llegó hasta el conocimiento de nosotros mismos, los desencarnados de largo
tiempo en el Mundo Espiritual?
- Sí – respondió él, y acentuó con expresión significativa: - no se
detenga, sin embargo a examinarle la leyenda mortuoria… Ella está viva y usted
puede encontrarla, aquí y ahora…
- ¿Cómo?
El amigo indicó un frondoso olmo chino, cuyas ramas componen un
refugio esmeraldino en el largo recinto, y habló:
- Es aquí que ella descansa, de seguro en visita de confortación y de
reminiscencia…
A pocos pasos de nosotros, una joven desencarnada, pero aún
evidentemente enferma, reposaba la cabellera rubia en el cuello de la simpática
señora que la tutelaba. Marilyn Monroe, pues era ella, exhibía el rostro
desfigurado y los ojos tristes. Informados de que nos sería lícito abordarla, para
algunos momentos de conversación, nos aproximamos, respetuosos.
Clinton hizo la presentación y añadió:
- Soy un amigo de Brasil que desea oirla.
- ¿Un brasileño buscándome, después de la muerte?
Sí, ¿y por qué no? – agregué – su experiencia personal interesa a millones
de personas en el mundo entero…
Y el diálogo prosiguió:
- Una experiencia fracasada…
- Una lección tal vez.
- ¿En qué le podría ser útil?
- Su vida influyó en muchas vidas y estimaríamos recibir aunque fuese un
pequeño recado de su parte para aquellos que la admiraron en las películas y
que recuerdan en el mundo su presencia distinta…
- ¿A quién agradaría acoger un grito de dolor?
- El dolor instruye…
- Fui mujer como tantas otras y no tuve tiempo ni disposición para
reflexionar de filosofía.
- Pero hable aún así…
- Bien, diga entonces a las mujeres que no se ilusionen con respecto a la
belleza y a la fortuna, la emancipación es un éxito…Eso da popularidad y la
popularidad es un trapecio en el cual raras criaturas consiguen dar espectáculos
de grandeza moral, incesantemente, en el circo de lo cotidiano.
-¿Admite, de ese modo, que la mujer debe permanecer en el hogar, de
manera exclusiva?
- No tanto. El hogar es una institución que pertenece a la responsabilidad
tanto de la mujer como del hombre. Quiero decir que la mujer luchó durante
siglos para obtener la libertad… Ahora que la posee en las naciones progresistas,
es necesario aprender a controlarla. La libertad es un bien que reclama sentido
de administración, como acontece con el poder, con el dinero, con la
inteligencia…
Pensé algunos momentos en la fama de aquella joven que se presentara en
la Tierra entera, de allí mismo, en Hollywood, y añadí:
-Miss Monroe, ¿cuando se refiere a la libertad de la mujer, usted quiere
mencionar la libertad de sexo?
- Especialmente.
- ¿Por qué?
- Concurriendo sin ningún obstáculo al trabajo del hombre, la mujer, de
manera general, se juzga con derecho a cualquier tipo de experiencia y, con eso,
la mayoría de las veces, compromete las bases de la vida. Ahora que regresé a
la Espiritualidad, comprendo que la reencarnación es una escuela con mucha
dificultad de funcionar para el bien, toda vez que la mujer huye a la oportunidad
de amar, en los hijos, la edificación moral a la que es llamada.
- ¿Desea decir que el sexo…
- Puede ser comparado a la puerta de la vida terrestre, canal de
renacimiento y de renovación, capaz de ser guiado hacia la luz o hacia las
tinieblas, conforme al rumbo que se le dé.
- ¿Le sería posible aclarar un poco más este asunto?
- No tengo expresiones para hablar sobre eso con la claridad necesaria:
entre tanto, me propongo afirmar que el sexo es una especie de camino sublime
para la manifestación del amor creativo, en el campo de las formas físicas y en
la esfera de las obras espirituales, y, si no fuera respetado por una sensata
administración de los valores de que se constituye, viene a ser naturalmente
desordenado por las inteligencias animalizadas que aún se encuentran en los
niveles más bajos de la evolución.
- Miss Monroe – consideré, encantado, oyendo sus conceptos -, debo
asegurarle, no sin profunda estima hacia su persona, que el suicidio no le alteró
la lucidez.
- La tesis del suicidio no es verdadera como fue comentada – acentuó ella
sonriendo. – los vivos hablan acerca de los muertos lo que les viene a la cabeza,
sin que los muertos le puedan dar la respuesta debida, ignorando que ellos
mismos, los vivos, se encontrarán, más tarde, delante de ese mismo problema…
La desencarnación me alcanzó a través de un tremendo proceso obsesivo. En
verdad, en esa época, me hallaba bajo una profunda depresión. Desde pequeña,
sufrí altas y bajas, en materia de sentimiento, por no saber gobernar mi
libertad… Después de noches horribles, en las cuales me sentía enloquecer, por
falta de orientación y de fe, ingerí, casi inconscientemente, los elementos
mortíferos que me expulsaron del cuerpo, en la suposición que tomaba una
simple dosis de píldoras mensajeras del sueño…
- ¿Consiguió dormir en la gran transición?
- De ningún modo. Cuando mi administradora golpeó la puerta del cuarto,
inquieta al ver la luz encendida, desperté de súbito de la somnolencia a la que
me entregara, sintiéndome dos personas a un solo tiempo… Grité aterrorizada,
sin saber, de pronto, identificarme, porque lograba moverme y hablar, al lado de
aquella otra forma, la vestimenta carnal que yo despidiera… Infelizmente para
mí, el aposento abrigaba algunos malhechores desencarnados que, más tarde,
vine a saber, me dilapidaban las energías. Acompañé con indescriptible
angustia, lo que siguió con mi cuerpo inerme; entre tanto, eso hace parte de un
capítulo de mi sufrimiento que le pido permiso para no remembrar…
- ¿Le será posible explicarnos por qué habrá experimentado esa agudeza
de percepción, justamente en el instante en que la muerte, de manera común,
trae anestesia y reposo?
-Efectivamente, no tuve la intención de huir de la existencia, pero, en el
fondo, estaba inmersa en un suicidio indirecto. Malbarateaba mis fuerzas en
nombre del arte, me entregaba a excesos que arrasaron mis oportunidades de
elevación espiritual… Últimamente, fui informada por amigos de aquí que no
me fue posible descansar, después de la desencarnación, mientras no me
desprendí de la influencia perniciosa de Espíritus vampirizadores a cuyos
propósitos yo me adhiriera, por falta de discernimiento en cuanto a las leyes que
rigen el equilibrio del alma.
- Comprendo que dispone ahora de valiosos conocimientos, en torno de la
obsesión…
Sí, creo hoy que la obsesión entre las criaturas humanas, es un flagelo
mucho peor que el cáncer. Pidamos a Dios que la ciencia en el mundo se decida
a estudiar sus problemas y resolverlos…
La entrevistada mostraba señales de fatiga y, por los ojos de la enfermera
que le sostenía la cabeza en el regazo amigo, percibí que no me cabía continuar.
- Miss Monroe – concluí – fue para mí un placer este encuentro en
Hollywood. ¿Podemos, acaso, saber cuáles son, en la actualidad, sus planes para
el futuro?
Ella emitió una nueva sonrisa, en que se mezclaban la tristeza y la
esperanza, mantuvo silencio por algunos instantes y afirmó:
- En la condición de enferma, primero, quiero mejorarme… Enseguida,
como alumna en la escuela de la vida, necesito repetir las lecciones y pruebas
en que fallé… Por ahora no debo ni puedo tener otro objetivo que no sea
reencarnar, luchar, sufrir y reaprender…
Pronuncié algunas frases cortas de agradecimiento y despedida y ella
agitó la mano pequeñita en un gesto de adiós. Poco después, preparé estas notas,
a manera de reportaje, a fin de pensar en las bendiciones del Espiritismo
Evangélico y en la necesidad de su divulgación.

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