jueves, 30 de agosto de 2018

ANTE LA CALUMNIA


Es inevitable ser víctima de la calumnia, que hace parte del presupuesto moral de muchas personas, a fin de ser presentada en el mercado de la liviandad humana.
Muchos se complacen en urdirla y darla, por envidia, celos, o simplemente, por enfermedad moral.
Otros se encargan de divulgarla, alegrándose en hacerlo, porque también están atormentados.
                                                                            *

No sintonices con aquellos que viven en esa franja. Igualmente, no permitas que te alcancen las farpas calumniosas que te lanzan.
Vive de tal forma, que el calumniador queda desmoralizado por falta de pruebas.
Cada día es lección que se transforma en vida, a lo largo de tu camino eterno.
Diariamente surgen episodios de calumnia, intentado alcanzar a alguien.
Así, perdona al calumniador.
Él no huirá de sí mismo.
                                                                           *

Cuentan que una calumniadora buscó a su confesor y le narró, arrepentida, su insensatez. Pidiendo la absolución para el triste delito, preguntó al oyente atento cuál era su penitencia.
Aquel reflexionó y le pidió que fuese al hogar y trajese una almohada de plumas, subiese a la torre de la iglesia y de allí las esparciese al viento con máximo cuidado, y, después, viniese a recibir la competente liberación.
Tan pronto terminó de hacerlo, la confesa retornó y le preguntó:
- ¿Y ahora?
- Vuelve allí – respondió el sacerdote – recoge todas las plumas y rehace la almohada.
La calumnia son plumas al viento que van siempre adelante para la amargura del calumniador.

Joanna de Angelis.

MODA




¡Los caprichos de la moda!
Las criaturas crean tormentos en los cuales caen de forma liviana y lamentable.
De unos y otros, asoma lo que se refiere a la moda.
Versatilidad en el vestir y calzar, variedad para usarla.
Armarios abarrotados y las personas lamentándose por la ausencia de trajes dignos para este o aquel evento.
Noches de insomnio por causa de un modelo; preocupación exageradas por la adquisición de una indumentaria.
Ropa exclusiva para causar sensación o extravagancia para llamar la atención.
La vacuidad (1) les inspira a formas de auto-maceración y su desespero por la adquisicion de  disfraces y de ropa de alto costo, que luego pierden el sentido.
                                                           *

No son pocas las personas que se consideran infelices por causa de la moda, que las impide estar al día con los figurines y las últimas novedades.
…. ¡Y son portadoras de solo un cuerpo!

Vístete para que te sientas aseado y confortable en tu ropa.
Si fuera factible usar lo que ahora es aceptado, puedes hacerlo.

Si no puedes acompañar las novedades, usa la simplicidad y viste lo que te sea posible, sin tormento ni angustia.

En la mayoría de las veces, nadie nota como estás vestido, excepto cuando llamas la atención por la originalidad, por lo inusitado…

Importa lo que eres y no como te vistes.
El envoltorio ayuda, pero, lo importante es el producto que lo reviste.
¡Exceso, en moda, jamás!

Joanna de Angelis ( Libro Episodios Diarios)

* Aplica para mujer y hombre.  ( Notas del Administrador)           
(1)superficialidad.

lunes, 27 de agosto de 2018

SALUD A LA LUZ DE LA PSICOLOGIA PROFUNDA


Nos dice la bienhechora Joanna de Angelis:
A la luz de la Doctrina Espírita hoy sabemos que así como existen las enfermedades físicas u orgánicas, igualmente existen las enfermedades del alma o del espíritu, que a su vez repercuten en nuestra estructura celular, afectándola seriamente y provocándole diversas alteraciones anatómicas y fisiológicas de imprevisibles y dolorosas consecuencias. Esto es debido a la profunda y directa interconexión e interacción entre el espíritu y el cuerpo físico, a través de la estructura energética intermediaria denominada periespíritu por Allan Kardec. Hoy en día y cada vez con mayor énfasis la Medicina y la Psicología reconocen y afirman la innegable acción de la mente y de las emociones sobre las células, los tejidos y los órganos de nuestra estructura material, imprimiéndoles armonía o desarmonía, salud o enfermedad.

La constitución del hombre

La Doctrina Espírita nos enseña que el hombre está constituido por tres elementos: espíritu, periespíritu y cuerpo físico, los cuales durante la encarnación, actúan inseparablemente en armonía de conjunto e interacción energética.

El espíritu es el principio inteligente e inmortal, es la centella de origen Divino que actúa en el cuerpo a través del periespíritu, como la electricidad actúa en la lámpara a través del hilo conductor. El denominado periespíritu es el duplo fluídico que rodea al espíritu, formado de energía semi-condensada, que actúa como molde del cuerpo físico y es intermediario entre el espíritu y el cuerpo. El cuerpo físico es la materia condensada estructurada como organismo, que sirve de instrumento y de ambiente vital para el espíritu durante su vida como ser encarnado, para el cumplimiento de sus finalidades evolutivas en la Tierra. Respecto a la interacción de estos tres componentes, la mentora espiritual Juana de Ángelis, en su libro afirma que «La acción del pensamiento sobre el cuerpo es poderosa, considerando que éste último es el resultado de aquél, por medio de tramas intrincadas y delicadas del periespíritu –su modelador biológico- , que lo elabora por medio de la acción espiritual, en la reencarnación.» – En la misma obra afirma que «Esa energía inteligente, en su expresión original, como espíritu, pasa por una condensación de moléculas, constituyendo así el cuerpo intermediario (periespíritu), quien se encarga de concentrar y congelar las partículas que se manifiestan como cuerpo somático.»

Interacción mente – cuerpo

En cuanto a la interacción de estos tres elementos y su profunda repercusión en nuestra salud, Juana de Ángelis esclarece: «El ser humano es un conjunto armónico de energías, constituido de espíritu y materia, mente y periespíritu, emoción y cuerpo físico, que interactúan en un continuo flujo unos sobre los otros. Cualquier suceso en uno de ellos se refleja en su correspondiente, generando, cuando fuere una acción perturbadora, disturbios que se transforman en enfermedades y que, para ser rectificados, exigen renovación y reequilibrio del punto donde se originaron.»

Esto significa que si un pensamiento o una emoción saludables, benéficos o positivos emanan de nuestro espíritu (o si se quiere, de nuestra mente), ello se constituye en una energía igualmente saludable que fluye por la corriente sanguínea, o en forma directa, revigorizando nuestras células y proporcionándoles la armonía y el equilibro necesarios para su normal desenvolvimiento. Lo opuesto también ocurre, por la misma vía, llevándoles debilitamiento, desarmonía y desequilibrio, conduciéndolas posteriormente a las enfermedades en sus muy diversas y complejas expresiones, guardando una directa relación en cuanto a la naturaleza, intensidad y duración de esas emisiones mentales y emocionales.

Por esto, Juana de Ángelis afirma que «Cada enfermedad física trae un componente psíquico, emocional o espiritual correspondiente.