miércoles, 18 de octubre de 2017

LA IMPORTANCIA DE AMAR


La paz sea con vosotros, hermanos amados: He ahí que vengo
con amor porque siento el amor. Acudo a vosotros al haber escuchado
vuestra súplica, sé que necesitáis el alimento espiritual, no hay modo
de que el espíritu se sienta harto de las verdades que necesita. ¡Que
vibren y amen vuestros espíritus!, bien recordáis, que os hemos dicho
repetidas veces, que el amor está por encima de todo.
Saber amar, es la más grande de las virtudes, el ser que ama
es comprensivo, prudente, caritativo, abnegado, y busca todos los
objetivos positivos que puedan desencadenar el amor. Si el espíritu
no siente amor, se debate en medio de tinieblas, ignorancia y
desesperación. El amor es el bálsamo que cura las enfermedades
del alma y del cuerpo, por eso siempre insistiremos con este mensaje,
una y otra vez, ¡mil veces si cabe!, para que vuestros espíritus orienten
sus ansias hacía el amor, con el amor encontraréis el equilibrio y la
paz, y con amor amaréis la justicia y seréis justos.
Y he ahí, que una vez más, hermanos, os decimos: «No os
digáis hermanos de vuestro prójimo, sedlo». Si sois auténticos
hermanos de vuestro prójimo, se derrumbarán todas las barreras, y
dejarán de existir los perjuicios raciales. ¡Que triste, hermanos! ¡Que
triste! Que el hombre haya levantado una frontera contra el hombre,
que no sea capaz de amar y respetar las distintas razas, con su gran
variedad de lenguas.
Hermanos en la Eternidad hay una sola lengua: la comprensión.
Hay un solo lenguaje: el de la mente, con el pensamiento hablamos

de espíritu a espíritu, de sentimiento a sentimiento, de ternura a ternura,
de entendimiento a entendimiento.
Ved que se os dijo: «Habrá un solo rebaño y un solo pastor».
Traducid estas palabras, hermanos, por un solo Amor y un solo
Sentimiento. Para que esto sea una realidad, tenéis que ir en pos de
ese sentimiento. Tenéis que recorrer los largos senderos de la
evolución, sentiros pequeños dentro de vuestra propia humildad, para
que podáis crecer un poco.
Amaos los unos a los otros. Tendeos las manos, uníos
progresivamente, y andad al unísono en pos de la paz.
Adiós, hermanos.
 

Igualada, 07-11-1992