jueves, 31 de julio de 2014

LOS SANOS NO TIENEN NECESIDAD DE MEDIICO.

11. Y acaeció que estando Jesús sentado a la mesa en la casa, vinieron
muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con El, y con sus discípulos.
- Y viendo esto los fariseos, decían a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro
maestro con los publicanos y pecadores? - Y oyéndolo Jesús, dijo: Los sanos no
tienen necesidad de médico sino los enfermos. (San Mateo, cap. IX, v. 10, 11 y 12).
12. Jesús se dirigía, sobre todo, a los pobres y a los desheredados, porque éstos
son los que tienen más necesidad de consuelos; a los ciegos dóciles y de buena fe porque
quieren ver, y no a los orgullosos, que creen poseer toda la luz y no faltarles nada.
(Véase la Introducción, art. "Publicanos y Peageros".)
Estas palabras, como otras muchas, encuentran su aplicación en el Espiritismo.
Algunos se admiran de que la mediumnidad se concede a gentes indignas y capaces de
hacer mal uso de ella; parece, dicen, que una facultad tan preciosa debería ser atributo
exclusivo de los más meritorios.
Digamos, ante todo, que la mediumnidad consiste en una disposición orgánica de
la que puede todo hombre estar dotado, como la de ver, oir y hablar. De todas puede abusar el hombre en virtud de su libre albedrío, y si Dios no hubiese concedido la palabra, por ejemplo, sino a los que son incapaces de decir cosas malas, habría más mudos que parlantes. Dios, que ha dado al hombre facultades, le deja libre para usar de ellas, pero castiga siempre al que abusa.
Sin el poder de comunicar con los espíritus se hubiese dado sólo a los más
dignos, ¿quién se atrevería a solicitarlo? Además, ¿en dónde estaría el límite de la
dignidad? La mediumnidad se ha dado sin distinción a fin de que los espíritus puedan
llevar la luz a todas partes, a todas las clases de la sociedad, así a la casa del pobre como
a la del rico, lo mismo entre los prudentes para fortificarles en el bien, que entre los viciosos,
para corregirles. ¿Acaso no son éstos últimos los enfermos que necesitan el
médico? ¿Por qué Dios, que no quiere la muerte del pecador, le privaría del socorro que
puede sacarle del cenagal? Los espíritus buenos vienen, pues, en su ayuda, y los
consejos que recibe directamente son de tal naturaleza que le impresionan con más
viveza que si los recibiera por caminos indirectos. Dios, en su bondad, para ahorrarle el
trabajo de ir a buscar la luz más lejos, se la pone en la mano; ¿no es mucho más culpable
si no la mira? ¿Puede excusarse con la ignorancia cuando él mismo haya escrito, visto,
oído y pronunciado su propia condenación? Si no se aprovecha entonces es cuando es
castigado por haber pervertido sus facultades, apoderándose de ella los malos espíritus
para observarle y engañarle, sin perjuicio de las aflicciones reales con que Dios castiga a
sus servidores indignos y a los corazones endurecidos por el orgullo y el egoísmo.
La mediumnidad no implica necesariamente relaciones habitales con los espíritus
superiores, sino que es sencillamente una "aptitud" para servir de instrumento más o
menos flexible a los espíritus en general. El buen medium no es, pues, el que comunica
fácilmen te, sino el que es simpático a los buenos espíritus y sólo está asistido por ellos.
Unicamente en este sentido es poderosa la excelencia de las cualidades morales sobre la
mediumnidad.

miércoles, 30 de julio de 2014

NO VAYAIS A CAMINO DE GENTILES

 A estos doce envió Jesús mandándoles y diciendo: No vayáis a camino de gentiles, ni entréis en las ciudades de los Samaritanos. - Mas id antes a las ovejas, que perecieron de la casa de Israel. - Id y predicad diciendo: Que se acercó el reinode los cielos. (San Mateo, cap. X, v. 5, 6 y 7). 

E.S.E. Item9- 10
  
Jesús prueba en diferentes circunstancias que sus miras no están circunscritas al pueblo judío, sino que abrazan a toda la humanidad. Si, pues, dijo a sus apóstoles que no fuesen entre paganos, no fué porque desdeñase la conversión de éstos, lo que hubiera sido poco caritativo, sino porque los judíos, que creían en la unidad de Dios y esperaban el Mesías, estaban preparados por las leyes de Moisés y de los Profetas a recibir su palabra. Entre los paganos, faltando la base, todo estaba por hacer, y los apóstoles aún no estaban bastante ilustrados para tan ruda tarea; por esto les dijo: Id al rebaño descarriado de la casa de Israel, es decir, id a sembrar en un terreno ya desmontado, sabiendo bien que la conversión de los gentiles vendría a su tiempo. En efecto, más tarde los apóstoles fueron a plantar la cruz en el mismo centro del paganismo.
Estas palabras pueden aplicarse a los adeptos y a los propagadores del Espiritismo. Los incrédulos sistemáticos, los burlones obstinados, los adversarios interesados, son, para ellos, lo que los gentiles eran para los apóstoles. A ejemplo de éstos, que busquen primero los prosélitos entre las gentes de buena voluntad, a los que desean la luz, en quienes se encuentra un germen fecundo y el número es grande: sin perder el tiempo con aquellos que rehusan ver y oir y se resisten tanto más por el orgullo, cuanto más valor se quiere dar a su conversión. Más vale abrir los ojos a cien ciegos que deseen ver claro, que a uno solo que se complace en la obscuridad, porque es aumentar el número de los adeptos de una causa en más grande proporción. Dejar a los otros en paz, no es indiferencia, sino buena política; ya les tocará su turno cuando serán dominados por la opinión general y cuando oirán sin cesar repetir la misma cosa a su alrededor; entonces creerán aceptar la idea voluntariamente y no bajo las impresiones de un individuo. Además, hay ideas que son como las semillas: que no pueden germinar antes de la estación y aun únicamente en un terreno preparado; por esto es mejor esperar el tiempo propicio y cultivar primero las que germinan, y no ser que aborten las otras precipitándolas demasiado.En tiempo de Jesús, y a consecuencia de las ideas limitadas y materiales de la época, todo estaba circunscrito y localizado; la casa de Israel era un pequeño pueblo y los gentiles eran los pueblos pequeños que existían a su alrededor; hoy las ideas se universalizan y se espiritualizan. La nueva luz no es privilegio de ninguna nación; para ella no existen barreras; tiene su hogar en todas partes y todos los hombres son hermanos.
Mas los espiritistas tampoco son un pueblo: es una opinión que se encuentra en todas partes, y cuya verdad triunfa poco a poco, como el cristianismo ha triunfado del paganismo. Ya no se le combate con armas de guerra, sino con el poder de la ide
a.

martes, 29 de julio de 2014

NO PONGAIS LA CANDELA DEBAJO DEL CELEMIN

 Ni encienden una antorcha y la ponen debajo del celemín sino sobre el candelero, para que alumbre, a todos los que están en la casa. (San Mateo, cap. V, y. 15).
 Nadie enciende una antorcha y la cubre con alguna vasija, o la pone debajo de la cama: mas la pone sobre el candelero, para que vean la luz los que entran. - Porque no hay cosa encubierta que no haya de ser manifestada: ni escondida, que no haya de ser descubierta y hacerse pública. (San Lucas, capítulo VIII, v. 16 y 17).
3. Y llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? - Y les respondió y dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos: mas a ellos no les es dado. - Porque al que tiene se le dará y tendrá más, mas el que no tiene aún lo que tiene se le quitará. - Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no lo ven, y oyendo no oyen ni entienden. - Y se cumple en ellos la profecía de Isaías que dice: De todo oiréis y no entenderéis; y viendo, veréis y no veréis. - Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y cerraron sus ojos: para que no vean de los ojos, y oigan de las orejas, y del corazón entiendan; y se conviertan, y los sane. (San Mateo, cap. XIII, v. de 10 a 15). 

 E.S. E. Item 4-7
 Nos maravillamos cuando oímos decir a Jesús que es menester no dejar la luz
debajo del celemín, mientras que él mismo oculta sin cesar el sentido de sus palabras
bajo el velo de la alegoría que no puede ser comprendida de todos. El lo explica
diciendo a sus apóstoles: Les hablo por parábola, porque no están en estado de
comprender ciertas cosas; ven, miran, oyen y no comprenden; decírselo todo sería inútil
en este momento; pero a vosotros os lo digo, porque os es dado comprender estos
misterios. Obraba, pues, con el pueblo, como se hace con los niños cuyas ideas no están
aún desarrolladas. De este modo indica el verdadero sentido de la máxima: "Nadie
enciende una antorcha y la cubre con una vasija, o la pone debajo de la camá, mas la
pone sobre el candelero, para que vean la luz los que entran". No significa que sea necesario
revelar todas las cosas inconsiderablemente: toda enseñanza debe ser
proporcionada a la inteligencia de aquel a quien se dirige, porque hay gentes a quienes
una luz demasiado viva las deslumbra sin darles claridad.
Lo mismo sucede con los hombres en general que con los individuos; las
generaciones tienen su infancia, su juventud y su vejez; cada cosa debe venir a su
tiempo, pues el grano sembrado fuera de la estación no fructifica. Mas lo que la
prudencia aconseja callar momentáneamente, debe descubrirse más o menos tarde,
porque llegados a cierto grado de desarrollo, los hombres buscan ellos mismos la luz
viva; la obscuridad les pesa. Habiéndoles dado Dios la inteligencia para comprender y
guiarse en las cosas de la tierra y del cielo, quieren razonar su fe; entonces es cuando no
se debe poner la antorcha debajo del celemín, porque "sin la luz de la razón, la fe se
debilita" (Capítulo XIX, número 7).
5. Si, pues, en su sabia previsión, la Providencia sólo revela las verdades
gradualmente, las descubre siempre que la humanidad está en disposición de recibirlas; las tiene reservadas, pero no debajo del celemím. En cambio, los hombres que están en posesión de estas verdades, la mayor parte de las veces sólo las ocultan con la idea de dominar; verdaderamente ellos son los que ponen la luz debajo del celemín. Así es que todas las religiones han tenido sus misterios, cuyo examen prohiben; pero mientras esas religiones van quedando rezagadas, la ciencia y la inteligencia han marchado y han roto el velo del misterio; el vulgo se ha vuelto adulto y ha querido penetrar en el fondo de las cosas, y ha sido cuando ha expulsado de su fe lo que era contrario a la observación.
No puede haber misterios absolutos, y Jesús está en lo verdadero cuando dijo que no hay nada secreto que no deba ser conocido. Todo lo que está oculto será descubierto algún día; y lo que el hombre no puede aún descubrir en la tierra, le será sucesivamente descubierto en los mundos más avanzados y cuando esté purificado; en la tierra está aún en las tinieblas.
6. Se pregunta: ¿qué provecho pudo el pueblo sacar de esta multitud de
parábolas cuyo sentido estaba oculto para él? Es de notar que Jesús no se expresaba con
parábolas sino respecto a las partes, hasta cierto punto abstractas, de su doctrina; pero
habiendo hecho de la caridad hacia el prójimo y de la humildad la condición expresa de
salvación, lo que dijo concerniente a esto es perfectamente claro, explícito y sin ambigüedad.
Así debió ser, porque es la regla de conducta, regla que todo el mundo debía
comprender para poderla practicar; es la esencial para la multitud ignorante a la que se
limitaba a decir: Esto es lo que debéis hacer para alcanzar el reino de los cielos. Sobre
los otros puntos sólo desarrollaba su pensamientos a sus discípulos, estando éstos más
adelantados, moral e intelectualmente. Jesús había podido iniciarles en las verdades más
abstractas; por esto dijo: "A los que tienen se les dará más". (Cap. XVIII, núm. 15.)
Sin embargo aun con sus apóstoles se dejó en la vaguedad muchos puntos, cuya
completa inteligencia estaba reservada a los tiempos ulteriores. Estos son los puntos que
han dado lugar a interpretaciones tan diversas, hasta que la ciencia por un lado y el Espiritismo por otro han hecho comprender su sentido verdadero.
 El Espiritismo viene hoy a hacer luz sobre una porción de puntos obscuros; sin embargo, no la hace inconsideradamente. Los espíritus proceden en sus instrucciones con una admirable prudencia; sólo sucesiva y gradualmente han abordado las diferentes partes conocidas de la doctrina y del mismo modo serán reveladas las otras a medida que llegue el tiempo de hacerlas salir de la obscuridad. Si la hubiesen presentado completa al principio, sólo hubiera sido accesible a un reducido nilmero; hubiera asustado hasta a los que no estaban preparados, y esto hubiera sido un obstáculo para su propagación. Si, pues, los espíritus no lo dicen aún todo ostensiblemente, no es porque haya en la doctrina misterios reservados para los privilegiados, ni que pongan la antorcha debajo del celemín, sino porque cada cosa debe venir en tiempo oportuno.
Dejan que una idea madure y se propague antes de presentar otra, "y que preparen su
aceptación a los acontecimientos".

lunes, 28 de julio de 2014

EL HOMBRE DE BIEN

 Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
aborrecen: y rogad por los que os persiguen y calumnian. - Porque si amáis a los
que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los
publicanos? - Y si saludáreis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? -"Sed, pues, vosotros perfectos, así como
vuestro Padre celestial es perfecto". (San Mateo, cap. V, v. 44, 46, 47 y 48.)


 E. S. E. Item 10
 Un sentimiento de piedad debe siempre animar el corazón de aquellos que se
reunen bajo el amparo del Señor e imploran la asistencia de buenos espíritus. Purificad, pues, vuestros corazones: no permitáis que tome raíces en él ningún pensamiento mundano o fútil; elevad vuestro espíritu hacia aquellos a quienes llamáis, a fin de que, encontrando en vosotros las disposiciones necesarias, puedan esparcir con profusion la semilla que debe germinar en vuestros corazones, y producir en ellos frutos de caridad y de justicia.
Sin embargo, no creáis que excitándoos sin cesar a la oración y a la evolución
mental, os induzcamos a vivir místicamente, colocándoos fuera de las leyes de la
sociedad en donde estáis condenados a vivir. No; vivid con los hombres de vuestra época como deben vivir las personas, y sacrificáos a las necesidades aun a las frivolidades del día; pero sacrificáos con un sentimiento de pureza que pueda
santificarías.
Estáis llamados a estar en contacto con genios de naturaleza diferente, con
caracteres opuestos; no choquéis con ninguno de aquellos con quienes os encontraréis.
Sed alegres, sed felices, pero con la alegría que da una buena conciencia y con la
felicidad del heredero del cielo que cuenta los días que le aproximan a su herencia.
La austeridad de conducta y de corazón no consiste en revestirse de un aspecto
severo, ni rechazar los placeres que vuestras condiciones humanas permiten; basta dedicar todos los actos de vuestra existencia al Criador que os ha dado esta vida, basta que cuando empecéis o acabéis una obra, dirijáis vuestro pensamiento al Criador y pidáis, por un impulso del alma, ya sea su protección para salir bien, ya sea su bendición por la obra concluída. No hagáis nada nunca sin remontaros al orígen de todas las cosas; no hagáis jamás nada sin que la memoria de Dios venga a purificar y santificar vuestros actos.
La perfección es completa, como ha dicho Cristo, con la práctica de la caridad
absoluta; pero los deberes de la caridad se extienden a todas las posiciones sociales, desde el más pequeño hasta el más grande. El hombre que viviese solo, no tendría con quién ejercer la caridad; únicamente en el contacto de sus semejantes y en las luchas más penosas, encuentra esta ocasión. El que se aisla, pues, se priva voluntaria mente del más poderoso medio de perfección; no teniendo en quién pensar, su vida es la del egoísta. (Cap. V, núm. 26).
No os imaginéis, pues, que para vivir en comunicación constante con nosotros,
para vivir a la vista del Señor, sea preciso revestir el silicio y cubrirse de ceniza; no, no, lo repito; sed felices según las felicidades de la humanidad, pero que en vuestra felicidad no entre nunca, ni un pensamiento, ni un acto que pueda ofenderle o hacer bajar la frente de los que os aman y dirigen. Dios es amor y bendice a los que aman santamente. (UnEspíritu protector. Bordeaux, 1863).

domingo, 27 de julio de 2014

CAUSAS DE LAS AFLICCIONES


Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. -
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
hartos. - Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).


E.S.E. Item 6.
Pero si bien hay males cuya primera causa es el hombre en esta vida, hay otros
a los que es extraño enteramente, al menos en apariencia, y que parecen herirle como
por una fatalidad. Tal es, por ejemplo, la pérdida de los seres queridos y de los que son
el sostén de la familia; tales son también los accidentes que ninguna previsión puede
evitar, los reveses de la fortuna que burlan todas las medidas de la prudencia, las plagas
naturales, las dolencias de nacimiento, particularmente aquellas que quitan al desgraciado los medios de ganarse la vida con su trabajo, las deformidades, el idiotismo, la imbecilidad, etc. Los que nacen en semejantes condiciones, seguramente no han hecho nada en esta vida para merecer una suerte tan triste, sin compensación y que no podían evitar; que están en a imposibilidad de cambiarla por sí mismos y que les deja a merced de la conmiseración pública. ¿Por qué, pues, tantos seres desgraciados, mientras que a su lado, bajo un mismo techo, en la misma familia, hay otros favorecidos en todos los conceptos?
¿Qué diremos, en fin, de esos niños que mueren en edad temprana y no conocieron, de la vida más que los sufrimientos? Problemas que ninguna filosofía ha podido aún resolver, anomalías que ninguna religión ha podido justificar y que serían la negación de la bondad, de la justicia y de la providencia de Dios, en la hipótesis de que el alma es creada al mismo tiempo que el cuerpo, y que su suerte está irrevocablemente fijada después de una estancia de algunos instantes en la tierra. ¿Qué han hecho esas almas que acaban de salir de las manos del Creador para sufrir tantas miserias en este mundo, y para merecer en el porvenir una recompensa o un castigo cualquiera, cuando no han podido hacer ni bien ni mal?
Sin embargo, en virtud del axioma de que "todo efecto tiene una causa", esas miserias son efectós que deben tener una causa; y desde el momento en que admitimos un Dios justo, esa causa debe ser justa, luego, precediendo siempre la causa al efecto, y puesto que aquélla no está en la vida actual, debe ser anterior a esta vida, es decir, pertenecer a una existencia precedente. Por otra parte, no pudiendo Dios castigar por el bien que se ha hecho ni por el mal que no se ha hecho, si somos castigados, es que hemos hecho mal si no lo hemos hecho en esta vida, lo habremos hecho en otra. Esta es una alternativa de la que es imposible evadirse, y en la que la lógica dice de qué parte está la justicia de Dios.
El hombre, pues, no es castigado siempre o completamente castigado, en su
existencia presente; pero nunca se evade a las consecuencias de sus faltas. La
prosperidad del malo sólo es momentánea, y si no expia hoy, expiará mañana, mientras
que el que sufre, sufre por expiación de su pasado. La desgracia que en un principio
parece inmerecida, tiene su razón de ser, y el que sufre puede decir siempre:
"Perdonadme, Señor, porque he pecado".

HOMENAJE DEL MES.


Homenajeamos en este mes a nuestra hermanita Nora para ella los mejores votos para la construccion de su felicidad y todos los parabienes.

AMIGA Y HERMANA :


No hay quien te iguale en donaire y señorío.
Oh! que talante y gracia te
Rodeaque te hace ser
Admirada y querer ser parte de tus afectos.

Salve Oh Dios que estas cualidades que te
Adornan se conjuguen con tu sapiencia, para nunca
Negarte a dar de tu corazón ;con un poco de
Juego  y jamás olvidar la dulzura que te dará
Un  toque mágico para complementarte y que
Algún día no muy lejano conquistes los logros  que aún
No se te han dado porque la Providencia Divina 
En su magnificencia aguarda a su hija amada para
Lo que  su constancia y perseverancia le otorguen en el camino 
Obrando las maravillas que el Creador quiere para sus hijos.
Dios te guarde y te regale Paz mucha Paz en el corazón


L. P. E.

sábado, 26 de julio de 2014

LOS SUPERIORES Y LOS INFERIORES

Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen: y rogad por los que os persiguen y calumnian. - Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? - Y si saludáreis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? -"Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto". (San Mateo, cap. V, v. 44, 46, 47 y 48.)
Los superiores y los inferiores 
E.S. E. Item 9
La autoridad, lo mismo que la fortuna, es una delegación de la que se pedirá
cuenta al que está re vestido de ella; no creáis que se la haya dado para procurarle el vano placer de mandar, ni como lo creen falsamente la mayor parte de los poderosos de la tierra, como un derecho, una propiedad. Dios, sin embargo, les prueba muy bien que no es ni lo uno ni lo otro, puesto que se la retira cuando le place. Si fuese un privilegio unido a la persona, sería inalienable. Nadie puede, pues, decir que una cosa le pertenece, cuando se le puede
quitar sin su consentimiento. Dios la da a titulo de misión o de prueba, cuando así le conviene, y la retira del mismo modo.
Cualquiera que sea depositario de la autoridad, sea cual fuere su extensión, desde el señor sobre su servidor, hasta el soberano sobre su pueblo, no puede negar que tiene el encargo de almas; él responderá de la buena o mala dirección que habrá dado a sus subordinados, y las faltas que éstos podrán cometer, los vicios a los cuales serán arrastrados a consecuencia de esta dirección o de los malos ejemplos, recaerán sobre él, mientras que recogerá los frutos de su solicitud para conducirles al bien. Todo hombre tiene en la tierra una posición grande o pequeña; cualquiera que sea, siempre se la hadado para el bien; es, pues, faltar si la falsea en su principio.
Si Dios pregunta al rico: ¿Qué has hecho de la fortuna que debía ser entre tus manos un manantial que esparciese la fecundidad a tu alrededor?, preguntará también al que posee una autoridad cualquiera: ¿Qué uso has hecho de esa autoridad? ¿Qué males has evitado? ¿Qué progresos has becho hacer? Si te he dado subordinados, no ha sido para que de ellos hicieras esclavos de tu voluntad, ni instrumentos dóciles de tus caprichos o de tu avaricia; te hice fuerte y te confié a los débiles para sostenerles y ayudarles a subir hacia mí.
El Superior que está penetrado de las palabras de Cristo, no desprecia a ninguno
de aquellos que están a sus órdenes, porque sabe que las distinciones socia les no existen delante de Dios. El Espiritismo le enseña que si hoy le obedecen, le han podido mandar o le mandarán más tarde, y entonces será tratado como él haya tratado a los otros.
Si el superior tiene deberes que cumplir, el inferior los tiene también por su parte, que no son menos sagrados. Si este último es espiritista, su conciencia le dirá aún mejor que no está dispensado de ellos, aun cuando su jefe no cumpla los suyos; porque sabe que no debe devolver mal por mal, y que las faltas de los unos no autorizan las de los otros. Si sufre por su posición, dice que seguramente lo ha merecido, porque él mismo ha podido abusar en otro tiempo de su autoridad, y porque debe resistir a la vez los inconvenientes de lo que ha hecho sufrir a los otros. Si se ve forzado a sufrir esta posición por no encontrar otra mejor, el Espiritismo le enseña a resignarse como una prueba de su humildad necesaria a su adelantamiento. Su creencia le guía en su conducta; obra como quisiera que sus subordinados obrasen con él, si fuera el jefe. Por esto mismo es más escrupuloso en el cumplimiento de sus obligaciones, porque comprende que todo descuido en el trabajo que se le ha confiado, es un perjuicio para el que le remunera y a quien debe su tiempo y sus cuidados; en una palabra, está solícito, por el cumplimiento del deber que le da su fe, y la certeza de que toda desviación del camino derecho, es una deuda que será preciso purgar tarde o temprano. (Francisco-Nicolás-Madaleine, cardenal Morlot. París, 1863).