sábado, 5 de agosto de 2017

EL HOMBRE QUE NO PODIA PERDONAR

Cuenta la historia que en aquellas tierras lejanas vivia un Hombre Que No Podia Perdonar.  Algunos decian que era un hombre bueno, que ayudaba a muchos pero con aquellos que le desobedecian o a quienes el consideraba sus enemigos, era implacable. Dicen que una vez un joven que cuidaba sus caballos se le ocurrio montar a uno de estos sin permiso. Alli entre los montes el joven galopaba con el caballo ajeno y de pronto una serpiente se atravezo en su camino. El caballo asustado perdio el control hiriendose una pata.  El joven, muy nervioso, regreso caminando junto al caballo y busco de emergencia al medico de los animales.
Ya no era posible salvar al animal, la herida era irreparable, el medico sugirio sacrificar al animal y ahorrarle el sufrimiento.  El Hombre Que No Podia Perdonar escucho la noticia y estuvo de acuerdo en sacrificar al animal, pero agrego: “Sacrifiquen tambien al inutil que me ha hecho perder esta bestia, ahorrenle sufrimiento a ese tonto joven, lo quiero muerto.”  Entre caras de angustia, dolor y asombro, los sirvientes de este Hombre Que No Podia Perdonar siguieron sus ordenes.
Una joven muy bella, hija de sirvientes del Hombre Que No Podia Perdonar, atrajo la atencion de este por su belleza y elegancia, aunque muy humilde y sencilla, se notaba en ella un aire refinado.  Utilizando un mensajero privado el hombre envio un mensaje a la bella, invitandola a pasear al rio.  La bella al recibir el mensaje contesto inmediatamente que no, de ninguna manera ella podria ir con el Señor al rio, y mando su respuesta diciendo que ella era una joven decente y que no podia aceptar esa invitacion tan informal.  El Hombre Que No Podia Perdonar al recibir la noticia se enfurecio de tal manera que comenzo a romper los adornos de su despacho, minutos despues, ya mas calmado, mando a llamar a uno de sus siervos de confianza y le ordeno ir a buscar a la bella a medianoche y ahogarla en el rio.  Asi su ofensa quedaria disculpada.  Asi lo hizo el siervo, a la mañana siguiente el pueblo despertaba con la terrible noticia de que la bella se habia ahogado en el rio mientras tomaba baños de luna.
Al Hombre Que No Podia Perdonar le llego el rumor de que uno de sus siervos tenia una enfermedad incurable y muy contagiosa.  Asi que lo mando a llamar y al verlo pudo saber que todo era cierto, sin embargo, continuo con la entrevista preguntandole: ” Dime siervo, es verdad que tienes una enfermedad que no tiene cura y es muy contagiosa?”  “No Señor” contesto el siervo temblando.  “Lo que pasa es que trabajando en el campo me ha dado una picazon y la piel se me pone muy roja, pero en mi dia de descanso se me quita, en el pueblo no me da pero si en el campo.  Creame Señor, yo no estoy enfermo.”
“Esta bien siervo, te creo, te puedes ir a trabajar.”  Al salir el siervo presuntamente enfermo, el Hombre Que No Podia Perdonar le dijo a su hombre de confianza: “Ese siervo mentiroso, cree que me engaño.  Organiza un grupo con piedras y palos y sacalo de mi propiedad lo antes posible, antes que nos contamine a todos.”
Asi paso la vida el Hombre Que No Podia Perdonar, implacable, cruel, gobernando la vida de sus siervos como quien juega al ajedrez, todos dedicados a proteger al Rey.
Un dia el Hombre Que No Podia Perdonar decidio hacer una fiesta para su pueblo. Habria mucha comida y vino, musica, alegria, y tambien un plan macabro de envenenar a la mitad del pueblo, porque segun el Señor el area de habitaciones ya estaba tomando mucho espacio de su propiedad, necesitaba rebajar el numero de personas a su servicio.  Los siervos de confianza tenian las ordenes de ejecutar el plan, todo estaba preparado, y siguiendo ordenes la comida y el vino fue contaminado.
A la mañana siguiente habia caos total, niños, mujeres y hombres con sintomas de deshidratacion, fiebre alta, tenian sus horas contadas.
Ese dia al Señor no se le vio.  No mando a llamar a nadie.  No probo su desayuno.  No hizo negocios ni mando a cobrar a los que le debian.  Ese dia el Hombre Que No Podia Perdonar habia muerto  por cuenta de su propio veneno.
Cuentan de un hombre que fue encontrado en el medio del desierto por un joven trabajador.  Este hombre tenia grandes llagas producidas por el sol y la falta de agua, parecia un leproso abandonado.  Pero este joven trabajador sabia que esto no era lepra y no era contagioso, y asi socorrio al pobre hombre llevandolo a un pueblo cercano.  Al entrar al pueblo, niños, mujeres y hombres comenzaron a atacarlo con piedras, gritandole:  “leproso fuera de aqui, no mereces estar aqui, fuera.”  Pero entre la multitud una joven muy bella, cargando un gran jarron con agua, se aproximo al pobre hombre y le dijo: “No te preocupes buen hombre, toma, bebe un poco de agua, yo te protejere de estas personas.”  El hombre tomo el agua, mientras la bella joven aplicaba toallas humedas limpiando las heridas.  Pero la multitud seguia con gran rabia, amenazando al hombre y lanzandole piedras.
De pronto llego al lugar un joven con su caballo, abriendose camino entre la gente se aproximo al hombre diciendole: “Que te pasa buen hombre porque te odian tanto?”  El hombre respondio:  “No se, me odian porque luzco enfermo, me odian porque no soy como ellos, me odian porque ellos son fuertes y yo soy debil.”  El joven respondio: “No te preocupes buen hombre, te llevare en mi caballo a un lugar seguro donde podras descansar y recuperarte.”  Y ayudandolo a subir al caballo la bella joven le pregunto al hombre:  “Tu crees que nos puedas perdonar?”  Y aquel hombre de piel malherida y debil para defenderse por si mismo le contesto con un susurro: “Si, estoy listo para perdonar……”