jueves, 9 de noviembre de 2017

ASI COMENZO PRIMER CULTO CRISTIANO EN EL HOGAR...

Evangelio en el Hogar

El culto Cristiano en el hogar
Se llenara el firmamento de estrellas, en una noche de luna plateada, cuando el Señor instalado provisionalmente en casa de Pedro, tomó Las Sagradas Escrituras y, como si quisiese imprimir un nuevo rumbo a la conversación que se hiciera improductiva y poco edificante, habló con bondad:
– Simón, ¿qué hace el pescador cuando se dirige al mercado con los frutos de cada día?
El apóstol pensó algunos momentos y respondió indeciso:
– Maestro, naturalmente escogemos los mejores pescados, pues nadie compra los residuos de la pesca.
Jesús sonrió y preguntó de nuevo:
¿Y el alfarero, qué hace para realizar la tarea que se propone?
– En verdad Señor, – replicó el pescador intrigado – modela el barro imprimiéndole la forma que desea.
El Amigo Celeste, con la mirada compasiva y fulgurante, insistió:
– ¿Y cómo procede el carpintero para alcanzar el trabajo que pretende?
El interlocutor, muy simple, informó sin vacilar;
– Labrará la madera, usará la suela y el serrucho, el martillo y el formón. De otra manera no podrá devastar la pieza bruta.
Se calló Jesús por algunos momentos y luego dijo:
– Así es también el hogar ante el mundo. El nido doméstico es la primera escuela y el primer templo del alma. La casa del hombre es la legítima forjadora del carácter para la vida común. Si el comerciante selecciona la mercancía, si el ebanista no consigue hacer una barca sin ajustar la madera a sus propósitos, ¿cómo esperar una comunidad segura y tranquila sin que el hogar se perfeccione?. La paz del mundo comienza bajo el techo que nos acoge. Si no aprendemos a vivir en paz entre cuatro paredes, ¿cómo esperar la armonía entre las naciones?. Si no nos habituamos a amar al hermano mas próximo, aquél que está asociado a nuestra lucha de cada día, ¿cómo respetar al Padre Eterno que nos parece distante?
Jesús pasó su mirada en la modesta sala, hizo un pequeño intervalo y continuó:
– Pedro, encendamos aquí, en torno a los que nos solicitan la asistencia fraternal, una claridad nueva. La mesa de tu casa es el hogar de tu pan. En ella recibes del Señor el alimento para cada día. ¿Por qué no instalar, a su alrededor, la simiente de la felicidad y de la paz, en la conversación y en el pensamiento?. El Padre, que nos da el trigo para nuestra despensa, a través del suelo, nos envía la luz a través del Cielo. Si la claridad es la expansión de los rayos que la constituyen, la abundancia comienza en el grano. Por esta razón el Evangelio no se inició sobre la multitudes, y sí en el sencillo domicilio de los pastores y de los animales.
Simón Pedro fijó sus ojos, humildes y lúcidos, en El Maestro y, como no encontraba palabras adecuadas para explicarse, murmuró tímidamente:
– Maestro, se hará como deseas.
Entonces Jesús, convidando a los familiares del apóstol a la conversación edificante y a la meditación elevada, desenrolló los escritos de la sabiduría y comenzó, en la Tierra, el primer culto cristiano en el hogar.
(“Jesús en el Hogar”, ED. FEB, Neio Lucio – Francisco Cándido Xavier)
Evangelio en el hogar
Practicas cultos diversos en casa, de manera imperceptibles.
El culto de la limpieza.
El culto del pan.
El culto del cariño.
El culto de la seguridad.
El culto del bienestar.
La higiene externa, entre tanto, no puede excluir la pureza de los pensamientos.
Estómago lleno no siempre es confort para el espíritu.
Cariño, en muchas circunstancias, es simple apego, sin ser amor.
Seguridad financiera no es fortaleza interior.
Bienestar, muchas veces, es pasajera ilusión.
Si aceptaste la realización del EVANGELIO EN EL HOGAR, la Doctrina Espirita te enseñará a valorar a todos ellos, por cuanto con Cristo, la limpieza comienza en la conciencia, el pan del conocimiento nutre el alma antes del cuerpo, la seguridad es armonía moral, el cariño es entendimiento fraterno y el bienestar es realmente la consagración de cada uno al bien de todos. Pensando en eso, te ofrecemos este folleto.
Pueda él, pues, ayudarte en la formación de tu núcleo de Evangelio entre las paredes del propio hogar, porque si la Doctrina Espirita es el Cristo de Luz para la Humanidad, por encima de todo es la Luz del Cristo en nuestros corazones.
Emmanuel (Espíritu)
(Médium: Francisco Cándido Xavier)
¿Que es el espiritismo?
Sus fundamentos
1º.- Existencia de Dios.
2º.- Demostración experimental de la supervivencia e inmortalidad del espíritu.
3º.- El superior principio de la Reencarnación, es decir, un determinado número de existencias, a través de diferentes cuerpos humanos, que viene a ser su herramienta de trabajo, pero siempre el mismo Espíritu, como único medio de alcanzar la evolución y perfeccionamiento.
4º.- Que cada uno de nosotros es el autor de su propio destino.
5º.- Que todos somos hermanos, por espíritu y origen, pero en diferentes grados de evolución y conocimientos, de acuerdo a la edad espiritual de cada uno.
6º.- Admite mundos habitados, innumerables en cantidad y grados de progreso, que serán también nuestra morada un día, cuando hayamos avanzado en el camino del progreso moral.
7º. – Promueve la caridad, la fraternidad y la solidaridad, como los medios seguros de alcanzar la felicidad real; por ello comparte la elevada sentencia de Jesús, que “sólo por el amor será salvado el hombre”.
8º.- Que el verdadero espirita se le conoce sencilla y principalmente por su transformación moral.
9º.- El Espiritismo es la Filosofía, es la Religión Universal, que promueve, a través de reconocidas experiencias, sus fundamentos, es decir, el verdadero objetivo de la vida, pero es aún más: el Evangelio mismo, en su más absoluta pureza.
El Espiritismo, además de ser una filosofía disciplinada y de experiencia científica, posee la garantía moral del Evangelio de Jesús. Lógico y con criterio en sus principios, en más de cien años de actividades doctrinarias, demostró ser la doctrina que responde a la necesidad de la mente moderna. En sus enseñanzas, fácilmente comprensibles y sin objetivos personales y sectarios, fue delineado para la liberación espiritual de la Humanidad del Siglo XX.
Practica del evangelio en el hogar
El Evangelio, comentado a la luz del Espiritismo, es el más auténtico camino de que podemos disponer, hoy y siempre, para la solución pacífica y feliz de los problemas humanos. Con él, todo es claridad y paz, alegría y trabajo, armonía y entendimiento, luz y progreso. Sin él, nublados son los días y heladas las madrugadas. Con él, la inteligencia y la cultura edifican para la vida que no perece, entreabriendo los panoramas de la perfección. Sin él, la cultura e inteligencia levantan tronos a la presunción que es hija dilecta del orgullo. Con él, la fortuna construye el progreso, estimula la prosperidad, extiende las bendiciones del socorro fraterno a aquellos que la vejez pobre y la infancia desvalida colocan al margen de la felicidad. Sin él, los recursos materiales provocan la arteriosclerosis espiritual, favorecen la expansión del egoísmo –”monstruo devorador de todas las inteligencias” – incentivan la prepotencia, retienen el alma en los alucinantes abismos de la usura.
La buena dirección y el éxito de todos los emprendimientos humanos tienen por base, substancialmente, intrínsecamente, el Cristo y su Evangelio. Es siempre oportuno, pues, sentir, vivir, y difundir el Mensaje de Jesús, con sinceridad y respeto, a través de nuestro sincero esfuerzo, a fin de que prosigamos, a pesar de nuestras imperfecciones y necesidades, buscando algo mejor. El imperativo de hoy y de los siglos que se aproximan es el mismo de ayer: para el frente y para lo alto, en dirección de los sublimes destinos de nuestra alma en tránsito para la luz. Nuestra contribución consiste sobre todo en el estímulo a nosotros mismos y a cuantos se interesan por la adquisición de los valores que no perecen, en el sentido de que nuestras luchas y problemas, aflicciones y cansancios, emprendimientos y responsabilidades nos encuentren siempre:
Vigilantes y laboriosos. Sinceros en el aprendizaje común
Leales a los propósitos de la Evolución Asimilando las lecciones que la vida escribe Estudiando y practicando el Evangelio.
Martins Peralva
“Estudiando el Evangelio”
El evangelio en el hogar
Finalidades
El Culto del Evangelio en el Hogar es una reunión familiar en la cual se procura la oración en conjunto y el estudio de “El Evangelio Según el Espiritismo” a través de charlas edificantes y meditación elevada. Realizado en el ambiente doméstico con constancia y puntualidad traerá muchos beneficios, entre los cuales podemos citar:
1) – Permitirá una amplia comprensión de las enseñanzas de Jesús, para hacer su práctica ejemplificante en el ambiente en que se vive.
2) – Mostrará a las personas unidas por los lazos consanguíneos la necesidad de una vivencia armoniosa, posibilitando a cada una de ellas la superación de las barreras, de los desentendimientos y de los desajustes que puedan existir entre ellas, despertando el sentimiento de fraternidad que debe unir a las criaturas dentro de un hogar cristiano.
3) – Orientará las vidas por la Conducta Cristiana desde tierna edad, lo que posibilitará evitar el aparecimiento de muchos defectos latentes del espíritu, sanando el mal antes de su aparición. Si, por ventura, aparecieren tendencias negativas a pesar de la orientación evangélica, los familiares encontrarán elementos seguros en la Moral Cristiana para superarlos.
4) – Enseñará a vivir y a convivir con toda la familia humana, haciendo a las personas que lo practican conscientes de que todos somos Espíritus deudores ante las Leyes Universales y, por tal motivo, debemos conducirnos dentro de actitudes ejemplares, amando y perdonando, soportando y comprendiendo los reveses de la vida. Mas allá de eso, con la ampliación de los conocimientos evangélicos, estos se podrán ofrecer con mayor seguridad a los que de ellos necesitaren.
5) – Atraerá, cuando es practicado en fecha y horario semanal preestablecidos, para la convivencia familiar, Espíritus Elevados que a todos protegerán y ampararán, pues, por su presencia, se apartarán los Espíritus “menos felices” que estimulan la desunión y la discordia. El ambiente familiar se convertirá en un puesto avanzado de luz donde los Espíritus dedicados al bien estarán siempre presentes.
6) – Proporcionará momentos de paz y comprensión a través de la oración y del estudio evangélico, haciendo con que las personas reciban mas fácilmente las inspiraciones benéficas sugeridas por los Espíritus protectores para una vivencia más tranquila y de patrón vibratorio más elevado, lo que contribuirá a la obtención de un Mundo Mejor.
Pautas para su realización
1) – Escoger un día y una hora de la semana en que sea posible contar con la presencia de todos los familiares o de la mayor parte de ellos.
2) – Observar rigurosamente la fecha y el horario, pues la puntualidad y la constancia en las reuniones son elementos indispensables para obtener de buena asistencia espiritual.
3) – En una sala previamente escogida, la reunión será realizada con las personas sentadas alrededor de una mesa (se colocarán además algunos libros sobre la mesa) o aún en silla, para que todos queden bien acomodados.
4) – Colocar vasos con agua (individual es mejor porque permite fluidificación especializada a cada persona) o una vasija con agua pura, para ser ofrecida a todos los componentes al final de la reunión.
5) – Iniciar la reunión con una oración, que deberá ser simple y espontánea, realizada en voz alta por uno de los miembros, mas siempre exteriorizando los sentimientos en las palabras expresadas. Podrán ser hechas oraciones conocidas mas siempre dictadas por el corazón y nunca adornadas con extenso palabrerío. La oración de abertura permitirá el equilibrio de pensamientos de los presentes en torno de Jesús, lo que facilitará la armonía y el aprovechamiento de las lecciones.
6) -Se prosigue a la lectura de EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO a través de uno de los siguientes procesos:
a) Estudio ordenado, estudio metódico del Evangelio desde el primer capítulo; permitirá que los participantes tengan un conocimiento gradual y ordenado de las enseñanzas que el libro contiene y, después de su término, seguir el segundo sistema.
b) Sistema de la abertura al acaso, se abre el Evangelio al acaso; se obtendrán lecciones variadas, generalmente coincidentes con las mayores necesidades de los presentes por la intervención de la Esfera Espiritual.
7) -El trecho escogido no deberá ser largo, mas siempre realizado de manera completa, esto es, leyendo todo el párrafo escogido para el estudio. Después de la lectura se siguen los comentarios (o preguntas) por los diversos componentes, de manera suscinta y breve, sobre el tema escogido y siempre buscando la esencia espiritual de la lección para la aplicación en la vida diaria de cada uno.
8 ) – La orientación de la práctica corresponderá al jefe de la familia o a la persona que disponga de mayores conocimientos doctrinarios. Aún aquí cabe recordar que siendo el Evangelio en el Hogar, un ESTUDIO EN GRUPO, no es necesaria la presencia de una persona con cultura doctrinaria. En la pureza de los ideales y en la sinceridad de las intenciones, está el mayor valor proporcionado por el Evangelio y en la continuidad de los estudios todos aprenderán, auxiliándose mutuamente en los puntos poco comprensibles. Como el Espiritismo nos ofrece la Fe a través de la Lógica y del Raciocinio es muy importante que todos traten de participar en la discusión de los temas escogidos, en la medida de lo posible, en forma serena, amistosa y con libertad de pensamientos, mas siempre en un ambiente de respeto y elevación. Hablar y vivir con Jesús es una felicidad que no debe ser obstaculizada.
9) – Las manifestaciones mediúmnicas deberán ser evitadas. Para ellas hay un local adecuado que es el Centro Espirita. La finalidad básica del Evangelio en el Hogar es EL APRENDIZAJE CRISTIANO PARA LA MEJOR CONDUCCIÓN DE NUESTROS DESTINOS en la jornada física actual. De esa forma, en el Culto Cristiano no hay lugar para incorporaciones, pases y psicografías, salvo determinadas situaciones, que se pueden considerar como excepciones. Cuando encontramos mediumnidades indisciplinadas debemos encaminar el problema a una Sociedad Espirita idónea.
10) – Se deben evitar comentarios y censuras que vayan contra personas o religiones. Se busca en el Evangelio la adquisición de valores mayores como la BENEVOLENCIA, la CARIDAD, la COMPRENSIÓN, y la HUMILDAD, no habiendo allí lugar para cualquier conversación poco edificante.
11) – La participación de niños en la práctica debe ser permitida, teniéndose en cuenta su grado de mentalidad para que haya compatibilidad con la comprensión y el respeto necesario al momento. Podrán participar en los comentarios y en la oración para ir adquiriendo conciencia de “participación”.
12) – La duración de la reunión puede ser de 30 minutos, no debiendo prolongarse más allá de los 45 minutos.
13) – No suspender la práctica del Evangelio en virtud de visitas inesperadas. El dirigente deberá esclarecer el asunto delicadamente, con humildad y franqueza, y convidar a la visita si así lo desea. Recuérdese que, muchas veces fue la Espiritualidad que provocó el encuentro para el esclarecimiento Evangélico.
14) – No suspender la práctica del Evangelio en virtud de llamados sin urgencia, recados inoportunos que traigan preocupaciones, paseos, festividades de cualquier orden y otros motivos de menor importancia. Nada es más importante que el Evangelio en el Hogar y por ese motivo es que fue sugerido la selección de un día y horario especial en que todos puedan estar presentes y que no se prevea ninguna anormalidad en la rutina del hogar.
15) – El cierre de la reunión se hace con una oración en la cual se agradece los momentos de reencuentro espiritual, la paz y las lecciones recibidas. A continuación todos beberán el agua fluidificada.
Observaciones
Fuera del “EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO” podrán ser utilizadas otras obras Espiritas relacionadas con el asunto en estudio, desde que respete el tiempo de duración. Puede ocurrir que la persona motivada por la Doctrina Espirita no encuentre la misma repercusión en el ambiente familiar o apenas en parte de él. En ese caso, desde que manifieste el deseo de la práctica del Evangelio en su Hogar, deberá proceder de la siguiente manera:
a) Elegir día y hora en la semana; en ese día y hora recogerse en un cómodo lugar de la casa, sólo o acompañado por los simpatizantes; b) Proceder a la práctica del Evangelio como fue explicado anteriormente.
Sobre el agua fluidificada
En las reuniones de la Práctica del Evangelio en el Hogar, se utiliza este elemento natural como valioso instrumento terapéutico. El agua fluidificada, es decir, vitalizada positivamente por las energías superiores, del hombre – energía magnética -, del mundo espiritual, – energía fluídica -, hacen del agua un medicamento saludable, capaz de revitalizar los órganos físicos debilitados y restablecer las funciones orgánicas afectadas o descompensadas; esta es la acción del extraordinario potencial energético que puede adquirir el agua cuando se le es sometida al influjo de energía etérea. El agua es elemento energético y óptimo vehículo para transmitir fluidos benéficos al organismo humano. Ella es sensible a los principios radioactivos emanados del sol y también al magnetismo áurico del hombre. Por lo tanto, en sus reuniones cristianas, puede valerse de este maravilloso recurso. Coloca una vasija con agua, y dentro de la oración final o inicial, sugieres al Mundo Mayor, la posibilidad de magnetización de la misma, a fin de obtener la medicina espiritual a través de este vehículo. Terminada la reunión, cada uno de los participantes tomará un poco de agua. Se pueden individualizar los vasos con agua de acuerdo al número de los presentes. De este modo, cada uno recibirá de acuerdo a sus necesidades. Cuando fuere necesario, ante la presencia de un enfermo o para nuestros propios requerimientos, al acostarnos, coloquemos un poco de agua en un vaso, o recipiente pequeño y en nuestra oración solicitemos a los Benefactores Espirituales, la fluidificación o medicación del agua. Démosla al enfermo o en nuestro caso personal tomarla en la hora de levantarnos. Valgámonos de este sublime recurso en los momentos críticos, y con mucho fervor, elevando nuestra alma a Dios, obtendremos resultados inesperados. “Pedid y se os dará”, dijo el Maestro Jesús.
Explicación Necesaria
El EVANGELIO, es la Buena Nueva, que el Maestro Jesús hace dos mil años nos legara. El Espiritismo al tomar del Evangelio de Jesús, las máximas más sobresalientes, no establece competencia con religión alguna existentes en la actualidad, ni debe confundirse con alguna de ellas. El Espiritismo es una Doctrina de Amor. Allan Kardec, al tomar algunos de los aspectos de la Doctrina de Jesús, los enfocó a la luz del Espiritismo dejándonos la obra EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, que contiene la explicación de las máximas morales de Jesús, su concordancia con el Espiritismo y su aplicación en las diversas situaciones de la vida. Alertando a las almas para las verdaderas finalidades de la vida, llevando a los humildes y sufridores el límpido mensaje de Jesús, de paz y de consuelo.
La genuina esencia de la doctrina está contenida en este libro, El Evangelio de Jesús verdaderamente explicado en espíritu y en verdad, cuya enseñanza moral es lo único que nos puede conducir a la reforma íntima, a la realización integral de la finalidad de la Creación por el respeto y obediencia a las leyes divinas, las leyes morales, inscritas en la propia conciencia del hombre. Tomamos este libro, como punto de partida para la realización del Evangelio en el Hogar, ya que orienta al hombre para la conquista de los valores espirituales y la reforma interior, para el combate de los vicios, para una nueva filosofía de la vida, mostrándole sobre todo, la necesidad de ser bueno, porque “fuera de la caridad no hay salvación”.
Esclarecimiento sobre la oración
La oración es una invocación; por ella un ser se pone, con el pensamiento, en relación con el ser a quien se dirige. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a él. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual transmite el pensamiento como el aire transmite el sonido. La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es oída por los Espíritus en cualquier parte que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados. Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y efectiva, sin que por esto deje de estar menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción. Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de este modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí los males que se atrae por sus propias faltas.
Cualidades de la oración
Jesús definió las cualidades de la oración claramente, diciendo:
Cuando roguéis, no os pongáis en evidencia; rogad en secreto y no aparentéis rogar mucho porque no será por la multitud de las palabras que seréis oídos, sino por la sinceridad con que sean dichas; antes de orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela, porque la oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, rogad con humildad, como el publicano, y no con orgullo, como el fariseo: examinad vuestros defectos y no vuestras cualidades, y si os comparáis con otros, buscad lo que hay de malo en vosotros.
Eficacia de la oración
Hay gentes que niegan la eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose todo el universo por leyes eternas, nuestros votos no pueden cambiar los decretos de Dios. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener como sería injusto acusar a la Providencia si no accede a otro lo que se le pide, puesto que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Hace lo mismo que un padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación. Lo que Dios le concederá, si se dirige a El con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándole de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a si mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo lo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero casi siempre se preferiría el ser socorrido por un milagro sin ningún trabajo.
El poder de la oración
El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común tiene una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal!. Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento.
Oraciones inteligibles
La oración sólo tiene valor por el pensamiento que se une a ella, y es imposible unir el pensamiento a lo que no se comprende, por qué lo que no se comprende no puede conmover al corazón. Para la inmensa mayoría, las oraciones en un lenguaje incomprensible sólo son un conjunto de palabras que nada dicen al Espíritu. Para que la oración conmueva, es preciso que cada palabra despierte una idea, y si no se comprende no puede despertar ninguna. Se repite como una simple fórmula, suponiéndole más o menos virtud según el número de veces que se repite; muchos oran por el deber y otros por conformarse con los usos; por esto creen haber cumplido su deber cuando han dicho una oración en número de veces determinado, siguiendo tal o cual orden. Dios lee en el fondo del corazón y ve el pensamiento y la sinceridad; sería rebajarle creerle más sensible a la forma que al fondo.
Modo de orar
El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero : ¡cuán pocos saben orar!, ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente las unas a las otras, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os moleta!.
La oración del cristiano, del Espirita, de cualquier culto que sea, debe ser hecha desde que el Espíritu ha vuelto a tomar el yugo de la carne; debe elevarse a los pies de la majestad divina, con humildad, con profundidad, alentada por el reconocimiento de todos los bienes recibidos hasta el día, y por la noche que se ha pasado, durante la cual os ha sido permitido, aunque sin saberlo vosotros, volver al lado de vuestros amigos, de vuestros guías, para que con su contacto os den más fuerza y perseverancia. Debe elevarse humilde a los pies del Señor, para recomendarle vuestra debilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y su misericordia. Debe ser profunda, porque vuestra alma es la que debe elevarse hacia el Creador, la que debe transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante de esperanza y de amor.
Vuestra oración debe encerrar la súplica de las gracias que os sean necesarias, pero de una necesidad real. Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestras pruebas y que os dé los goces y las riquezas; pedirle que os conceda los bienes más preciosos de la paciencia, de la resignación y de la fe. No digáis lo que muchos de entre vosotros: “No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha”. La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios?. ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ; ¡OH!,no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado “Dios no se ocupa de nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias”, ¡Insensatos!. ;¡Ingratos!. Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros.
Debéis rogar sin cesar, sin que por esto os retiréis a vuestro oratorio o que os pongáis de rodillas en las plazas públicas. La oración del día es el cumplimiento de vuestros deberes sin excepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es un acto de amor hacia el Señor el que asistáis a vuestros hermanos en cualquier necesidad moral o física?. ¿No es hacer un acto de reconocimiento elevar vuestro pensamiento hacia El cuando sois felices, cuando se evita un percance, cuando una contrariedad pasa rozando con vosotros, si decís con el pensamiento:;¡Bendito seáis, Padre mío.! ¿No es un acto de contrición el humillaros ante el Juez Supremo cuando sentís que habéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento, al decirlo:¡Perdonadme, Dios mío, porque he pecado (por orgullo, por egoísmo o por falta de caridad); dadme fuerza para que no falte más y el valor necesario para reparar la falta!?. Esto es independiente de las oraciones regulares de la mañana y de la noche, y de los días que a ella consagréis; pero, como veis, la oración puede hacerse siempre sin interrumpir en lo más mínimo vuestros trabajos; decid, por el contrario, que los santifica. Y creed bien que uno solo de estos pensamientos, saliendo del corazón, es más escuchado de vuestro padre celestial que largas oraciones dichas por costumbre, a menudo sin causa determinada, y a las cuales conduce maquinalmente la hora convenida. A continuación transcribimos algunas oraciones que servirán como modelo para la iniciación y cierre de las reuniones de la practica del evangelio en el hogar
Para iniciar
¡Señor!
No te pedimos que nos libres de las pruebas necesarias mas apelamos a tu misericordia, a fin de que nuestras fuerzas consigan superarlas. No te rogamos la suspensión de nuestros problemas que nos afligen; sin embargo, esperamos el apoyo de tu amor para solucionarlos con base en nuestro propio esfuerzo. No te solicitamos que nos apartes los adversarios que traban nuestros pasos y obscurecen el camino; todavía contamos con tu amparo, de modo que aprendamos a aceptarlos, aprovechándoles el concurso. No te imploramos inmunidad contra las desilusiones que por ventura nos hieran, mas te pedimos el auxilio, para aceptarlas sin rebeldía, como función edificante y redentora. No te suplicamos para que se nos libre el corazón de penas y de lágrimas; mas; rogamos tu benevolencia para sobrellevarlas.
Señor, asístenos, para recibir el esclarecimiento necesario de tu mensaje redentor. Señor, que sepamos agradecer tu protección y tu bondad en las horas de alegría y de triunfo; entre tanto, ¡que en los días de aflicción y de fracaso podamos sentir con nosotros la luz de tu vigilancia y de tu bendición.!…
Otra
¡Señor Jesús!,
Cuando Dios no es colocado por centro de nuestra vida, perdemos el rumbo, cual viajeros que se distancian de la luz, cayendo en las tinieblas. . . Y es entre nosotros, Señor, la imagen más fiel del Padre que nos creó. Para reunirnos a El nos diste tu Evangelio de amor el camino de la redención. ¡Concédenos, así, la fuerza para recorrerlo!: Inspíranos la comprensión de tu palabra, por cuanto sabemos que el Reino de los Cielos, como felicidad eterna, ha de comenzar en nosotros mismos.
Guíanos, Maestro, y ayúdanos a entender Tu Voluntad.
Otra
Señor Jesús, que un día dijiste: “yo soy la luz del mundo”, ilumínanos la visión para que podamos conocer el camino para poder atender Tu Voluntad. Permite, Maestro, que tus mensajeros nos asistan e inspiren, y nos sustenten el espíritu para que seamos dignos de tu confianza. Nosotros te agradecemos la bendición del Hogar en que nos reúnes. Enséñanos que él no es apenas el rectángulo de paredes que acoge los cuerpos, mas sí el santuario que nos concediste para la aproximación de las almas. Ayúdanos, Dios de Infinita Bondad, a fin de que nuestros ojos espirituales se mantengan abiertos para nuestras responsabilidades en familia, y aprendamos, así, con tu bendición, a amarnos realmente, unos a loa otros.
Otra
Señor Jesús, nos diste una vida dinámica, para que sea realmente vivida. Se moviliza nuestro cuerpo, el tiempo avanza y la evolución camina. Ayúdanos Señor, para que nuestra fe también marche, expresándose en acción permanente en el bien. A ti, Excelso Benefactor, que traduces la confianza del Padre, en Amor a los semejantes, inspíranos nuestra aspiración de servir. Así sea.
Oraciones para el cierre
Señor, agradecemos la riqueza que nos concediste, al permitirnos en este hogar reunirnos. Aquí nos situaste por amor, para que aprendamos a servir al prójimo, sirviendo a nosotros mismos. Inspíranos resoluciones elevadas, a fin de que la corrección en el desempeño de nuestros deberes nos haga más felices y más útiles. No permitas, amado Jesús, que olvidemos nuestras obligaciones, ante tus enseñanzas, y bendíganos, hoy y siempre.
Otra
Señor Jesús, deseamos aprender a servir.
¡Enséñanos Maestro, a procurarte la presencia Divina en el servicio de todos los días!. Te entregamos, así, nuestras vidas con nuestros sentimientos e ideales, rogando que dispongas de nosotros según Tu Voluntad. Amado Jesús, te procuramos la luz divina en el Evangelio que nos dejaste, para ser más útiles. Agradecemos, Señor, el amparo que nos das y contamos con tu auxilio para que seamos mañana, mejores que hoy. Así sea.
Oración de caritas
Dios Padre nuestro, que tienes poder y bondad, dad fuerzas a aquel que pasa por la prueba, dad luz a aquel que busca la verdad, poned en el corazón del hombre la compasión y la caridad. Dios, dad al viajero la estrella guía, al afligido la consolación, al enfermo el reposo. Padre, dad al culpado el arrepentimiento, al espíritu la verdad, al niño el guía, al huérfano el padre. Señor, que vuestra bondad se extienda sobre todo lo que creaste. Piedad, Señor, para aquellos que no os conocen; esperanza para aquellos que sufren. Que vuestra bondad permita a los Espíritus consoladores extender por toda parte la paz, la esperanza y la fe. Dios, un rayo, una chispa de Vuestro Amor poder abrazar la Tierra; déjanos beber en las fuentes de esa bondad fecunda e infinita y todas las lágrimas pararán, todos los dolores se calmarán; un solo corazón, un solo pensamiento, subirá hasta vos, como un grito de reconocimiento y de amor. Como Moisés sobre la montaña nosotros esperamos con los brazos abiertos, oh poder, oh bondad, oh belleza, oh perfección, y queremos de alguna suerte merecer vuestra misericordia. Dios, dadnos la fuerza de ayudar al progreso a fin de subir hasta Vos; dadnos la caridad pura, dadnos la fe y la razón, dadnos la simplicidad que hará de nuestras almas el espejo donde se debe reflejar Vuestra Imagen.
El libro espirita es vida
El pan elimina el hambre.
El Libro Espirita suprime la penuria moral.
El traje compone lo exterior.
El Libro Espirita armoniza lo íntimo.
El techo abriga de la intemperie.
El Libro Espirita resguarda a la criatura contra los peligros de la obsesión.
El remedio excluye la enfermedad.
El Libro Espirita reanima el enfermo.
La cirugía reajusta los tejidos celulares.
El Libro Espirita reequilibra los procesos de la conciencia.
La devoción prepara y consuela.
El Libro Espirita reconforta y explica.
El arte distrae y enternece.
El Libro Espirita purifica la emoción, induce al raciocinio.
La conversación amiga y edificante exige ambiente y ocasión para socorrer a los necesitados del alma.
El Libro Espirita hace eso en cualquier lugar y en cualquier tiempo.
La fuerza corrige.
El Libro Espirita renueva.
El alfabeto instruye.
El Libro Espirita ilumina el pensamiento.
Ciertamente es deber nuestro crear y desenvolver todos los recursos humanos que nos sustenten y dignifiquen la vida en la Tierra de hoy. Todavía, cuando nos sea posible, auxiliemos el mantenimiento y difusión del Libro Espirita que nos sustenta y dignifica la vida imperecible, libertándonos de la sombra para la luz, de la ignorancia para el conocimiento, en el plano físico y en la esfera espiritual, aquí y ahora, después y siempre.
André Luiz
Calma
Si usted esta a punto de estallar mentalmente, silencie algunos instantes para pensar.
Si el motivo es alguna molestia en su cuerpo, la intranquilidad lo empeora.
Si la razón es la enfermedad en algún ser querido, su descontrol es factor agravante.
Si usted sufrió perjuicios materiales, la actitud de reclamo es como bomba retardada.
Si perdió algún afecto, la queja hará de usted una persona menos simpática, entre sus amigos.
Si perdió alguna oportunidad valiosa tiempo atrás, la inquietud es desperdicio de tiempo.
Si aparecen contrariedades, el acto de irritarse apartará de usted el concurso espontáneo.
Si usted practicó un error, la desesperación es puerta abierta para faltas mayores.
Si usted no alcanzó lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo a alcanzar.
Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma, porque en todo problema, la serenidad es el techo del alma, pidiendo el servicio por solución.
André Luiz

APROVECHA

“Si alguien dice: - yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve?" (I Juan, 4:20)

La vida es proceso de crecimiento del alma al encuentro de la Grandeza Divina.
Aprovecha las luchas y dificultades de la senda para la expansión de ti mismo, dilatando tu círculo de relaciones y de acción.
Aprendamos para esclarecer.
Atesoremos para ayudar.
Engrandezcámonos para proteger.
Eduquémonos para servir.
Con el acto de hacer y dar alguna cosa, el alma se extiende siempre más allá...
Guardando la bendición recibida para sí solamente, el Espíritu, muchas veces, apenas se adorna, pero esparciendo la riqueza de que es portador, crece constantemente.
En la prestación de servicio a los semejantes, se incorpora, naturalmente, al coro de las alegrías que provoca.
En la enseñanza al aprendiz, se une a los beneficios de la lección.
En la creación de las buenas obras, en el trabajo, en la virtud o en el arte, vive en el progreso, en la santificación o en la belleza con que la experiencia individual y colectiva se engrandece y perfecciona.
En la distribución de pensamientos sanos y elevados, se convierte en fuente viva de gracia y alegría para todos.
En el concurso espontáneo, dentro del ministerio del bien, se une a la prosperidad común.
Da, pues, de ti mismo, de tus fuerzas y recursos, obrando sin cesar, en la institución de valores nuevos, auxiliando a los otros, a beneficio de ti mismo.
El mundo es camino vasto de evolución y perfeccionamiento, donde transitan, a tu lado, la ignorancia y la flaqueza.
Aprovecha la gloriosa oportunidad de expansión que la esfera física te confiere y ayuda a quien pasa, sin pensar en pagos de cualquier naturaleza.
El prójimo es nuestro puente de unión con Dios.
Si buscas al Padre, ayuda a tu hermano, amparándoos recíprocamente, porque, según la palabra iluminada del evangelista, “si alguien dice: - yo amo a dios, y aborrece al semejante, es mentiroso, pues quien no ama al compañero con quien convive, ¿cómo puede amar a Dios, a quien aún no conoce?"
*  *   *
XAVIER, Francisco Cándido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel.

martes, 7 de noviembre de 2017

CONSEJOS PARA UN ALMA NECESITADA DE CONQUISTAR HUMILDAD



Pasar desapercibido, no llamar la atención sobre sí mismo, ni siquiera sobre lo que se hace, pues en verdad toda obra pertenece al Señor.
Por tanto ser humilde es estar ajeno a todo mérito o reconocimiento que prodigue el amor propio. Se buscará la entrega total de vida y obra, de resultados y triunfos que no son nuestros.
Al alcanzar esta manera superior de vivir, en que la entrega absoluta de los resultados y de la vida misma en lo que tiene de bueno y aprovechable alcanzaremos a escalar los primeros peldaños de la humildad.
El olvido de sí mismo. El reconocimiento de nuestra desvalía frente a la importancia de la Obra Divina y de la Divinidad misma. El despertar de la conciencia considerando nuestra insignificancia y la grandiosidad de la Naturaleza.
Ser capaz de engranarse en la obra que se desarrolla, sin buscar ventajas, con absoluto desinterés, sin aprovecharse de nadie...
Vivir la vida entera sin percibir siquiera que podamos tener algún valor, mas, considerando lo valiosa que puede ser nuestra entrega para ayudar el destino de otros...
Saber que la grandeza está en el conjunto de la obra, donde participamos de una manera imperceptible, sin despertar envidias, ni admiraciones innecesarias.
Buscar la felicidad en la conciencia tranquila, en la conciencia feliz por el bien hecho.
Estos consejos no pretenden agotar un tema de por sí extenso y profundo, sino crear sensibilidad sobre el rumbo de los caminos que han de ser abiertos y transitados por todo aquél que quiera llegar a ser humilde.
Como ocurre con todo asunto grave mientras más se le estudie mayores serán los horizontes que se extiendan ante nuestra vista asombrada ante la grandeza de la Obra Divina y la conciencia de nuestra propia precariedad.
Nada lograremos sin esfuerzo.
Si queremos alcanzar valores superiores debemos luchar para moldear nuestra naturaleza material, pero  más que nada la disciplina del carácter, la transformación del hombre animal en el ser angelical. Visión acabada de una entidad que viene por siglos construyéndose a sí misma, a veces sin quererlo, dejándose arrastrar por la fuerza de las cosas. Otras empujando el rastro de la existencia, por el sendero apropiado, impulsándolo con la voluntad –esa fuerza superior del alma– en el sentido correcto.
¡Nada podrá impedir que alcancemos las metas anheladas!
¡Luchemos pues, con valor y denuedo seguros de eliminar de nuestra alma, toda sombra, toda mácula, todo rastro de negatividad para que podamos reflejar el brillo de la luz que emerge de nuestro yo, liberado ahora de todo el peso, de toda la opresión que por siglos hemos cargado:
El orgullo y el egoísmo, que venceremos para alcanzar la ansiada humildad siguiendo las huellas de Aquél que lavó los pies a sus discípulos y que siendo grande, no dudó en compartir la vida con los pequeños y necesitados!
Todo camino tiene su comienzo, generalmente suele ser una vereda o una senda que luego se amplía.
“Buscad y encontraréis” nos aconseja el Señor. Busquemos, pues, todo lo necesario para cultivar la humildad, hoy y siempre.

Comunicación recibida en la Sociedade Beneficente Bezerra de Menezes, en Campinas, SP, Brasil, en la noche del 28/4/99, durante una reunión de psicopictografía o pintura mediúmnica.

lunes, 6 de noviembre de 2017

EL EGOISMO Y EL ORGULLO



Hoy me interesé en evaluar las apreciaciones que podemos encontrar en la Internet, frente a los conceptos de Orgullo y Egoísmo.

Qué curioso ver que muchas de las explicaciones y apreciaciones están dadas por observaciones de creyentes, y que sus conceptos están soportados en sus creencias religiosas.

Sin embargo, aparte del concepto pasional de los creyentes en tal o cual fe; me llamó poderosamente la atención algunos aspectos literarios que enfocan consideraciones interesantes,  para algunos como poco conocidas; los hechos históricos muestran un siglo de quiebre, el siglo XVIII o el siglo de Las Luces, pues, es en esta época cuando se enalteció el valor de la razón; basta de tiranías, superstición y mandatos divinos; animémonos a pensar por nosotros mismos; el famoso ¡Sapere aude! de Immanuel Kant: ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!. Es decir, la libertad de hacer uso público de su razón íntegramente, es el final de aquel ¡Nada de razones!, impuesto por la religión dominante y los estados. Al tiempo, la revolución francesa puso a la libertad como valor primario e innegociable, seguido inmediatamente por la igualdad y la fraternidad. Adam Smith –considerado por muchos el padre de la economía, uno de sus grandes aportes está en añadir un toque mágico a esta hermosa combinación entre Razón, Libertad y Prosperidad: la colaboración. Sucede que, a partir de la razón y la libertad individual se llega al progreso colectivo. Es decir, cada uno siguiendo su propio interés –su propio bienestar- contribuye al bienestar social.

Y en ese uso de la Razón, Libertad, Prosperidad y Colaboración, muchos concluyen, que nadie realiza acciones que contribuyan al bienestar colectivo cuando las mismas van a en contra de su bienestar individual; es estar dispuesto a hacerse daño a sí mismo en pos de otro desconocido. Cada hombre es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse para otros ni sacrificar a otros para sí mismo. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida.

Libertad, igualdad, fraternidad. Estas tres palabras constituyen de por sí el programa de todo un orden social que habría de promover el más absoluto progreso de la humanidad, en caso de que el principio que ellas representan recibiera una aplicación integral. La fraternidad, en la rigurosa acepción del término, resume to­dos los deberes recíprocos de los hombres; significa devoción, abnega­ción, tolerancia, benevolencia, indulgencia. Es la caridad evangélica por excelencia y la aplicación de esta máxima: “Obrar para con los otros como nos gustaría que los otros obraran para con nosotros”. Su opues­to es el egoísmo. La fraternidad sostiene: “Uno para todos y todos para uno”. El egoísmo sostiene: “Cada uno para sí”. Como estas dos cuali­dades son la negación una de otra, es tan imposible para el egoísta obrar fraternalmente en relación con sus semejantes, como para un avaro ser generoso, así como para un hombre de pequeña estatura alcanzar el tamaño de un hombre alto. Ahora bien, dado que el egoísmo es la llaga que predomina en la sociedad, mientras este impere soberanamente será imposible el reino de la verdadera fraternidad. Cada uno la querrá para su provecho, y no querrá practicarla en provecho de los otros, o si lo hiciere, será después de haberse asegurado de que no perderá nada. (Allan Kardec. Obras Póstumas).

El egoísmo, la más grande de las inseguridades, nos lleva a buscar la inseguridad en nosotros mismos, tratando de ser el centro del universo y que todos los demás nos sirvan. El egoísta no sabe lo que significa dar, y menos darse. El egoísta tampoco sabe recibir porque esto lo compromete a dar. Se siente autosuficiente, busca que los demás le sirvan; pero ha de ser como él quiere, no como los demás pueden. Por eso, no existe la gratitud en su corazón. El egoísta siempre causará problemas y lágrimas a su alrededor por motivos insignificantes. El egoísta hace sufrir a los demás porque dentro de sí sufre un terrible drama. No se siente amado ni digno de amor.

El orgullo, es una sed desmedida de ambición que nos hace entrar en competencia: ser más rico que el otro, más sabio que el compañero, más capaz que el vecino, para demostrar la superioridad sobre los demás. De esta manera se está siempre descontento. Si el lema del egoísta es: “todo para mí”, el del orgulloso es: “yo soy superior a ti”. Siempre vive en competencia pero no puede gozar sus triunfos porque sabe que están fabricados con humo de vanagloria. Generalmente el orgulloso es muy tolerante con sus defectos: siempre los excusa, los explica o los niega. Siempre tiene una razón para justificarse, pero es muy exigente con las faltas y limitaciones de los demás. Sus faltas nunca son faltas, pero las de los otros son inexcusables, imperdonables e inolvidables.

Desde el momento en que cada uno piensa en sí mismo antes de pensar en los otros, y que ante todo busca satisfacer sus propios deseos, intenta naturalmente proporcio­narse esa satisfacción a cualquier precio, y sacrifica sin escrúpulo los intereses ajenos, sea en las más insignificantes como en las más gran­des cosas, tanto de orden moral como de orden material. De ahí re­sultan todos los antagonismos sociales, todas las luchas, los conflictos y las miserias, dado que cada individuo trata de despojar a su prójimo. Es sabido que la mayor parte de las miserias de la vida tienen su origen en el egoísmo de los hombres. (Allan Kardec. Obras Póstumas).

El egoísmo, a su vez, tiene su origen en el orgullo. La exalta­ción de la personalidad lleva al hombre a que se considere superior a los otros. Al suponerse con derechos superiores, se ve agraviado por todo lo que a su entender constituye un atentado a sus derechos. La importancia que por orgullo atribuye a su persona, lo vuelve naturalmente egoísta. (Allan Kardec. Obras Póstumas).

Los hombres sabios y experimentados, según el mundo, por lo general tienen tan alta opinión de sí mismos (Egoísmo) y de su superioridad, que consideran que las cosas divinas son indignas de su atención (Orgullo). Como concentran la mirada en su propia persona, no pueden elevarla hasta Dios. Esa tendencia a creerse por encima de todo, con frecuencia sólo los conduce a negar aquello que, por no estar a su alcance, podría rebajarlos. Incluso niegan a la propia Divinidad, o bien, si consienten en admitir su existencia, refutan uno de sus más bellos atributos: su acción providencial sobre las cosas de este mundo, pues están persuadidos de que sólo ellos bastan para gobernarlo convenientemente. Toman su inteligencia para medir la inteligencia universal, y se consideran aptos para comprenderlo todo, razón por la cual no creen en la posibilidad de lo que no comprenden. Cuando han pronunciado una sentencia, no admiten la apelación. (Allan Kardec. El Evangelio según el Espiritismo).

El egoísmo y el orgullo tienen su origen en un sentimiento na­tural: el instinto de conservación. Todos los instintos tienen su razón de ser y su utilidad, dado que no es posible que Dios haya hecho algo que sea inútil. Dios no ha creado el mal; el hombre es quien lo pro­duce por el abuso que hace de los dones divinos, en virtud de su libre albedrío. Así pues, ese sentimiento, contenido dentro de sus justos límites, es bueno en sí mismo. Lo que lo hace dañino y pernicioso es la exageración. Lo mismo sucede con las pasiones, a las que a menu­do el hombre desvía de su objetivo providencial. Dios no ha creado al hombre egoísta y orgulloso; lo creó simple e ignorante; el hombre es quien se ha hecho egoísta y orgulloso, exagerando el instinto que Dios le dio para su propia conservación. (Allan Kardec. Obras Póstumas).

El egoísmo es la negación de la caridad. Ahora bien, sin caridad no habrá paz en la sociedad. Os digo más, no habrá seguridad. Con el egoísmo y el orgullo dándose la mano, la vida será siempre una carrera en la que triunfa el más astuto, una lucha de intereses en la que son pisoteados los más puros afectos, en la que ni siquiera se respetan los sagrados lazos de la familia. (Allan Kardec. El Evangelio según el Espiritismo).

La causa del orgullo está en la creencia que tiene el hombre de su superioridad individual. Incluso ahí se hace sentir la influencia de la concentración de los pensamientos en la vida terrenal. Para aquel que nada ve delante de él, detrás de él, ni encima de él, el sentimiento de la personalidad es predominante y el orgullo carece de límites. (Allan Kardec. Obras Póstumas).

El egoísmo, esa llaga de la humanidad, debe desaparecer de la Tierra, porque impide el progreso moral. Al espiritismo está reservada la tarea de hacerla ascender en la jerarquía de los mundos. El egoísmo es, pues, el objetivo hacia el cual todos los verdaderos creyentes deben apuntar sus armas, sus fuerzas, su valor. Digo valor, porque es necesario mucho más valor para vencerse a sí mismo que para vencer a los otros. Por consiguiente, ponga cada uno el mayor empeño para combatirlo en sí mismo, pues ese monstruo devorador de las inteligencias, ese hijo del orgullo, es la fuente de todas las miserias de la Tierra. El orgullo es la negación de la caridad y, en consecuencia, el más grande obstáculo para la felicidad de los hombres. (Allan Kardec. El Evangelio según el Espiritismo).



Amilcar Pertuz Reyes

Director

Organización Espírita Reencuentros por Amor