miércoles, 26 de agosto de 2015

APROVECHA



 


“Si alguien dice: - yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve? (I Juan, 4:20)

La vida es proceso de crecimiento del alma al encuentro de la Grandeza Divina.
Aprovecha las luchas y dificultades de la senda para la expansión de ti mismo, dilatando tu círculo de relaciones y de acción.
Aprendamos para esclarecer.
Atesoremos para ayudar.
Engrandezcámonos para proteger.
Eduquémonos para servir.
Con el acto de hacer y dar alguna cosa, el alma se extiende siempre más allá...
Guardando la bendición recibida para sí solamente, el Espíritu, muchas veces, apenas se adorna, pero esparciendo la riqueza de que es portador, crece constantemente.
En la prestación de servicio a los semejantes, se incorpora, naturalmente, al coro de las alegrías que provoca.
En la enseñanza al aprendiz, se une a los beneficios de la lección.
En la creación de las buenas obras, en el trabajo, en la virtud o en el arte, vive en el progreso, en la santificación o en la belleza con que la experiencia individual y colectiva se engrandece y perfecciona.
En la distribución de pensamientos sanos y elevados, se convierte en fuente viva de gracia y alegría para todos.
En el concurso espontáneo, dentro del ministerio del bien, se une a la prosperidad común.
Da, pues, de ti mismo, de tus fuerzas y recursos, obrando sin cesar, en la institución de valores nuevos, auxiliando a los otros, a beneficio de ti mismo.
El mundo es camino vasto de evolución y perfeccionamiento, donde transitan, a tu lado, la ignorancia y la flaqueza.
Aprovecha la gloriosa oportunidad de expansión que la esfera física te confiere y ayuda a quien pasa, sin pensar en pagos de cualquier naturaleza.
El prójimo es nuestro puente de unión con Dios.
Si buscas al Padre, ayuda a tu hermano, amparándoos recíprocamente, porque, según la palabra iluminada del evangelista, “si alguien dice: - yo amo a dios, y aborrece al semejante, es mentiroso, pues quien no ama al compañero con quien convive, ¿cómo puede amar a Dios, a quien aún no conoce?”

*      *      *

 Por el Espíritu Emmanuel. 26. ed. Río de Janeiro: FEB, 2001

viernes, 21 de agosto de 2015

OIGAMOS

"Y Abraham le dijo: Ellos tienen a Moisés y a los profetas; óiganlos." — (Lucas, 16:29.)
 

 La respuesta de Abraham al rico de la parábola aún es enseñanza de todos los días, en el camino común.
Innumerables personas se aproximan a las fuentes de revelación espiritual, entretanto, no consiguen la liberación de los lazos egoístas de modo que vean y oigan, como les conviene a los intereses esenciales.
Hace precisamente un siglo, se estableció un intercambio más in-tenso entre los dos planos, en el gran movimiento del Cristianismo revi-vido; con todo, hay aprendices que contemplan el cielo, angustiados tan sólo porque nunca recibieron el mensaje directo de un padre o de un hijo en la experiencia humana. Algunos llegan al disparate de desviarse de la senda alegando tales motivos. Para esos, el fenómeno y la revela-ción en el Espiritismo evangélico son simple conjunto de mentiras, por-que nada obtuvieron de parientes muertos, en años consecutivos de observación.
Pero, eso, no pasa de un contrasentido.
¿Quién podrá garantizar la perpetuidad de los hilos frágiles de las ligazones terrestres?
El impulso animal tiene límites.
Nadie justifique, su propia ceguera con la insatisfacción del capri-cho personal.
El mundo está repleto de mensajes y emisarios, hace milenios. No obstante, el gran problema, no está en requerir la verdad para atender al círculo exclusivista de cada criatura, sino en la deliberación de cada hombre, en cuanto a caminar con su propio valor, en la dirección de las realidades eternas.

martes, 18 de agosto de 2015

EL CRISTIANO Y EL MUNDO

“No os pido que os apartéis del mundo” Juan 17:15

No se puede concebir, enfrente a las palabras del Señor, en la “oración de
los discípulos”, de que puedan los hombres aislarse del mundo, bajo pretexto
de mejor servir a Dios.
Es de suponerse, todavía, que los cenobitas modernos, no hayan
reflexionado aún en torno al razonamiento citado por el Evangelista.
Si sorprende, en la actualidad, tal conducta, encontramos un cierto
justificativo en la conducta de los eremitas del pasado, venerables y santas
figuras que buscaban el aislamiento en grutas desiertas.
Los anacoretas, cuyos nombres aún hoy son reverenciados, adoptaban una
vida de entera renuncia, con el propósito de despertar al hombre a los
problemas del alma, cuya excelsitud y valía podían ya experimentar.
Sin embargo, todo tiene su tiempo y su época.
En la actualidad, el aislamiento en monasterios o cavernas, sin una
finalidad práctica, sin provecho para los semejantes, expresaría egoísmo y
acomodamiento a la buena vida.
Significa escapar al trabajo.
Cuando alguien huye, del torbellino de las metrópolis, por lo general es
para ejercitarse en la confraternización. Para edificar escuelas que instruyan y
eduquen a la infancia y a la juventud, para construir hospitales que socorran a
enfermos pobres o para erguir abrigos que aseguren a los viejos una existencia
más tranquila en el declinar de su experiencia terrena.
Las palabras del Maestro, en la llamada “oración sacerdotal”, traducen
cautela, revelan prudencia.
El pensamiento de Jesús, “No os pido que os separéis del mundo y sí que
os alejéis del mal”, era el de impedir que los discípulos fuesen a empañar el
fulgor de la Buena Nueva, el Universalismo de la Doctrina Cristiana, con un
posible retroceso hacia las luchas mundanas.
La fuga al trabajo, a los deberes inmediatos podría crear un precedente
peligroso para las futuras realizaciones del Evangelio.
Los discípulos, en aquella época, tanto cuanto nosotros en la actualidad,
no prescindían del fogoso clima de las luchas terrestres, por cuanto las luchas
corrigen, perfeccionan e iluminan.
La oración del Señor, proferida en voz alta, habría de causarles una
impresión duradera. Repercutiría, profundamente, en los siglos que se
avecinaban.
Es así que, en la hora de la partida, cuando se preparaba para el retorno a
las esferas de luz de desconocidas regiones, les fija definitivamente, el
procedimiento a seguir en el mundo, de manera que, permaneciendo ellos en el
mundo, diesen al mundo testimonio de lucha y trabajo, comprensión y amor.
Es por eso que los compañeros del Maestro fundaron la “Casa del
Camino”, en donde el hambriento recibía alimento, el desnudo encontraba
vestido y en donde el enfermo encontraba amparo.
Nadie puede dar testimonio de valor espiritual si no vivió pruebas
difíciles, dramas intensos, complicados problemas, si no viajó sobre aguas
borrascosas.
Tampoco ninguno puede dar testimonio de resistencia moral si no sintió el
impacto de fuertes tentaciones, sobreponiéndose, no obstante a todas ellas, con
la firme determinación de vencer, en el deseo de realizarse.
En un convento, en una caverna, en la soledad, tales oportunidades
difícilmente se presentarán
Vivir en el mundo – sin adherirse al mundo.
Vivir en el mundo – sin participar de sus pasiones.
Vivir en el mundo – sin entregarse al mundo.
Vivir en el mundo – mas librarse del mal.
Transitar por la Tierra – sin zambullirse en el lodazal de los vicios, es
prueba difícil, sin embargo no imposible.
Pide decisión, esfuerzo, persistencia.
Conociendo la posibilidad de crecimiento espiritual, que era una constante
en la vida de los discípulos, mas reconociéndoles no obstante, la fragilidad
humana, rogaba Jesús al Padre; “No pido que los apartes del mundo y sí, que
los guardes del mal.”
Se nota en el pedido del Maestro una amorosa exhortación a la vigilancia,
para que no fuesen ellos a sucumbir ante el mal, en sus más diversas
manifestaciones.
El mundo, con sus conflictos y tentaciones, les significaba, sin duda un
clima propicio para las experiencias renovadoras. Con todo, fortalecidos por
las inmortales lecciones de Jesús, se habrían de convertir, como de hecho así
sucedió, en ejemplos vivos y actuantes de amor y trabajo.
El heroísmo de los primeros cristianos regó el árbol del Cristianismo.
La abnegación y el sacrificio de los hombres de la “Casa del Camino”, a
las afueras de Jerusalén, prepararon, para todos los siglos y milenios a seguir,
la siembra del Evangelio.

Martins Peralva

RENOVACION



                                                      “Brille vuestra luz” Mateo 5:16

El supremo objetivo del hombre sobre la Tierra, es el de su propia
renovación.
Aprender, meditar y mejorarse, a través del trabajo que dignifica, es
nuestra finalidad; el sentido divino de nuestra presencia en el mundo.
Habiendo descendido el Cristo, desde las Esferas de Luz de la
Espiritualidad Superior a la Tierra, tuvo por propósito orientar a la Humanidad
en la dirección del perfeccionamiento.
“Brille vuestra Luz”, es la sentencia de orden, enérgica y suave, de
Jesús a cuantos heredamos el patrimonio evangélico, traído al mundo al precio
de su propio sacrificio.
La infinita ternura de su angelical alma nos sugiere, incisiva y
amorosamente, el esfuerzo benéfico, “Brille vuestra Luz”.
El interés del Señor es el de que sus discípulos de ayer, de hoy y de
cualquier tiempo, resulten ennoblecidos por medio de una existencia
moralizada, esclarecida, fraterna.
El Evangelio está ahí, como regalo de los Cielos, para que el ser
humano se colme con sus bendiciones, se inunde con sus luces, se fortalezca
con sus energías, se enriquezca con sus enseñanzas eternas.
El Espiritismo, en particular, como reviviscencia del Cristianismo,
también está ahí, ofertándonos los inconmensurables tesoros de la
Codificación.
Se puede preguntar: ¿De que más precisa el hombre para
engrandecerse, por la cultura y por el sentimiento, si no le faltan los elementos
de renovación plena, integral y positiva?
¿Qué falta al hombre moderno, usufructuario de tantas bendiciones,
para que “Brille su Luz”?
La renovación del hombre, bajo el punto de vista moral, intelectual y
espiritual, es sin duda, difícil: mas es francamente realizable.
Es tan solamente indispensable, el disponerse al esfuerzo
transformador, con la consecuente utilización de esos recursos, de esos medios,
de esos elementos que el Evangelio y el Espiritismo nos ofrece exuberante,
harta y abundantemente, sin la exigencia de cualquier otro precio a no ser el
paga de una cosa bien simple: la buena voluntad.
La disposición de la auto mejoría.
Para renovarse, el hombre tiene que establecer un triple programa,
como punto de partida para su realización íntima, a fin de que “Brille su Luz”,
basado en el Estudio, en la Meditación y en el Trabajo.
ESTUDIO: El estudio se efectúa a través de la lectura del Evangelio, de
los Libros de la Doctrina Espírita y de cualquier obra educativa, religiosa o
filosófica, que lo lleven a proyectar la mente en la dirección de las ideas
superiores.
El estudio debe ser meditado, asimilado y puesto en práctica, con el fin
de que se transforme en frutos de renovación efectiva, positiva y consciente:
“Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres”.
MEDITACIÓN: La meditación es acto por el cual se vuelve el hombre
para dentro de sí mismo, en donde encontrará a Dios, en el esplendor de su
Gloria, en la plenitud de su Poder, en la ilimitada expansión de su Amor: “El
Reino de Dios está dentro de vosotros”.
A través de la oración, en la meditación, obtendrá el hombre la fe que
necesita para la superación de sus debilidades y la esperanza que le estimulará
al bien y el buen ánimo en el impulso glorioso, como así también la estabilidad
y el bienestar que le asegurará, en los momentos difíciles, el equilibrio interior.
En la meditación y la oración aspira el hombre su propia tonificación,
su propio fortalecimiento moral y la inspiración para el bien.
TRABAJO: En tesis general, el Trabajo, para el ser en proceso de
evolución, se configura bajo tres aspectos fundamentales: material, espiritual y
moral.
A través del trabajo material, propiamente dicho, se dignifica el hombre
en el cumplimiento de los deberes para consigo mismo, para con la familia que
Dios le confió y para con la sociedad de que participa.
Por el trabajo espiritual, ejercita la fraternidad para con el prójimo y se
perfecciona en el conocimiento trascendente del alma inmortal.
En el campo de la actividad moral, luchará simultáneamente por
adquirir cualidades elevadas o, si fuera el caso por sublimar aquellas con las
que se siente ya enlazado.
En resumen: adquisición, cultivo y ampliación de cualidades superiores
que lo distancien, definitivamente, de la animalidad en la que ha permanecido
de milenios en milenios: “Es en vuestra perseverancia que poseeréis vuestras
almas”.La Palabra del Señor, “Brille vuestra Luz” nos impele en la actualidad a
la realización de este sublime programa:
Renovación moral, cultural y espiritual.
El sendero es difícil, el camino es largo, repleto de espinos y piedras,
de obstáculos y limitaciones, no obstante, la meta es perfectamente alcanzable.
Tan solo una cosa es indispensable: un poco de buena voluntad.
Buena voluntad constructiva, eficiente, positiva.
El resto vendrá en el curso de largo viaje…

sábado, 15 de agosto de 2015

ESPERANZA


 

 
Porque todo lo que antes fue escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, para que por la paciencia y consolación de las Escrituras tengamos esperanza.” – Pablo (Romanos, 15:4)

 

La esperanza es la luz del cristiano.

No todos consiguen, por el momento, el vuelo sublime de la fe, mas la fuerza de la esperanza es tesoro común.

No todos pueden ofrecer, cuando quieren, el pan del cuerpo y la lección espiritual, pero nadie en la Tierra está impedido de esparcir los beneficios de la esperanza.

El dolor acostumbra agitar a los que se encuentran en el “valle de la sombra y de la muerte”, donde el miedo establece atrición y donde la aflicción percibe el “rugir de dientes”, en las “tinieblas exteriores”, pero existe la luz interior que es la esperanza.

La negación humana declara falencias, labra atestados de imposibilidad, traza inextricables laberintos, no obstante, la esperanza viene de arriba, a la manera del Sol que ilumina desde lo alto y alimenta las simientes nuevas, despierta propósitos diferentes, crea modificaciones redentoras y abre visiones más altas.

La noche espera el día, la flor el fruto, el gusano el porvenir... El hombre, aunque se sumerja en la incredulidad o en la duda, en la lágrima o en la dilaceración, será socorrido por Dios con la indicación del futuro.

Jesús, en la condición del Maestro Divino, sabe que los aprendices no siempre podrán acertar enteramente, que los errores son propios de la escuela evolutiva y, por esto mismo, la esperanza es uno de los cánticos sublimes de su Evangelio de Amor.

Inmensas han sido, hasta hoy, nuestras caídas, pero la con fianza de Cristo es siempre mayor. No nos perdamos en lamentaciones. Todo momento es instante para oír a Aquél que pronunció el “Venid a mí”...

Levantémonos y prosigamos, convencidos de que el Señor nos ofreció la luz de la esperanza, a fin de que encendamos en nosotros mismos la luz de la santificación espiritual.

viernes, 14 de agosto de 2015

NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y A MAMON E.S.E. Cap XVI Item 10


“Nadie puede servir a dos señores, porque odiará a uno
y amará al otro, o preferirá a uno y despreciará al otro. No podéis
servir al mismo tiempo a Dios y a Mamón” (San Lucas, 16:13.)

E.S.E Cap XVI Item 10
Los bienes de la Tierra pertenecen a Dios, que los
distribuye según su voluntad. El hombre no es más que
el usufructuario, el administrador, más o menos íntegro
e inteligente, de esos bienes. A tal punto no constituyen
una propiedad individual del hombre, que Dios invalida a
menudo todas las previsiones, de modo que hace que la
riqueza huya de aquel que se considera con los mejores
títulos para poseerla.
Probablemente diréis que eso se aplica a la riqueza
hereditaria, pero no a la que se consigue con el trabajo.
No cabe duda de que, si existe una riqueza legítima, es
esta última, cuando se adquiere honestamente, porque
una propiedad sólo se obtiene legítimamente cuando para
adquirirla no se ha hecho daño a nadie. Se pedirán cuentas
hasta de un centavo mal habido, es decir, obtenido con
perjuicio para alguien. Con todo, del hecho de que un
hombre deba su riqueza a sí mismo, ¿se concluye que al
morir tendrá alguna ventaja por ello? Las precauciones
que toma para trasmitirla a sus descendientes,
¿no son inútiles muchas veces? Porque, si Dios no
quiere que alguno de ellos la reciba, nada prevalecerá
contra su voluntad. ¿Puede ese hombre usar y abusar
impunemente de su riqueza durante la vida, sin tener
que rendir cuentas? No. Al permitirle que la adquiera, es
probable que Dios tenga la intención de recompensarlo
durante la vida presente, por sus esfuerzos, su valor,
su perseverancia. No obstante, si sólo la emplea para
satisfacción de sus sentidos o de su orgullo, si esa riqueza
se convierte en una causa de equivocación en sus manos,
más le hubiera valido no poseerla, puesto que pierde por
un lado lo que ha ganado por otro, y anula el mérito de su
trabajo. Cuando deje la Tierra, Dios le dirá que ya recibió
su recompensa. 
(M., Espíritu protector, Bruselas, 1861.)

LA LLUVIA ES PARTE DE LA VIDA



La lluvia es parte de de la Vida.

La Tierra y el ser humano estamos compuestos principalmente de agua y la lluvia es un elemento que nos ayuda a regenerarnos.

Pretender vivir en un mundo de Sol exclusivamente es como querer vivir sólo la infancia, perdiéndonos el resto de la Vida.

Antes de la lluvia es el momento en que podemos absorber más su energía vital y esto lo podemos utilizar para recargar nuestras pilas internas y para ayudar a alguna zona de nuestro cuerpo a sanar o a destensarse.

Estos es lo que hay que hacer para absorber el prana de la lluvia:

  1. Absorber el aire nasalmente y despacio
  2. Permitir que los aromas de la Naturaleza entren en nuestro cuerpo
  3. Dirigir este aire mentalmente a todas las células de nuestro cuerpo.

Aprovecha el prana en un momento de esplendor y limpieza de la atmósfera, pero podríamos añadir el dejar que las primeras gotas de lluvia caigan sobre nuestro rostro para reconciliarnos con los ciclos de la Naturaleza y agradecerle este regalo energético...

¡Feliz y amigable próxima lluvia¡