jueves, 25 de febrero de 2016

JOVEN DESCUBRIENDOSE EN LA NOBLEZA DE SU CORAZON

Una alegria muy grande inunda a nuestro Centro al  encontrar la expresion artistica nacida de la inspiracion de nuestro joven hermano y muy especialmente  en su paso lento pero seguro hacia el hombre de bien. La alegria ya se expresa en su sensibilidad. Rogamos que éste continue en su camino de reforma íntima...



Esperamos toque otros corazones jovenes que decidan creer y amar cultivandose en la Doctrina Espirita.



"Senti el desgaste como todo  el que en la cultura milita, busqué alivio y ahí  encontré refugio en los espiritas, como no volver donde hay gente dispuesta a ayudar, teniendo en cuenta que el principio de la vida es amar, hoy brindo por aquella que me hizo componerle, "mi mente", "mi hada" "cambio de paradigma" gracias a ella pude solucionar varios enigmas, ahora tan solo debo agradecerle... buscando bebida divina como Romulo y Remo encontre el hip hop...a él me uno y  todo lo que quiero es darles letras , pero jamás baile.
En las grietas de mi conciencia les hago síntesis, underground te superaba desde los dieciséis, tengo la métrica, el estilo y la sintaxis, hoy firmo mi catarsis...

Nando.

domingo, 21 de febrero de 2016

APUNTES DE LA DESOBSESION

"Y le preguntó Jesús, diciendo: "¿Qué nombre tienes?" Y él dijo:"Legión". Porque muchos demonios habían entrado en él." Lucas 8:30.
 
Atendiendo el trabajo de desobsesión en los alrededores de Gadara, tenemos a Jesús al conversar fraternalmente con el obseso que le fuera presentado, al mismo tiempo que se hacia a oír por los desencarnados infelices.
Es importante verificar que, ante la interrogación del Maestro preguntándole su nombre, el médium, consciente de la presión que sufría por parte de las Inteligencias conturbadas y errantes, contesta llamarse ''Legión'', y el evangelista aclara que el obsesado así se expresaba "porque muchos demonios habían entrado en él".
Sabemos hoy, con Allan Kardec, conforme a palabras textuales del Codificador de la, Doctrina Espirita en el parágrafo 6 del capítulo XII, ''Amad a vuestros enemigos"; de El Evangelio según el Espiritismo, que "esos demonios no son más que las almas de los hombres perversas que todavía no se han despojado de los instintos materiales".
En tal episodio observamos al Cristo entendiéndose, en forma simultánea, con el médium y con las entidades comunicantes, en benemérita empresa, de esclarecimiento colectivo, enseñándonos que desobsesión no es caza, del fenómeno y si trabajo paciente de amor conjugado con el conocimiento y el raciocinio asociado a la fe.
Sea en el caso de simple influenciación o en las determinantes de posesión profunda, la mente medianímica permanece dominada por pensamientos extraños a ella misma, en procesos de hipnosis del que solo gradatívamente se librará. De allí resulta el imperativo de generalizarse la asistencia, sistemática a los desencarnados prisioneros de la insatisfacción o de la angustia por medio de equipos de compañeros consagrados a los servicios de ese orden, los cuales demandan paciencia y comprensión, análogas a las que caracterizan a los enfermeros que, puertas adentro de los establecimientos de cura mental, se dedican al socorro de los hermanos segregados en los meandros de la psicosis.
 Rogamos al Señor nos sustente a todos - trabajadores encarnados y desencarnados -  por cuanto obsesores y obsesados, conscientes o inconscientemente caídos en la desorientación, en el mundo o más allá de él, son hermanos que nos piden apoyo compañeros que integran nuestra familia, terrestre, y el amparo a la familia no es ministerio que debamos relegar a la, esfera de los ángeles y si es obligación intransferible que nos compete abrazar como servicio nuestro.
EMMANUEL

jueves, 18 de febrero de 2016

EL CENTRO ESPIRITA FUNCION Y SIGNIFICACION

El Centro Espírita no es templo ni laboratorio; es, para usar la expresión de Víctor Hugo: un point d’optique del movimiento doctrinario, o sea, su punto visual de convergencia. Podemos figurarlo como un espejo cóncavo en que todas las actividades doctrinarias se reflejan y se unen, proyectándose, conjugadas, en el plano social general, espírita y no espírita. De ahí que su importancia, como síntesis natural de la dialéctica espírita, es fundamental para el desenvolvimiento seguro de la Doctrina y sus prácticas. Kardec avaluó su importancia significativa en el plano de la divulgación y de la orientación de los Grupos, explicando ser preferible la existencia de varios centros pequeños y modestos en una ciudad o en un barrio a la existencia de un único Centro grande y suntuoso.
Un Centro Espírita pequeño y modesto –como la mayoría lo son- atrae a las personas realmente interesadas en el conocimiento doctrinario, crea un ambiente de fraternidad activa en que las discriminaciones sociales y culturales desaparecen por el entrelazamiento de todos sus componentes, considerados como colaboradores necesarios de una obra única y concreta. Lo ideal es que el Centro funcione en su sede propia para un mayor y más libre desenvolvimiento de sus trabajos, pero cuando eso no fuese posible, puede funcionar con eficiencia en un local cedido o alquilado, en un garaje vacío o en una dependencia de una casa familiar. Las objeciones contra eso sólo pueden valer cuando se trate de casas en que existan motivos materiales o morales que lo impidan.
Muchos Centros Espíritas surgieron del desenvolvimiento de grupos familiares, desmembrándose más tarde de la residencia en la que se constituyeran. La alegación de que la casa queda infestada o casa semejantes es contradicha por la experiencia. Un trabajo de amor al prójimo, hecho con sinceridad e intenciones elevadas, cuenta con la protección de los Espíritus benevolentes y la propia defensa de sus buenas intenciones. Los Centros oriundos de grupos familiares se muestran más cohesionados y más abiertos, conservando la savia fraterna de su origen. Y ése es el clima que necesitan los trabajos doctrinarios.
Organizado el Centro, con una denominación simple y afectiva, con el nombre de un Espíritu amigo o de una personalidad abnegada, de persona ya desencarnada; redactados, aprobados en asamblea general constituyente y registrados los estatutos, su función y significación están definidas como estudio y práctica de la Doctrina, divulgación y orientación de los interesados, servicio asistencial de esclarecimiento a los Espíritus sufrientes y a las personas perturbadas, conforme, siempre, a la Codificación de Allan Kardec. Sin Kardec no hay Espiritismo; existe, sí, apenas, un mediumnismo desorientado, formas de sincretismo religioso afro-brasileño, confusiones derivadas de teorías personales de supuestos maestros.
Dirigentes, auxiliares y frecuentadores de un Centro Espírita bien organizado saben que la obra de Kardec es un momento científico, filosófico y religioso de estructura dinámica, no estática, pero cuyo desenvolvimiento exige estudios e investigaciones del mayor rigor metodológico realizado con humildad, buen sentido, respeto a la Doctrina y condiciones culturales superiores. Opiniones personales, suposiciones de personas arrogantes, libros mediúmnicos o no de contenido mixtificador –sea el autor quien fuere-, no tienen ningún valor para un verdadero Centro Espírita.
Cada Centro Espírita tiene sus protectores y guías espirituales que demuestran su autenticidad por los servicios que prestan, por las manifestaciones oportunas y cautelosas y su dedicación a los principios kardecianos. La autoridad moral y cultural de los dirigentes y de los Espíritus protectores y guías de médiums y trabajos deviene de la integración de los mismos a la orientación fijada por Allan Kardec. El Centro que olvidase eso caería fatalmente en situaciones negativas, adoptando prácticas antiespíritas que lo llevarían por el camino que se aleja de Kardec y del Espíritu de Verdad. Las consecuencias de esa falacia son altamente perjudiciales a todo el movimiento espírita. No se trata de ningún problema sobrenatural, sino simplemente de falta de vigilancia –principalmente frete al orgullo y la vanidad- que lleva a muchas personas a querer ser más que las demás. Lo mismo acontece también en todos los sectores de la actividad humana, en los cuales encontramos científicos pretenciosos y sistemáticos, comerciantes fraudulentos y médicos fanatizados con sus propias ideas. La pretensión humana no tiene límites y cada individuo vanidoso está siempre asesorado por entidades mixtificadoras.
La Ciencia Espírita es un organismo vivo, de naturaleza conceptual, estructurada sobre leyes psicológicas, es decir, sobre principios espirituales y racionales. Esa estructura es íntegra, perfecta, armoniosa, y no podemos violentar uno solo de sus principios sin poner en peligro, de inmediato, todo su sistema. En el Centro Espírita en que esa comprensión no existe, en realidad tampoco existe Espiritismo, sino apenas un vago deseo de alcanzarlo. Las raíces de esa estructura conceptual están en el Cristianismo, no en su aspecto formal iglesiero, sino en su esencia evangélica, definida claramente en la Codificación Kardeciana. Los Evangelios canónicos de las Iglesias cristianas están cargados de elementos de la era mitológica y supersticiones judaicas. Son esos elementos del pasado judeo pagano que han deformado la enseñanza pura de Jesús, permitiendo interpretaciones flagrantemente contrarias a lo que Jesús enseñó y ejemplificó. En sus libros El Evangelio según el Espiritismo y la Génesis… Kardec mostró cómo podemos restablecer la pureza de las raíces evangélicas usando la investigación histórica de los orígenes cristianos, el método analítico positivo del estudio histórico y el método lógico comparativo de los textos. Sin la pureza de las raíces no tendremos la pureza de los textos y caeremos fácilmente en los engaños o en las ilusiones de los mixtificadores encarnados y desencarnados.
En las primeras comunidades cristianas, donde el culto pneumático era practicado, manifestábanse Espíritus furiosos, defensores de sus antiguas creencias que injuriaban a Cristo y a sus adeptos. La expresión culto pneumático viene del griego, y pneuma quiere decir Espíritu. El culto constituía la parte práctica de la enseñanza espírita de Jesús. En la Primera Epístola a los Corintios, el apóstol Pablo da instrucciones a la comunidad sobre la realización de ese culto, enseñando incluso hasta cómo los médiums, entonces llamados profetas, debían comportarse en la reunión. Los Espíritus se manifestaban por los médiums y eran adoctrinados por los participantes del culto. Ese pasaje significativo se halla en la parte de la epístola que se refiere a los dones espirituales . No obstante, las Iglesias cristianas dieron interpretaciones inadecuadas y absurdas a ese pasaje, como hicieron con todos los textos de los Evangelios en que Jesús se refiere a la reencarnación. Incapaces, como se mostraron, de adoctrinar a los Espíritus mixtificadores o agresivos que atacaban a Jesús y a su misión, los que se relacionaron con el Imperio romano suprimieron el culto pneumático, alegando que las entidades que en ellos se manifestaban eran diabólicas. Y esa es la razón por la cual las Iglesias cristianas repelen hasta hoy al Espiritismo como práctica diabólica, rechazando las manifestaciones espíritas.
En un Centro Espírita bien organizado esos problemas son estudiados y enseñados para que las personas interesadas en la enseñanza real de Cristo puedan comprender el sentido del Espiritismo. Sin eso, el Centro Espírita deja de cumplir su función en la grande obra de restauración del Cristianismo en espíritu y verdad. Lo que el Espiritismo busca es la verdad cristiana, cumpliendo en la Tierra la promesa de Jesús que, a través de Kardec y su Guía Espiritual, el Espíritu superior que dio a Kardec, cuando éste le preguntó quién era, esta respuesta simple: “Para ti, me llamaré La Verdad”. El Centro Espírita significa, por tanto, una fortaleza espiritual para la gran batalla del restablecimiento de la verdad cristiana en la Tierra. Pero todo esto debe ser encarado de una manera racional y no mística en el Centro Espírita. Nadie está investido en él de prerrogativas divinas, sino sólo de obligaciones humanas.
Herculano Pires.

sábado, 13 de febrero de 2016

CADA CUAL

“Ahora, hay diversidad de dones, mas
el del Espíritu es el mismo”. – Pablo. (I  Corintios, 12:4)
 
En todos los lugares y posiciones, cada cual puede revelar cualidades divinas
para la edificación de cuantos con él conviven.
Aprender y enseñar constituye tareas de cada hora, para que colaboremos en
el engrandecimiento del tesoro común de sabiduría y amor.
Quien administra, más frecuentemente puede expresar la justicia y la
magnanimidad.
Quien obedece, dispone de recursos más amplios para demostrar el deber
bien cumplido.
El rico, más que los otros, puede multiplicar el trabajo y dividir las bendiciones.
El pobre, con más largueza, puede ahorrar la fortuna de la esperanza y de la
dignidad.
El fuerte, más fácilmente, puede ser generoso, en todo instante.
El débil, sin mayores dificultades, puede mostrarse humilde, en cualquier
ocasión.
El sabio, con dilatados recursos, puede ayudar a todos, renovando el
pensamiento general para el bien.
El aprendiz, con múltiples oportunidades, puede distribuir siempre la riqueza
de la buena voluntad.
El sano, comúnmente puede proyectar la caridad en todas las direcciones.
El enfermo, con más seguridad, puede plasmar las lecciones de la paciencia
en el ánimo general.
Los dones difieren, la inteligencia se caracteriza por diversos grados, el
merecimiento presenta valores múltiples, la capacidad es fruto del esfuerzo de cada
uno, mas el Espíritu Divino que sustenta a las criaturas es substancialmente el
mismo.
Todos somos susceptibles de realizar mucho, en la esfera del trabajo en que
nos encontramos.
Repara la posición en que te sitúas y atiende a los imperativos del Infinito
Bien. Coloca la Voluntad Divina por encima de tus deseos, y la Voluntad divina te
aprovechará.

 Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. 26 ed. Río

martes, 9 de febrero de 2016

BIENAVENTURADOS LOS MANSOS Y LOS PACIFICOS

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la Tierra. (San
Mateo, cap. V, v. 4).
 Bienaventurados los pacíficos, porque hijos de Dios serán llamados (Id.,
v. 9).
Oísteis que fué dicho a los antiguos: No matarás, y quien matare,
obligado quedará a juicio. - Mas yo os digo, que todo aquél que se enoja con su
hermano, obligado será a juicio. Y quien dijera a su hermano Racca, obligado será
a concilio. Y quien dijere insensato, quedará obligado a la gehenna del fuego. (Id.,
v. 21 y 22).

 E.S.E. Cap.IX Item 1-6
4. Por estas máximas Jesús elevó a ley la dulzura, la moderación, lamansedumbre, la afabilidad y la paciencia; por consiguiente, condena la violencia, la cólera, y aun toda expresión inconveniente con respecto a sus semejantes. "Racca", era entre los hebreos una palabra de desprecio que significaba "un cualquiera", y se pronunciaba escupiendo y volviendo la cabeza. Aun va más lejos, puesto que amenaza con el fuego del infierno al que diga a su hermano "insensato".

Es evidente que en ésta, como en cualquiera otra circunstancia, la intencion agrava o atenúa la falta; pero, ¿cómo puede tener bastante gravedad una simple palabra para merecer una reprobación tan severa? - Consiste en que toda palabra ofensiva es expresion de un sentimiento contrario a la ley de amor y de caridad, que debe arreglar las relaciones de los hombres y mantener entre ellos la concordia y la unión; que es un golpe dirigido a la benevolencia recíproca y a la fraternidad; que da pábulo al odio y a la animosidad; en fin, que después de la humildad hacia Dios, la caridad hacia el prójimo es la primera ley de todo cristiano.

5. Pero, ¿qué entiende Jesús por estas palabras: "Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la Tierra". El, que dice que hemos de renunciar a los bienes de este mundo y promete los del Cielo?
Esperando los bienes del Cielo, el hombre tiene necesidad de los de la tierra para vivir; sólo que le encarga que no dé a estos últimos más importancia que a los primeros.
Con estas palabras quiere decir que hasta aquel día, los bienes de la tierra serán acaparados por los violentos con perjuicio de los mansos y pacíficos que a éstos les falta muchas veces lo necesario mientras que los otros tienen lo superfluo, promete que se les hará justicia "así en la tierra como en el Cielo", porque son llamados hijos de Dios.
Cuando la ley de amor y de caridad sea la ley de la humanidad, ya no habrá egoísmo: el débil y el pacífico ya no serán explotados ni pisoteados por el fuerte y el violento. Tal será el estado de la Tierra cuando, según la ley del progreso y la promesa de Jesús, venga a ser un mundo feliz por la expulsión de los malos.

La afabilidad y la dulzura
6. La benevolencia para con sus semejantes, fruto del amor al prójimo, produce la afabilidad y la dulzura que son su manifestación. Sin embargo, no siempre debemos fiarnos de las apariencias; la educación y las costumbres del mundo pueden dar el barniz de estas cualidades. ¡Cuántos hay cuya fingida bondad sólo es una máscara para el exterior, un hábito cuyo corte calculado disimula las deformidades ocultas! El mundo está lleno de esas gentes que tienen la sonrisa en los labios y el veneno en el corazón; "que son dulces con tal que nadie les incomode, pero que muerden a la menor contrariedad; cuya lengua dorada, cuando hablan cara a cara, se cambia en dardo envenenado cuando están ausentes". A esa clase pertenecen también esos hombres que son benignos fuera de casa y que dentro, tiranos domésticos, hacen sufrir a su familia y a sus subordinados el peso de su orgullo y de su despotismo; parece que quieren desquitarse de la opresión que se impusieron fuera; no atreviéndose a presentarse como autoridad a los extraños que les reducirían a sus verdaderos límites, quieren a lo menos, hacerse temer de los que no pueden resistirles; su vanidad consiste en poder decir: "Aquí yo mando y se me obedece", sin pensar que podrían añadir con mucha más razón: "Y me aborrecen".
No basta que de los labios salga la miel; si ninguna parte toma el corazón, es ser hipócrita. Aquel cuya afabilidad y dulzura no son fingidas, no se contradice nunca, y lo mismo es en el mundo que en la intimidad: sabe, además, que si engaña a los hombres con las apariencias, no puede engañar a Dios. (Lázaro. París, 1861).

EN EL PLANO CARNAL

Aislado en el estuche maravilloso del cuerpo, el espíritu está reducido en sus
percepciones a los límites que le son necesarios.
 
La esfera sensorial funciona para él a la manera de una cámara amortiguadora.
Visión, audición, tacto, padecen enormes restricciones.
El cerebro físico es un gabinete en sombras que le proporciona la oportunidad de
sintetizar y volver a aprender.
Los conocimientos adquiridos y los hábitos profundamente arraigados a través de los
siglos yacen allí, bajo la apariencia estática de intuiciones y tendencias.
Fuerzas inexploradas e infinitos recursos duermen en él, a la espera de la palanca de la
voluntad para exteriorizarse rumbo ala conciencia.
 
En el templo milagroso de la carne, en el que las células son ladrillos vivos que
construyen la forma, nuestra alma permanece provisoriamente encerrada, en olvido
temporal pero no absoluto de su pasado, porque si carga consigo un amplio patrimonio
de experiencia es torturada por indefinibles anhelos de regresar a la espiritualidad
superior, y por eso se demora mientras está en el mundo denso, en singulares y
reiterados desequilibrios.
No obstante, entre las rejas de los sentidos fisiológicos, el espíritu recibe gloriosas
ocasiones de trabajo en la tarea de la propia superación.
Bajo las constricciones naturales del plano físico está obligado a cincelarse por dentro, a
consolidar cualidades que lo santifican y sobre todo, a extender y propagar su
influencia, pavimentando el camino de la propia elevación.
 
Mientras está aprisionado en el castillo corporal, los sentidos constituyen exiguas
grietas de luz que le posibilitan observaciones convenientemente dosificadas, a fin de
que valorice al máximo sus recursos, en el espacio y en el tiempo.
 
En la existencia carnal encuentra multiplicados medios de ejercicio y lucha, para
adquirir y consolidar las aptitudes que le son necesarias a fin de vivir en regiones más
elevadas.
 
Por necesidad el gusano se arrastra desde las profundidades hacia la luz.
Por necesidad la abeja se transporta a enormes distancias, en procura de las flores que le
garantizan la fabricación de la miel.
 
Así también, por la necesidad de sublimación, el espíritu atraviesa extensos túneles de
sombras en la Tierra, para poder acrecentar las facultades que le son inherentes.
 
Al soportar limitaciones improvisa nuevos medios para la ascensión a las cumbres de
luz, y jalona la propia senda con las señales de una comprensión más noble del marco
dentro del cual sueña y se debate.
 
Torturado por la sed de infinito, crece con el dolor que lo corrige y con el trabajo que lo
santifica.
 
Las facultades sensoriales equivalen a insignificantes haces de claridad, que le brindan
escasas noticias del prodigioso reino de la luz.
Y cuando sabe aprovechar las sombras del palacio corporal que lo aprisiona
temporalmente , para desarrollar sus facultades divinas, si medita y obra en función del
bien, poco a poco va tejiendo las alas del amor y la sabiduría con las que más tarde,
levantará venturosamente el vuelo sublime y supremo en dirección a la Eternidad.

MISION DEL ESPIRITISMO

La misión del Espiritismo, en su carácter de ministerio del Cristianismo, no es destruir
las escuelas de fe hasta ahora existentes.
 
Cristo acogió la revelación de Moisés.
La Doctrina de los Espíritus apoya los principios superiores de todos los sistemas
religiosos.
 
Jesús no critica a ninguno de los Profetas del Antiguo Testamento. El Consolador
Prometido no viene para censurar a los pioneros de esta o aquella forma de creer en
Dios.
 
El Espiritismo es, por sobre todo, el proceso liberador de las conciencias a fin de que la
visión espiritual del hombre alcance horizontes más altos.
 
Hace miles de años que la mente humana gravita en torno de patrimonios efímeros, tales
como los de la precaria posesión física y permanece atormentada por pesadillas carnales
de diferente especie. Guerras de todos los matices consumen sus fuerzas. Flagelos de
manifestaciones múltiples sitúan su existencia dentro de límites aflictivos y dolorosos.
 
Con la muerte del cuerpo no alcanza la liberación. Más allá de la tumba prosigue atenta
a las imágenes que la ilusión proveyó a su camino, esclavizada a intereses
inconfesables. En plena vida libre conserva, ordinariamente, la actitud de una criatura
que con los ojos vendados avanza, impermeable y ciega, con pesadas cargas que doblan
sus hombros.
La obstinación en obtener satisfacciones egoístas entre los compañeros de la carne, se
transforma para ella en una deplorable inhibición y los prejuicios perjudiciales, los
terribles engaños del sentimiento, los puntos de vista personales, las opiniones
preconcebidas, las pasiones enloquecedoras, los lazos afectivos enfermizos, los
pensamientos rígidos, los propósitos poco dignos, la imaginación intoxicada y los
hábitos perniciosos representan fardos enormes, que obligan a llevar un paso vacilante
al alma que tiene su atención puesta en las experiencias inferiores.
 
La nueva fe viene a ampliar su senda hacia más elevadas formas de evolución. Llave de
luz para las enseñanzas de Cristo, explica el Evangelio no como un tratado de reglas
disciplinarias nacidas del capricho humano, sino como el salvador mensaje de
fraternidad y alegría, comunión y entendimiento, que abarca las leyes más simples de la
vida.
 
Jesús se nos presenta entonces en la mayor dimensión de su gloria: no ya como el señor
de la angustia que señala a los seres humanos la necesidad de padecer amarguras y
lágrimas, sino a la altura de un héroe de la bondad y el amor, que educa para la felicidad
integral mediante el servicio y la comprensión, la buena voluntad y el júbilo de vivir.
 
En ese aspecto lo vemos como el máximo ejemplo de solidaridad y gentileza, al
reducirse a nacer en un pesebre, al hermanarse con todos en ¡aplaza pública ya¡ amparar
a los malhechores en la cruz, en la hora decisiva del pasaje a la divina resurrección.
 
El Espiritismo será por lo tanto, indiscutiblemente, la fuerza del Cristianismo puesta en
acción para elevar al alma humana y sublimar la vida.
 
El Espacio Infinito, patria universal de las constelaciones y de los mundos es, sin dudas,
el clima natural de nuestras almas, pero sin embargo no podemos olvidar que somos
hijos deudores, obreros o compañeros de la Tierra, cuyo perfeccionamiento constituye
nuestro trabajo mas inmediato y más digno.
 
Olvidemos por ahora el paraíso distante y colaboremos en la edificación de nuestro
propio Cielo. Obstaculicemos menos la regeneración de los demás y meditemos más
acerca de la necesidad de nuestro propio reajuste en relación con la Ley del Bien Eterno.
Y si con nuestra fe servimos sin cesar a la vida que nos rodea, la vida a su vez nos
servirá infatigablemente, y así convertiremos a la Tierra en una estación celestial de
armonía y luz, para el acceso de nuestro espíritu a la Vida Superior.