Si yo no entiendo el significado de las palabras, seré un
bárbaro para aquel a quien hablo, y el que me habla será un bárbaro para mí. – Si oro en una lengua que no entiendo, mi corazón ora, pero mi inteligencia queda sin fruto. – Si alabas a Dios sólo con el corazón, ¿de qué modo un hombre entre los que sólo entiendenu propia lengua responderá amén cuando finalices tu acción de gracias, si no entiende lo que tú dices? No es que tu acción no sea buena, sino que los otros no se edifican con ella.” (San Pablo,Primera Epístola a los Corintios, 14:11, 14, 16 y 17.)
bárbaro para aquel a quien hablo, y el que me habla será un bárbaro para mí. – Si oro en una lengua que no entiendo, mi corazón ora, pero mi inteligencia queda sin fruto. – Si alabas a Dios sólo con el corazón, ¿de qué modo un hombre entre los que sólo entiendenu propia lengua responderá amén cuando finalices tu acción de gracias, si no entiende lo que tú dices? No es que tu acción no sea buena, sino que los otros no se edifican con ella.” (San Pablo,Primera Epístola a los Corintios, 14:11, 14, 16 y 17.)
E.S.E Cap XVII Item 18.
Los Espíritus que sufren reclaman oraciones, que les son útiles porque de ese modo verifican que hay quien piensa en ellos, y entonces se sienten menos abandonados, menos desdichados. Pero la oración ejerce sobre ellos una acción más directa: les devuelve el ánimo, les infunde el deseo de elevarse a través del arrepentimiento y la reparación, y puede desviarlos de la idea del mal. En ese sentido, la oración no sólo es capaz de aliviar sus padecimientos, sino también de abreviarlos. (Véase El Cielo y el Infierno,Segunda parte: “Ejemplos”.)
EjemploS
Jamás se ha trazado un cuadro más elocuente, más terrible y más verdadero de la suerte del malo.
¿Qué necesidad hay, pues, de recurrir a la fantasmagoría de las llamas y de los tormentos físicos?
Novel
El espíritu se dirige al médium, que le había conocido en su vida
“Voy a contarte lo que he sufrido al morir. Mi espíritu, retenido en mi cuerpo por lazos materiales, tuvo gran trabajo en desprenderse de aquél, lo cual fue una primera ruda agonía. La vida que dejé a los veinticuatro años era todavía tan fuerte en mí, que no creía en su pérdida. Buscaba mi cuerpo, y estaba sorprendido y espantado de verme perdido en medio de esta multitud de sombras.
En fin, la conciencia de mi estado y la revelación de las faltas que había cometido en todas mis encarnaciones se me presentaron de repente. Una luz implacable iluminó los más secretos pliegues
de mi alma, que se sintió desnuda, y después sobrecogida por una vergüenza abrumadora. Trataba de escaparme de ella, interesándome en los objetos nuevos, aunque conocidos, que me rodeaban.
Los espíritus radiantes, flotando en el éter, me daban la idea de una dicha a la que no podía aspirar.
Formas sombrías y desoladas, las más sumergidas en una triste desesperación, las otras irónicas o furiosas, se deslizaban a mi alrededor y sobre la Tierra, a la cual permanecía adherido.
“Veía agitarse a los humanos, cuya ignorancia envidiaba. Un orden de sensaciones desconocidas o vueltas a encontrar me invadieron a la vez. Arrastrado como por una fuerza irresistible, procurando huir de este dolor encarnizado, salvaba las distancias, los elementos, los obstáculos materiales, sin que las hermosuras de la Naturaleza ni los esplendores celestes pudiesen calmar un instante la amargura de mi conciencia, ni el espanto que me causaba la revelación de la eternidad. Un mortal puede presentir los tormentos materiales por los temblores de la carne. Pero
vuestros frágiles dolores, endulzados por la esperanza, templados por las distracciones, muertos por el olvido, no podrán jamás haceros comprender las angustias de un alma que sufre sin tregua, sin esperanza, sin arrepentimiento. He pasado un tiempo del cual no puedo apreciar la duración, envidiando a los elegidos cuyo esplendor entreveía, detestando a los malos espíritus que me
perseguían con sus burlas, menospreciando a los humanos, de quienes veía las torpezas, pasando de un profundo abatimiento a una rebelión insensata.
“En fin, tú me has llamado, y por vez primera, un sentimiento dulce y tierno me calmó.
¿Qué necesidad hay, pues, de recurrir a la fantasmagoría de las llamas y de los tormentos físicos?
Novel
El espíritu se dirige al médium, que le había conocido en su vida
“Voy a contarte lo que he sufrido al morir. Mi espíritu, retenido en mi cuerpo por lazos materiales, tuvo gran trabajo en desprenderse de aquél, lo cual fue una primera ruda agonía. La vida que dejé a los veinticuatro años era todavía tan fuerte en mí, que no creía en su pérdida. Buscaba mi cuerpo, y estaba sorprendido y espantado de verme perdido en medio de esta multitud de sombras.
En fin, la conciencia de mi estado y la revelación de las faltas que había cometido en todas mis encarnaciones se me presentaron de repente. Una luz implacable iluminó los más secretos pliegues
de mi alma, que se sintió desnuda, y después sobrecogida por una vergüenza abrumadora. Trataba de escaparme de ella, interesándome en los objetos nuevos, aunque conocidos, que me rodeaban.
Los espíritus radiantes, flotando en el éter, me daban la idea de una dicha a la que no podía aspirar.
Formas sombrías y desoladas, las más sumergidas en una triste desesperación, las otras irónicas o furiosas, se deslizaban a mi alrededor y sobre la Tierra, a la cual permanecía adherido.
“Veía agitarse a los humanos, cuya ignorancia envidiaba. Un orden de sensaciones desconocidas o vueltas a encontrar me invadieron a la vez. Arrastrado como por una fuerza irresistible, procurando huir de este dolor encarnizado, salvaba las distancias, los elementos, los obstáculos materiales, sin que las hermosuras de la Naturaleza ni los esplendores celestes pudiesen calmar un instante la amargura de mi conciencia, ni el espanto que me causaba la revelación de la eternidad. Un mortal puede presentir los tormentos materiales por los temblores de la carne. Pero
vuestros frágiles dolores, endulzados por la esperanza, templados por las distracciones, muertos por el olvido, no podrán jamás haceros comprender las angustias de un alma que sufre sin tregua, sin esperanza, sin arrepentimiento. He pasado un tiempo del cual no puedo apreciar la duración, envidiando a los elegidos cuyo esplendor entreveía, detestando a los malos espíritus que me
perseguían con sus burlas, menospreciando a los humanos, de quienes veía las torpezas, pasando de un profundo abatimiento a una rebelión insensata.
“En fin, tú me has llamado, y por vez primera, un sentimiento dulce y tierno me calmó.
Escuchando las enseñanzas que te dan tus guías, la verdad me ha penetrado. He orado, y Dios,oyéndome, se me ha revelado por su clemencia, como se me había revelado por su justicia.”
Novel
Novel
El Havre, marzo de 1863
Éste era un joven rico, amigo de tratarse bien, y que gozaba amplia y exclusivamente de la vida material. Aunque inteligente, la indiferencia por las cuestiones serias era el fondo de su
carácter. Sin maldad, antes bueno que malo, era amado por sus compañeros de placer y buscado en la alta sociedad por sus cualidades de hombre de mundo. Sin haber hecho mal, no había hecho bien.
Murió a consecuencia de la caída de su carruaje en el paseo. Evocado algunos días después de su
muerte por un médium que le conocía indirectamente, dio sucesivamente las comunicaciones
siguientes:
8 de marzo de 1863. “Estoy apenas separado de mi cuerpo, así es que difícilmente puedo
hablaros. La terrible caída que ha hecho morir a mi cuerpo pone a mi espíritu en gran perturbación.
Temo por lo que va a ser de mí, y esta incertidumbre es cruel. El horrible sufrimiento que mi cuerpo
ha experimentado no es nada, comparándolo a la turbación en que estoy. Orad para que Dios me
perdone. ¡Oh, qué dolor! ¡Oh, gracias, Dios mío! ¡Qué dolor! Adiós.”
18 de marzo. “Yo vine a vos pero no pude hablaros sino muy difícilmente. Aun en este momento no puedo comunicarme sino con trabajo. Sois el único médium a quien puedo pedir oraciones para que la bondad de Dios me saque de la turbación en que estoy. ¿Por qué sufro aún, cuando mi cuerpo no sufre? ¿Por qué este dolor horrible, esta terrible angustia, existe siempre?
¡Orad, oh, orad para que Dios me conceda el reposo!... ¡Oh, qué cruel incertidumbre! Estoy aún adherido a mi cuerpo. Difícilmente veo en dónde puedo estar. Mi cuerpo está allá..., ¿y por qué
estoy allí siempre? Venid a orar sobre él, para que pueda separarme de esta opresión cruel. Dios tendrá a bien perdonarme. Así lo espero. Veo los espíritus que están cerca de vos y por ellos puedo hablaros. Orad por mí.”
6 de abril. “Soy yo que vengo a vos para pediros oréis por mí. Sería preciso que vinierais allugar donde yace mi cuerpo, a rogar al Todopoderoso para que calme mis sufrimientos. ¡Sufro!
¡Oh, sufro! Id a ese lugar, es necesario, y dirigid al Señor una plegaria para que me conceda el perdón.
Veo que podré estar más tranquilo. Pero vuelvo sin cesar hacia el paraje donde se ha colocado lo que ha sido mi yo.”
El médium, no dándose cuenta de la insistencia del espíritu que le pedía fuese a orar sobre su tumba, había descuidado hacerlo. Sin embargo, fue a ella más tarde, y recibió la comunicación siguiente:
11 de mayo. “Os esperaba. Aguardaba el momento en que vendríais al lugar donde mi espíritu parece enclavado en su envoltura, a implorar al Dios de las misericordias para que su bondad calme mis sufrimientos. Podéis hacerme bien con vuestras oraciones. No os canséis, os lo suplico. Veo cuán opuesta ha sido mi vida a lo que debía ser, veo las faltas que he cometido. He sido un ser inútil en el mundo. No he hecho ningún buen empleo de mis facultades, mi fortuna no ha servido sino para satisfacer mis pasiones, mis gustos, mi lujo y mi vanidad, no he pensado más
que en los goces del cuerpo y no en mi alma. ¿Descenderá sobre mí la misericordia de Dios, pobre espíritu que sufro aún por mis faltas terrestres? Rogad para que me perdone, y para que sea libradode los dolores que siento aún. Os doy gracias por haber venido a orar por mí.”
8 de junio. “Puedo hablaros, y doy gracias a Dios por haberlo permitido. He visto mis faltas y espero que Dios me perdonara. Seguid siempre vuestro camino según la creencia que os anima,
porque os reserva para más adelante un descanso que no tengo todavía. Gracias por vuestras oraciones. Hasta la vista.”
La insistencia del espíritu en que fuese a orar sobre su tumba es una particularidad notable, pero que tiene su razón de ser, si se considera cuán tenaces eran los lazos que le retenían a su
cuerpo, y cuán larga y difícil era la separación, a consecuencia de la materialidad de su existencia.
Se comprende que, acercándose al cuerpo, la oración podía ejercer una especie de acción magnética más poderosa para ayudar al desprendimiento. El uso casi general de orar junto al cuerpo de los difuntos, ¿no provendría de la intuición inconsciente que se tiene de este efecto? La eficacia de la oración en este caso tendrá un resultado a la vez moral y material.
Pesares de un mimado
Burdeos, 19 de abril de 1862
30 de julio. “Ahora soy menos desgraciado, porque no siento la cadena que me sujetaba a mi cuerpo. Por fin soy libre, pero me falta la expiación: es necesario que repare el tiempo perdido, sí, no quiero que mis sufrimientos se prolonguen. Espero que Dios verá mi sincero arrepentimiento y tendrá a bien concederme su perdón. Os suplico que roguéis aún por mí.
“¡Hombres, hermanos míos! ¡Viví sólo para mí y ahora lo sufro y expío! Que Dios os haga la gracia de que podáis evitar los tormentos que me destrozan. Marchad por el ancho camino del Señor y rogad por mí, porque abusé de los bienes de la Tierra que Dios concede a sus criaturas.
“Aquel que sacrifica a los instintos brutales la inteligencia y los buenos sentimientos que Dios ha puesto en él, se asemeja al animal que maltrata muchas veces. El hombre debe usar con sobriedad de los bienes de que es depositario. Debe habituarse a no vivir sino en vista de la eternidad que le aguarda, y en consecuencia, perder la pasión desmedida por los goces materiales.
Su alimento no debe tener otro fin más que su vitalidad. Su lujo debe subordinarse a las necesidades estrictas de su posición. Sus gustos, sus inclinaciones naturales, también deben ser regidos por la más fría razón, sin que se materialice, en lugar de depurarse. Las pasiones humanas son un lazo estrecho que se hunde en las carnes. No le apretéis, pues. Vivid, pero no os tratéis con mucho mimo. ¡No sabéis lo que cuesta esto cuando se vuelve a la patria común! Las pasiones terrestres os despojan antes de dejaros, y llegáis al Señor desnudos, enteramente desnudos. ¡Ah!, cubríos de obras buenas. Ellas os ayudarán a salvar el espacio que os separa de la eternidad. Manto brillante ocultará vuestras torpezas humanas. Envolveos de caridad y de amor, vestidos divinos que no se pierden.”
Instrucción del guía del médium:
“Este espíritu está en buen camino, puesto que el arrepentimiento añade consejos para ponerse en guardia contra los peligros de la ruta que ha seguido. Reconocer sus defectos es ya un mérito y un paso dado hacia el bien, por esto su situación, sin ser dichosa, no es la de un espíritu que sufre. Se arrepiente. Le queda la reparación, que cumplirá en otra existencia de prueba. Pero antes de llegar a ella, ¿sabéis cuál es la situación de estos hombres de vida enteramente sensual, que no han dado a su espíritu otra actividad que la de inventar sin cesar nuevos goces? La influencia de la materia les sigue más allá de la tumba, y la muerte no pone un término a sus apetitos, que su vista, tan limitada como en la Tierra, busca en vano los medios de satisfacer. Como nunca buscó el alimento espiritual, su alma está errante en el espacio, sin objeto, sin esperanza, presa de la ansiedad del hombre que no tiene ante sí más que la perspectiva de un desierto sin límites. La nulidad de sus ocupaciones intelectuales durante la vida del cuerpo trae naturalmente la nulidad del trabajo del espíritu después de la muerte. No pudiendo satisfacer el cuerpo, no le queda nada por satisfacer al espíritu. De ahí un mortal fastidio del cual no ven el término, y preferirían la nada. Pero la nada no existe. Han podido matar el cuerpo, pero no pueden matar el espíritu. Es preciso, pues, que vivan en esos tormentos morales, hasta que vencidos por el cansancio se decidan a elevar su mirada hacia Dios.”
Lisbeth
Burdeos, 13 de febrero de 1863
“Este espíritu está en buen camino, puesto que el arrepentimiento añade consejos para ponerse en guardia contra los peligros de la ruta que ha seguido. Reconocer sus defectos es ya un mérito y un paso dado hacia el bien, por esto su situación, sin ser dichosa, no es la de un espíritu que sufre. Se arrepiente. Le queda la reparación, que cumplirá en otra existencia de prueba. Pero antes de llegar a ella, ¿sabéis cuál es la situación de estos hombres de vida enteramente sensual, que no han dado a su espíritu otra actividad que la de inventar sin cesar nuevos goces? La influencia de la materia les sigue más allá de la tumba, y la muerte no pone un término a sus apetitos, que su vista, tan limitada como en la Tierra, busca en vano los medios de satisfacer. Como nunca buscó el alimento espiritual, su alma está errante en el espacio, sin objeto, sin esperanza, presa de la ansiedad del hombre que no tiene ante sí más que la perspectiva de un desierto sin límites. La nulidad de sus ocupaciones intelectuales durante la vida del cuerpo trae naturalmente la nulidad del trabajo del espíritu después de la muerte. No pudiendo satisfacer el cuerpo, no le queda nada por satisfacer al espíritu. De ahí un mortal fastidio del cual no ven el término, y preferirían la nada. Pero la nada no existe. Han podido matar el cuerpo, pero no pueden matar el espíritu. Es preciso, pues, que vivan en esos tormentos morales, hasta que vencidos por el cansancio se decidan a elevar su mirada hacia Dios.”
Lisbeth
Burdeos, 13 de febrero de 1863
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