martes, 7 de abril de 2015

BENEFICIOS QUE SE PAGAN CON INGRATITUD

Continuando con el cap XIII del E.S.E.QUE TU MANO IZQUIERDA NO SEPA LO QUE HACE TU MANO DERECHA.
19. ¿Qué debemos pensar de quienes, porque recibieron
ingratitud en pago por los beneficios que hicieron, dejan de
practicar el bien, para no tener que tratar con ingratos?
En ellos hay más egoísmo que caridad, dado que hacer el bien para recibir demostraciones de reconocimiento equivale a no hacerlo con desinterés. Sólo es agradable a Dios el bien que se practica de modo desinteresado. En ellos también hay orgullo, porque se complacen en la humildad con que el beneficiado deposita a sus pies el testimonio de su reconocimiento. Aquel que busca en la Tierra la recompensa por el bien que hace, no la recibirá en el Cielo.
Por el contrario, Dios tendrá en cuenta a aquel que no la
busca en este mundo.
Debéis ayudar siempre a los débiles, incluso si sabéis
previamente que aquellos a quienes hacéis el bien no os lo
agradecerán. Estad seguros de que si la persona a quien
prestáis un servicio lo olvida, Dios lo tendrá en cuenta
mucho más que si el beneficiado os hubiese pagado con su
gratitud. Dios permite que algunas veces se os pague con la
ingratitud, para poner a prueba vuestra perseverancia en la
práctica del bien.
Por otra parte, ¿quién sabe si ese beneficio, olvidado
momentáneamente, no habrá de producir más adelante
buenos frutos? Tened la certeza de que, por el contrario,
es una simiente que con el tiempo germinará. Por
desgracia, sólo veis el presente. Trabajáis para vosotros y
no para los demás. Los beneficios acaban por ablandar los
corazones más empedernidos. Pueden quedar en el olvido
en este mundo, pero cuando el Espíritu se despoje de
su envoltura carnal, se acordará de ellos, y ese recuerdo
será su castigo. Entonces, lamentará su ingratitud,
deseará reparar la falta, pagar la deuda en otra existencia,
muchas veces aceptando incluso una vida dedicada
a su benefactor. Así, sin que lo sospechéis, habréis
contribuido a su adelanto moral y llegaréis a reconocer,
posteriormente, la verdad de este principio: Una ayuda
jamás se desaprovecha. Por otra parte, también habréis
trabajado para vosotros mismos, porque conquistaréis el
mérito de haber hecho el bien con desinterés, sin dejaros
desanimar por las decepciones.
¡Ah!, amigos míos, si conocieseis todos los vínculos que
unen vuestra vida actual a vuestras existencias anteriores;
si pudieseis captar con una sola mirada la innumerable
cantidad de relaciones que ligan a los seres entre sí en bien
del progreso mutuo, admiraríais mucho más aún la sabiduría
y la bondad del Creador, que os permite volver a vivir para
que lleguéis hasta Él. (Un Guía protector. Sens, 1862.)

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