lunes, 20 de abril de 2015

FRENTE A NOSOTROS MISMOS

Vigilar las propias manifestaciones, no juzgándose indispensable y prefiriendo la autocrítica al autoelogio, recordando que el ejemplo de la humildad es el de mayor fuerza para la transformación de la persona.
Toda jactancia evidencia ausencia de Evangelio.
Luchar tenazmente por impedir, hasta indirectamente, actos que signifiquen profesionalismo religioso, ya sea en el campo de la mediumnidad, en la dirección de instituciones, redacción de libros y periódicos, traducciones y revisiones, excursiones y visitas, predicaciones o cualquier otro tipo de tarea.
La explotación de la fe anula los buenos sentimientos.
Rendir culto a la amistad y a la gentileza, extendiéndolas, en todo lo posible, a los compañeros y a las organizaciones, mas sin esclavizarse hasta el punto de contrariar a la propia verdad, en materia de Doctrina, para ser agradable a los demás.
El Espiritismo es camino de liberación.
Rechazar diversas funciones simultáneas en el campo social y doctrinario, para no ocasionar perjuicio a todas, comprendiendo, además, que la presentación de una dimisión a una tarea espírita es, casi siempre, la equivalencia a una ausencia lamentable.
El alejamiento del deber es deserción.
Contraer compromisos solamente dentro del límite de las propias posibilidades, tratando de cumplir con las obligaciones asumidas, inclusive aquellas relacionadas con las simples contribuciones y los auxilios periódicos a las instituciones fraternales.
Palabra empeñada, ley en el corazón.
Liberarse de las cadenas mentales oriundas del uso de talismanes y votos, pactos y sortilegios, artificios y juegos de cualquier naturaleza, engañosos y prescindibles.
El espírita está informado de que el acaso no existe.
Evitar el uso de armas homicidas, así también como el hábito de menospreciar nuestro tiempo cultivando defensas personales, sea cual fuere el proceso de ellas.
El servidor fiel de la Doctrina posee, en la conciencia tranquila, la fortaleza invulnerable.
 

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a
vosotros mismos. — Pablo. 2 CORINTIOS, 13:5

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