Diciembre 21/2014
Hermanos:
Cuando transitamos por el camino de la vida. El alma siente cansancio algunas veces, entonces necesitamos el descanso, que no es más que un alto, en el que necesitamos reflexión. Luego en un impulso natural movido por las inspiraciones del bien llega una luz y somos capaces de sentir al Bien Divino conectando con nuestro interior. Son reflejos de la perfección que El permite que sintamos para tomar fuerzas. Para que ya la queja no sea el resultado cuando sentimos que no podemos más. Entonces una gran y vigorosa fe aparece y se acuna la templanza, que en este gran momento, que todos podemos vivir, sentimos que recorre palmo a palmo, molécula por molécula nuestro ser evolutivo en el tiempo para ejercer en nuestro interior un deseo que se hace acción y somos capaces de atender a cada uno de los llamados de atención que nos hace la propia vida, comprendemos primero y luego la luz del discernimiento nos permite tomar las decisiones correctas y alcanzar los más loables propósitos fácilmente , con paciencia, con resignación, aunque en el momento notamos que el modo no es precisamente el que esperábamos; llegó y se hizo presente aquel que solo sabe que nos conviene y cómo debe acontecer; allí en este instante sentimos la mano de Dios que nos acaricia como Padre porque hemos atendido los sabios consejos de sus emisarios que antes resonaban, que ahora resuenan y lo seguirán haciendo hasta que despertemos a la Vida que nos compete en esta tierra, con aceptación y sumisión a la voluntad de Dios.
En la época de la Navidad se hace preciso que hagamos un recorrido por nosotros mismos:
¿Cómo estamos con respecto a nuestros propósitos de vida?, aquellos que se relacionan con la prueba en sí. ¿Estamos sintiendo el proceso del renacer en cada uno?
La invitación de la Navidad viene en un sobre que tiene como remitente a Jesús, que fue anunciado a María como Emmanuel, “Dios con nosotros”, allí está la clave, es a ese renacer al que Jesús nos invitó no solo con las palabras sino con los hechos de su vida; con su humildad expuesta desde su nacimiento, con su amor infinito en cada una de sus acciones representadas en el Bien por excelencia, aunque él nunca tuvo gusto por sentirse el Mayor. Es nuestro hermano mayor con su ejemplo a seguir recordado por cada uno de los Evangelistas y más tarde por el Consolador Prometido quien nos recuerda que éste es el Tratado con el que la Vida tiene sentido, en su contenido y en su recorrido. Fue así como nos enseñó a amar a Dios y a nuestro prójimo, a perdonar a todos, nos enseñó a ser justos practicando la caridad.
La Navidad significa, nacimiento, vida y crecimiento.Por tanto este proceso de interiorización es inminente y debe efectuarse bajo la égida del Amor expresado por Jesús en diferentes manifestaciones. Hacerlo consciente dentro de nosotros en el día a día es un verdadero iluminarse para ver claro. Todo a su tiempo, claro es en la humanidad doliente. ¿Cuándo despertamos? Precisamente estas fechas de balances espirituales vale la pena confrontarnos, saber si hemos enfrentado correctamente el encuentro con Jesús. Atentos que el Reino de Dios esta en vosotros( Lucas 17:21)
Jesús dijo que “el Reino de los Cielos no tiene apariencias exteriores” (Lucas17:20) y no es un lugar a que llegaremos un día, sino que está en la intimidad del ser, para ser conquistado en la vivencia diaria. Lo reafirmo Pablo a los Romanos 2:29. Es esta búsqueda interior la que pudieron encontrar sus apóstoles, sin embargo sabemos que la tierra tiene su cuota en la labranza primera que el hombre debe hacer, tomar el arado es fácil, iniciar el trabajo conlleva un poco más de esfuerzo, pero permanecer con el azadón sin desistir en el bien es tarea más voluntariosa que necesita del sentimiento, del amar y del querer encontrarse. Esto hicieron sus apóstoles, Pedro, Judas, Tomás, y otros más en el momento de la prueba cada uno así se acordó de ello, enfrentándose a su parte obscura, tomaron fuerzas en el camino y vieron la estrella luminosa que anunciaba el Reino de Dios que vive en todos y comenzaron una ardua y larga trayectoria hasta hoy. También podemos encontrar este Reino de Dios no solo en pruebas difíciles, sino también en el “levantate y anda” de Jesús a Lázaro, en la convicción del amor de Juana de Cusa al escuchar el “abjura”, en los sentimientos de Madre de María al tener en sus brazos a quien enseñaría de viva voz y acción la Ley de Amor.
¿Y cuándo es que nosotros lo haremos? ¡ Hagámoslo desde ahora! , es este el tiempo propicio, haciendo crecer las enseñanzas de Jesús en el interior, es así que el Reino de Dios se va haciendo más claro y encontraremos el sentido de la Navidad una y otra vez con una bella actitud de Amor para todo y para con todos.
Se haga en todos, amando más, amando más , y amando más…
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