La honradez es la esencia misma del
hombre moral. En cuanto se aparta de ella, es desgraciado. El hombre honrado
hace el bien por el bien, sin buscar aprobación ni recompensa. Ignorando el
odio y la venganza, olvida las ofensas y perdona a sus enemigos.
Es bienhechor para todos y caritativo
para con los humildes. En todo hombre ve a un hermano, cualquiera sea su país y
cualquiera sea su fe. Lleno de tolerancia, respeta las creencias sinceras,
disculpa los defectos de los demás, hace resaltar sus virtudes y no murmura
nunca. Usa con moderación de los bienes que la vida le concede, los consagra al
mejoramiento social, y, en la pobreza, no envidia a nadie.
La honradez ante el mundo no es siempre
la honradez según las leyes divinas. La opinión pública tiene su valor; hace
más dulce la práctica del bien, per no se la puede considerar como infalible.
El hombre sensato no la desdeña, sin duda; pero cuando es injusta o
insuficiente, prescinde de ella y ajusta su deber a una regla más segura. El
mérito y la virtud quedan a veces desconocidos en la Tierra y los juicios de la
muchedumbre son influidos con frecuencia por sus pasiones y por sus intereses
materiales. Ante todo, el hombre honrado busca su propia estimación y la
aprobación de su conciencia.
Leon Denis
Leon Denis
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