No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas: no he venido a abrogarlos, sino a darles cumplimiento; porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la ley ni un punto, ni un tilde, sin que todo sea cumplido. (San Mateo, cap. V, v. 17 y 18).
E.S.E. Cap I Item 8.
La ciencia y la religión son las dos palancas de la inteligencia humana; la una revela las leyes del mundo material, la otra las leyes del mundo moral; pero teniendo "las unas y las otras el mismo principio, que es Dios", no puede contradecirse; si una es la negación de la otra, la una tiene necesariamente razón y la otra no, porque Dios no puede querer destruir su propia obra. La incompatibilidad que se ha creído ver entre estos dos órdenes de ideas, se debe a una falta de observación y al sobrado exclusivismo de una y otra parte; de esto se ha seguido un conflicto, del que han nacido la incredulidad y la intolerancia.
Han llegado los tiempos en que las enseñanzas de Cristo deben recibir su complemento, en que el velo echado a propósito sobre algunas partes de esas enseñanzas, debe levantarse; en que la ciencia, cesando de ser exclusivamente materialista, debe tomar en cuenta el elemento espiritual, y en que la religión, cesando de desconocer las leyes orgánicas e inmutables de la materia, apoyándose la una en la otra y marchando estas dos fuerzas de concierto, se presenta mutuo apoyo. Entonces la religión, no siendo ya desmentida por la ciencia, adquirirá un poder indestructible, porque estará conforme con la razón y porque no podrá oponérsele la irresistible lógica de los hechos.
La ciencia y la religión no han podido entenderse hasta hoy, porque mirando cada uno las cosas desde su punto de vista exclusivo, se rechazaban mutuamente.
Faltaba algo para llenar el vacío que las separaba, un lazo que las aproximase; este lazo
consiste en el conocimiento de las leyes que rigen y entrelazan el mundo espiritual con el
mundo corporal; leyes tan inmutables como las que regulan el movimiento de los astros
y la existencia de los séres. Una vez patentizadas estas relaciones por la experiencia,
háse hecho una nueva luz, la fe se ha dirigido a la razón, la razón no ha encontrado nada
ilógico en la fe, y el materialismo ha sido vencido. Pero en esto, como en todo, hay personas
que se quedan rezagadas, hasta que son arrastradas por el movimiento general que
les aplasta, si quieren resistir, en vez de entregarse a él. Es una verdadera resolución
moral la que se opera en este momento y trabaja los espíritus; después de haberse elaborado
durante más de dieciocho siglos, toca a su cumplimiento y va a marcar una
nueva era de la humanidad. Las consecuencias de esta revolución son fáciles de prever;
debe introducir en las relaciones sociales inevitables modificaciones, y no está en el
poder de nadie el oponerse a ellas, porque entran en los designios del Todopoderoso y
son consecuencia de la ley del progreso, que es una ley de Dios.
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