domingo, 10 de agosto de 2014

REFLEXION DEL EVANGELIO DE HOY

Durante siglos el hombre  ha intentado exaltar la humildad, porque la humildad era considerada   la virtud más agradable  para ofrecer a Dios, gracias a ello  nació entre los hombres una espiritualidad sin esperanza, basada en el sufrimiento, en la mortificación, el desollar las espaldas a latigazos pensaban que era agradar a Dios.
Esto es un gran error, y gracias al Dios amoroso que Jesús nos mostró  sabemos que lo que realmente agrada a Dios es que nos hagamos adultos para reconocer nuestra grandeza, pues los espíritus somos chispas divinas emanadas de Dios. Por lo tanto la ofrenda más agradable que le podemos ofrecer  es nuestra entrega total a quien  todo nos ha dado.
El crecimiento espiritual es una decisión personal   y el joven rico en Lucas quería agradar a Dios pero no deseaba amarlo en primer lugar, sino luego de sus riquezas. Lo material tenía la prioridad en su corazón. Lucas 18:18-23.
En Lucas 9:53-56 vemos una situación donde los discípulos más cercanos de Jesús se enojaron frente al rechazo de unos pobladores. El Señor, en lugar de buscar venganza y reclamar respeto, decidió perdonar y recordar cuál es la prioridad para Dios: el amor por las almas.
Esto también significa tener el enojo o el rencor en primer lugar, antes que a Dios. Si alguien te cierra la puerta y te lastima, no detengas tu camino por buscar venganza, sino sigue adelante porque ¡muchas otras puertas de mayor bendición son las que se están por abrir! 
La decisión de agradar a Dios es la mejor de todas, puesto que conduce a tomar muchas otras para el propio bienestar y el de quienes nos rodean. El hecho de no conformarse con lo que hemos alcanzado espiritualmente hasta este punto e ir por más, es también una grandiosa elección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario