No juzguéis para que no os juzguen. El que esté sin pecado
le arroje la primera piedra
No queráis juzgar para que no seáis juzgados. - Pues con el juicio con
que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midiéreis, os volverán a
medir. (San Mateo, capítulo VII, v. 1 y 2).
12. Y los Escribas y los Fariseos le trajeron una mujer, sorprendida en
adulterio; y la pusieron en medio. -Y le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido ahora
sorprendida en adulterío. - Y Moisés nos mandó en la ley apedrear a estas tales.
¿Pues tú, qué dices? - Y esto lo decían tentándole para poderle acusar: Mas Jesús,
inclinado hacía abajo, escribía con el dedo en tierra. - Y como porfiasen en
preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que entre vosotros esté sin pecado, tire
contra ella la piedra el primero. - E inclinándose de nuevo, continuaba escribiendo
en tíerra. - Ellos, cuando esto oyeron, se salieron los unos en pos de los otros, y los
más ancianos los primeros: y quedó Jesús solo, y la mujer que estaba en pie en
medio. Y enderezándose Jesús, la dijo: Mujer, ¿en dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?-Dijo ella: Ninguno,
Señor. Y dijo Jesús. Ni yo tampoco te condenaré. Vete y no peques ya más. (San
Juan, cap. VIII, v. 3 a 11).
No juzguéis para que no os juzguen. El que esté sin pecado
le arroje la primera piedra
11. No queráis juzgar para que no seáis juzgados. - Pues con el juicio con
que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midiéreis, os volverán a
medir. (San Mateo, capítulo VII, v. 1 y 2).
12. Y los Escribas y los Fariseos le trajeron una mujer, sorprendida en
adulterio; y la pusieron en medio. -Y le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido ahora
sorprendida en adulterío. - Y Moisés nos mandó en la ley apedrear a estas tales.
¿Pues tú, qué dices? - Y esto lo decían tentándole para poderle acusar: Mas Jesús,
inclinado hacía abajo, escribía con el dedo en tierra. - Y como porfiasen en
preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que entre vosotros esté sin pecado, tire
contra ella la piedra el primero. - E inclinándose de nuevo, continuaba escribiendo
en tíerra. - Ellos, cuando esto oyeron, se salieron los unos en pos de los otros, y los
más ancianos los primeros: y quedó Jesús solo, y la mujer que estaba en pie en
medio. Y enderezándose Jesús, la dijo: Mujer, ¿en dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?-Dijo ella: Ninguno,
No juzguéis para que no os juzguen. El que esté sin pecado
le arroje la primera piedra
11. No queráis juzgar para que no seáis juzgados. - Pues con el juicio con
que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midiéreis, os volverán a
medir. (San Mateo, capítulo VII, v. 1 y 2).
E.S.E. Cap X Ítem 18
Queridos amigos, sed severos para con vosotros mismos e indulgentes para
con las debilidades de los otros; también esto es una práctica de la santa caridad que
muy pocas personas observan. Todos vosotros tenéis malas inclinaciones que vencer,
defectos que corregir, costumbres que modificar, todos vosotros tenéis una carga más o
menos pesada que depositar para subir a la cumbre de la montaña del progreso. ¿Por
qué, pues, veis tanto para el prójimo, y sois tan ciegos para vosotros mismos? ¿Cuándo,
pues, cesaréis de advertir en el ojo de vuestro hermano una arista de paja que le hiere,
sin mirar en el vuestro la viga que os ciega, y os hace marchar de precipicio en
precipicio? Creed en vuestros hermanos los espíritus: Todo hombre bastante orgulloso
para creerse superior en virtud y en mérito a sus hermanos encarnados es insensato y
culpable, y Dios le castigará en el día de su justicia. El verdadero carácter de la caridad,
es la modestia y la humildad que consiste en no ver superficialmente los defectos para
dedicarse a hacer volver lo que hay en el bueno y virtuoso; porque si el corazón humano
es un abismo de corrupción, existe siempre en algunos de sus pliegues más escondidos,
el gérmen de buenos sentimientos, chispa brillante de la esencia espiritual.
¡Espiritismo, doctrina consoladora y bendita; felices los que te conocen y se
aprovechan de las saludables enseñanzas de los espíritus del Señor! Para ellos el camino
es claro, y durante todo el viaje pueden leer estas palabras que les indican el medio de
llegar al fin: caridad práctica, caridad de corazón, caridad para el prójimo como para sí
mismo, en una palabra, caridad para todos y amor de Dios sobre todas las cosas,
porque el amor de Dios resume todos los deberes y porque realmente es imposible amar
a Dios sin practicar la caridad, de la que hace una ley para con todas sus criaturas.
(Dufétre, obispo de Nevers, Bordeaux).
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