viernes, 15 de agosto de 2014

LEY DE AMOR

El mayor mandamiento
1. Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar a los Saduceos, se
juntaron en consejo. - Y le preguntó uno de ellos que era doctor de la ley,
tentándole:
Maestro: ¿Cuál es el grande mandamiento en la ley? - Y Jesús le dijo:
Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma y de todo tu
entendimiento. - Este es el mayor y el primer mandamiento.-Y el segundo,
semejante es a éste. "Amarás a tu prójimo como a tí mismo".
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (San Mateo,
cap. XXIII, v. 34 a 40).
2. "Y así todo lo que queréis que los hombres hagan con vosotros, hacedlo
también vosotros con ellos". Porque ésta es la ley y los profetas. (Id., cap. VII, v.
12). - Y lo que queréis que hagan a vosotros los hombres, eso mismo haced
vosotros a ellos. (San Lucas, cap. VI, v. 31).

E.S.E. item 8-10
8. El amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por
excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso
realizado. El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido,
sólo tiene sensaciones; pero instruído y purificado, tiene sentimientos, y el punto
exquisito del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino
ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas
las revelaciones sobrehumanas. La ley de amor reemplaza a la personalidad por la fusión
de los seres, y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquel que, elevándose sobre su
humanidad, quiere con grande amor a sus hermanos doloridos! ¡Feliz aquel que ama,
porque no conoce ni la carestía del alma ni la del cuerpo; sus pies son ligeros y vive
como transportado fuera de sí mismo! Luego que Jesús hubo pronunciado esta divina
palabra: amor, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de
esperanza, descendían al circo.
El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto
divino; estad atentos, porque esa palabra levanta la piedra de las tumbas vacías, y la
"reencarnación", triunfando de la muerte revela al hombre ofuscado su patrimonio
intelectual; ya no le conduce a los suplicios, sino a la conquista de su ser elevado y
transfigurado. La sangre ha rescatado al espíritu y el espíritu debe rescatar hoy al
hombre de la materia.
He dicho que el hombre en su principio sólo tiene instintos; aquel, pues, en quien
dominan los instintos está más próximo al punto de partida que al fin. Para adelantar
hacia éste, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir,
perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la
germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota
encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que permanecen avasallados por
sus instintos. El espíritu debe ser cultivado como un campo: toda la riqueza futura
depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres os traerá la gloriosa elevación;
entonces será cuando, comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres,
buscaréis en ella los suaves goces del alma, que son los preludios de los goces celestes.
(Lázaro. París, 1862).
9. El amor es de esencia divina, y desde el primero hasta el último poseéis en el
fondo del corazón la chispa de ese fuego sagrado. He aquí un hecho que podéis haber
observado muchas veces: el hombre más abyecto, más vil y más criminal, siente por un
ser o por un objeto cualquiera un afecto vivo y ardiente a prueba de todo lo que tendiera
a disminuirlo, que toma a menudo proporciones sublimes.
He dicho por un ser o por un objeto cualquiera porque hay entre vosotros individuos que prodigan los tesoros de amor de que su corazón rebosa, a los animales, a las plantas y aun a los objetos materiales; especie de misántropos, que se quejan de la humanidad en general, que se resisten a la inclinación natural de su alma y que buscan a su alrededor afecto y simpatía. Esos rebajan la ley de amor al estado de instinto. Pero por más que hagan, no podrán sofocar el gérmen vivo que Dios, al crearlos, deposító en su corazón: este germen se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, aunque muchas veces comprimido por el egoísmo, es origen de santas y dulces virtudes que constituyen los afectos sinceros y duraderos, y os ayudan a subir el camino, escarpado y árido de la existencia humana.
Hay algunas personas a quienes repugna la prueba de la reencarnación, en el sentido de que otras participen de las simpatías afectuosas a que están celosas. ¡Pobres hermanos! vuestro afecto os hace egoístas; vuestro amor está limitado a un círculo íntimo de parientes o amigos, y todos los otros os son indiferentes. Pues bien, para practicar la ley de amor tal como Dios la entiende, es preciso que lleguéis por grados a amar a todos vuestros hermanos indistintamente. La tarea será larga y difícil, pero se cumplirá: Dios lo quiere, y la ley de amor es el primero y más importante precepto de vuestra nueva doctrina, porque aquella es la que debe un día matar al egoísmo, bajo cualquier forma que se presente; porque además del egoísmo personal, hay también el egoísmo de familia, de casta, de nacionalidad. Jesús dijo: "Ama a tu prójimo como a tí mismo", ¿pero, cuál es el límite de tu prójimo? ¿Es, acaso, la familia, la secta, la nación?
No, es la humanidad entera. En los mundos superiores, el amor mutuo armoniza y dirige
a los espíritus avanzados que los habitan; y vuestro planeta, destinado a un progreso
próximo para su transformación social, verá practicar por sus habitantes esta sublime
ley, reflejo de la Divinidad.
Los afectos de la ley de amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la
felicidad durante la vida terrestre. Los más rebeldes y más viciosos deberán reformarse
cuando vean los beneficios producidos por esta práctica: No hagáis a los otros lo que no
quisiéreis que os hicieran a vosotros, pero hacedles, por el contrario, todo el bien que
podáis.
No creáis en la esterilidad y endurecimiento del corazón humano; a pesar suyo,
cede al amor verdadero; es un imán al que no se puede resistir, y el contacto de ese
amor vívifíca y fecunda los gérmenes de esa vir tud que está en vuestro corazón en estado latente. La tierra, morada de prueba y de destierro, será entonces purificada por ese fuego sagrado, y verá practicar la caridad; la humildad, la paciencia, la adhesión, la abnegación, la resignación, el sacrificio, todas las virtudes hijas del amor. No os canséis, pues, de escuchar las palabras de Juan Evangelista; ya lo sabéis: cuando las dolencias y la vejez suspendieron el curso de sus predicaciones, sólo repetía estas dulces palabras: "Hijitos míos, amáos unos a otros".
Queridos y estimados hermanos, aprovecháos de las lecciones; su práctica es
difícil, pero el alma saca de ellas un bien inmenso. Creedme, haced el esfuerzo sublime
que os pido: "Amáos" muy pronto veréis la tierra transformada en Elíseo, donde las
almas de los justos vendrán a gozar del reposo. (Fenelón. Bordeaux, 1861).
10. Mis queridos condiscípulos: los espíritus que están aquí presentes os dicen
por mi voz: Amad bien, con el fin de ser amados. Este pensamiento es tan justo, que
encontraréis en él todo lo que consuela y calma las penas de cada día; o más bien,
practicando esta sabia máxima, os elevaréis de tal modo sobre la materia, que os
espiritualizaréis antes de separaros de vuestro cuerpo terrestre. Habiendo los estudios
espirituales desarrollado en vosotros la comprensión del porvenir, tenéis una seguridad:
el adelantamiento hacia Dios con todas las promesas que corresponden a las
aspiraciones de vuestra alma; también debéis elevaros lo bastante para juzgar sin los
lazos de la materia, y no condenar a vuestro prójimo antes de haber dirigido vuestro
pensamiento a Dios.
Amar, en el sentido profundo de la palabra, es ser real, probo, concienzudo, para
hacer a los otros lo que quisiéramos para nosotros mismos; es buscar alrededor de sí el
sentido íntimo de todos los dolores que abruman a nuestros hermanos, para llevarles un
alivio; es mirar la gran familia humana como la suya, porque esta familia la volveréis a encontrar en cierto período en los mundos más avanzados, y losespíritus que la componen son, como vosotros, hijos de Dios designados para elevarse hasta el infinito. Por esto no podéis rehusar a vuestros hermanos lo que Dios os ha dadoliberalmente, porque por vuestra parte estaríais muy contentos de que vuestros hermanos os diesen lo que os hiciera falta. En tódo sufrimiento dadles, pues, una palabra de esperanza y de apoyo, a fin de que seáis todo amor, todo justicia.
Creed que estas sabías palabras: "Amad bien para ser amados", seguirán su
curso; son revolucionarias y siguen una senda segura, invariable. Mas vosotros que me
escucháis, habéis triunfado; sois infinitamente mejores que hace cíen años: habéis
cambiado de tal modo, con ventaja vuestra, que aceptáis sin réplica una multitud de
ideas nuevas sobre la libertad y fraternidad, que en otro tiempo hubiérais rechazado,
pues de aquí a cien años aceptaréis con la misma facilidad las que aun no han podido
entrar en vuestro cerebro. Hoy que el movimiento espiritista ha dado un gran paso, veis
con que rapidez las ideas de justicia y de renovación, contenidas en los dictados de los
espíritus, son aceptadas por la mitad del mundo inteligente; es porque esas ideas
responden a todo lo que hay de divino en vosotros; es porque estáis preparados por una
semilla fecunda: la del siglo último, que ha plantado en la sociedad las grandes ideas del
progreso; y como todo se encadena bajo el dedo del Todopoderoso, todas las lecciones
recibidas y aceptadas se encerrarán en este cambio universal del amor al prójimo. Por él
los espíritus encarnados, juzgando mejor y sintiendo mejor, se tenderán la mano desde
los confines de vuestro planeta, y se reunirán para entenderse y amarse y para destruir
todas las injusticias y todas las causas de mala inteligencia entre los pueblos. ¡Gran pensamiento de renovación por el Espiritismo, también descrito en el"Libro de los Espíritus!" tú producirás el gran milagro del siglo venidero, el de la reunión de todos los intereses materiales y espirituales de los hombres por la aplicación de esta máxima bien
comprendida: "Amad bien con el fin de ser amados". (Sansón)
REFLEXION
El Amor es la sustancia creadora y mantenedora del Universo, que está constituido por esencia divina.
Es un tesoro que, cuanto más se divide, más se multiiplica y se enriquece a medida que se reparte. Cuanto mas se esparce, mas se  agiganta.

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