“No retribuyendo mal por mal, ni injuria por injuria; antes, por el contrario, bendiciendo; sabiendo que pa-ra esto fuisteis llamados." – (1 Pedro, 3:9)
La fila de los que reclaman fue siempre numerosa en todas las tareas del bien.
En el apostolado evangélico, observamos, igualmente, esa regla general.
Muchos aprendices, en obediencia al pernicioso hábito, prefieren el camino de los atritos o de las disidencias escandalosas. No obstante, algún raciocinio más despertaría a la comunidad de los discípulos para mayor comprensión.
¿Nos invitaría Jesús a conflictos estériles, tan sólo para repetir los cuadros del capricho individual o de la fuerza tiranizante? Si así fuera, el ministerio del Reino estaría confiado a los obstinados, a los discutidores, y a los gigantes de la energía física.
Es un contrasentido deshacerse el servidor de la Buena Nueva en lamentaciones que no encuentran razón de ser.
¿Amarguras, persecuciones, calumnias, brutalidad, falta de entendimiento? Son viejas figuraciones que atormentan las almas en la Tierra. A fin de contribuir en la extinción de ellas es que el Señor nos llamó a sus filas. No las alimentes, prestándoles excesivo aprecio.
El cristiano es punto vivo de resistencia al mal, donde se encuentre.
Piensa en eso y busca entender la significación de verbo soportar.
No olvides la obligación de servir con Jesús. Es para esto que fuimos llamados.
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