jueves, 17 de septiembre de 2015

DE CÓMO DIOS FORMÓ EL HOMBRE DEL BARRO O POLVO DE LA TIERRA

Todos conocemos la alegoría bíblica de la formación del hombre, pero no todos sabemos que, para mucha gente, esa alegoría representa una verdad incontestable, una realidad. Dice la traducción de Almeida, en el Cap. II del Génesis, vers. 7: “Y formó el Señor Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices el aliento de la vida: y el hombre fue hecho alma viviente”. La misma traducción, en la edición revisada y actualizada de la Sociedad Bíblica del Brasil, corrige “narices” por “narinas” y hace otras pequeñas alteraciones. En la traducción de Figueiredo “el polvo de la tierra” es sustituido por “barro de la tierra”. De cualquier manera, el hecho esencial es el mismo en todas las versiones bíblicas, o sea: Dios formó al hombre de la tierra y sopló la vida en sus narinas.
El Espiritismo no puede admitir que esa alegoría, por cierto, muy bella y expresiva, sea tomada al pie de la letra. Kardec admite, en el Libro de los Espíritus, que Adán realmente ha existido, como posible sobreviviente de un cataclismo en la región citada por la Biblia. Pero advierte que es más razonable considerarlo un mito o una alegoría, “personificando las primeras edades del mundo”. La especie humana no comenzó por un solo hombre. Surgió en la Tierra por el encadenamiento natural de la evolución de los seres. En La Génesis, Kardec estudia la posición del hombre en la escala animal y declara: “Por mucho que hiera su orgullo, el hombre debe resignarse a ver en su cuerpo material el último eslabón de la animalidad en la Tierra”. ¿Hay contradicción, en este punto, entre la Biblia y el Espiritismo?
Kardec responde acertadamente que no. Porque el Espiritismo únicamente explica la alegoría bíblica, le da la necesaria interpretación, nos esclarece en cuanto al espíritu de la letra, en vez de esclavizarnos a la “letra que mata”. Aquellos que, por el contrario, se apegan a la letra, acaban haciendo de la Biblia un libro absurdo, contradictorio e inaceptable para las personas de discernimiento. Los Espíritus aclaran bien esta cuestión, como vemos en la pregunta 47 de El Libro e los Espíritus.
Kardec pregunta: “¿Estaba la especie humana entre los elementos orgánicos del globo terrestre?” Y la respuesta es la siguiente: “Sí, y vino a su tiempo; eso fue lo que dio motivo a decir que el hombre fue hecho del fango de la tierra”. Como se ve, por esta clara respuesta, la obra de Dios no se asemeja a los groseros trabajos humanos. Dios crea a través de procesos cósmicos aún inaccesibles a nuestro entendimiento. Los libros bíblicos no podrían tratar de la creación del hombre sino de forma alegórica.

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