jueves, 27 de noviembre de 2014

MIEDO Y MEDIUMNIDAD

MIEDO Y MEDIUMNIDAD

— Me gustan las reuniones espíritas, pero tengo miedo
de concurrir a ellas...
— Tengo mediumnidad, mas no me atrevo. . .

— Creo racionalmente en el Mundo de los Espíritus,

Sin embargo no puedo concebir que un Espíritu se me aparezca de improviso...
Es común oír manifestaciones como éstas, pero es preciso señalar, además, que
ellas son la expresión de un muy reducido número de hermanos que dicen con
franqueza lo que piensan.
¡Cuántos médiums se apartan en silencio del trabajo edificante al que fueron
llamados y de quienes sólo los Amigos de la Espiritualidad conocen que el motivo de su
deserción es el miedo inconfesado y entorpecedor que anida en sus corazones!
¡Sí!, uno de los muchos tipos de medianeros frustrados en el intercambio
espiritual que escapan hasta ahora a toda clasificación, es el del médium miedoso,
meticuloso.
Las personas impresionables casi siempre revelan una espontánea susceptibilidad e
incluyen naturalmente al miedo como uno de los agentes principales de su sensibilización
mediúmnica. Conturbadas por algún hecho o conversación oída, lectura o referencia que
lesionó su emotividad, tienen un terror pánico al ejercicio de las facultades psíquicas, sin
que ninguna razón medie para ello.
Certifiquémonos que el miedo es una especie de atadura invisible que frena a
legiones de trabajadores eficientes, alejándolos del servicio. El temor, — muchas veces
originado en la edad infantil — es preciso que lo sepamos curar con la medicación del
amor fraternal y el esclarecimiento lógico, sin perder de vista que la actividad mediúmnica
es una manifestación de Espíritu a Espíritu, al igual que los hechos más corrientes de la
vida terrestre.
¡Médium: Si el miedo es tu problema individual en lo que respecta al ejercicio de
tu facultad, bríndate, para la mejoría a la que aspiras, a la consolidación de tu fe racíocinada!
La coherencia con los principios que abrazamos nos enseña que la persona de fe
verdadera nada teme, excepto a sí misma, atenta, como vive, frente a sus flaquezas
personales. En razón de ello, es correcto recelar sólo de uno en lo relacionado a los
sentimientos que aún no conseguimos disciplinar.
Si no te amedrentas en tu condición de intérprete entre personas que hablan
un distinto idioma, ¿por qué temer cuando asumes la tarea de medianero entre seres
de esferas diferentes que solicitan tu cooperación mediúmnica?
¿Por qué motivo te asustas delante de los desencarnados que son, en
esencia, personalidades iguales a ti?
Los Espíritus benévolos y esclarecidos son mentores iluminados que merecen
nuestro aprecio; y los Espíritus dolientes y desdichados tampoco deben ser temidos, por
cuanto ellos son necesitados que precisan de nuestro amor.
Miedo es inexperiencia.
Corrígete a través de la labor mediúmnica raciocinando con el Evangelio vivo y
perseverando en la tarea fraternal.
En los quehaceres doctrinarios en los que se realiza el contacto puro con
las Esferas Superiores todos los hermanos contribuyen con sus buenos
pensamientos, y la protección espiritual se consigue con las oraciones sinceras,
siendo por ello el templo espírita el local en el que ninguna persona debe temer
cosa alguna, por cuanto en él se encuentra la fuente para su mismo consuelo y
sustentación.
No te sientas incapaz de dominar el miedo cuando te encuentres frente a las tareas
del reino del alma. Rechaza cualquier recelo infundado manteniéndote en la tranquilidad
de la confianza, en la luz de la fe, en la lectura constructiva y en la meditación edificante, y
al hacer tu parte en la supresión de semejante fantasma íntimo, reconocerás que los
benefactores de la Vida Mayor te harán descubrir en la producción mediúmnica el áureo
camino de la verdad y el portal sublime del amor.
ANDRÉ LUIZ

OBREROS DE LA ULTIMA HORA CAPITULO XX Item 4.
4. ¿Oís ya rugir la tempestad que debe acabar con el viejo mundo y sumergir en
la nada las iniquidades terrestres? ¡Ah! bendecid al Señor, vosotros que habéis puesto
vuestra fe en su soberana justicia y como nuevos apóstoles de la creencia revelada por
las voces proféticas superiores, id a predicar el dogma nuevo de la reencarnación y de
la elevación de los espíritus, según cumplieron bien o mal su misión y soportado sus
pruebas terrestres.
¡No tembléis ya! Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabezas.
¡Verdaderos adeptos del Espiritismo, vosotros sois los elegidos del Señor! Id y predicad
la palabra divina. Ha llegado la hora en que debéis sacrificar, para su propagación,
vuestras costum bres, vuestros trabajos y vuestras ocupaciones fútiles. Id y predicad. Los espíritus de lo alto, están con vosotros. Ciertamente hablaréis a personas que no querrán escuchar la voz de Dios, porque esta voz les recuerda sin cesar la abnegación; vosotros predicaréis el desinterés a los avaros, la abstinencia a los viciosos y la mansedumbre a los tiranos domésticos y a los déspotas, palabras perdidas, ya lo sé; pero ¡qué importa! es preciso rociar con vuestros sudores el terreno que debéis sembrar, porque no fructificará y no
producirá sino con los esfuerzos reiterados del azadón y del arado evangélico. Id y
predicad.
Sí, todos vosotros, hombres de buena fe, que creéis en vuestra inferioridad mirando los mundos diseminados por el infinito, marchad en cruzada contra la injusticia
y la iniquidad. Id y destruid ese culto del becerro de oro que cada día se hace más
invasor. Marchad, Dios os conduce. Hombres sencillos e ignorantes, vuestras lenguas se
desatarán y hablaréis como no habla ningún orador. Id y predicad, y las poblaciones
atentas recogerán felices vuestras palabras de consuelo, de fraternidad, de esperanza y
de paz.
¡Qué importan los tropiezos que se opondrán a vuestro paso! Sólo los lobos caerán en la trampa del lobo, porque el pastor sabrá defender sus ovejas contra los carniceros sacrificadores.
Id, hombres grandes ante Dios, que más felices que Santo Tomás, creéis sin poder ver y aceptáis los hechos de la mediumnidad, aun cuando vosotros no la hayáis
podido obtener de vosotros mismos; id, el espíritu de Dios os conduce.
Marcha, pues, adelante, falange impotente por tu fe, y los numerosos batallones de incrédulos desaparecerán ante ti como la niebla de la mañana a los primeros rayos del sol naciente.
La fe es la virtud que levantará las montañas, os dijo Jesús, pero más pesadas que las más escarpadas montañas están en el corazón de los hombres la impureza y todos los vicios de ella. Marchad, pues,Oh con valor para levantar esa montaña de iniquidades que las generaciones futuras nodeben conocer sino por la leyenda, como vosotros no conocéis tampoco sino muy imperfectamente el período de los tiempos anteriores a la civilización pagana.
Sí, los cataclismos morales y filosóficos van a estallar en todas las partes del
globo; la hora se acerca y la luz divina aparecerá sobre los dos mundos.
Id, pues, y llevad la palabra divina: a los grandes que la desdeñarán, a los sabios
que pedirán pruebas, a los pequeños y a los sencillos que la aceptarán, porque sobre
todo entre estos mártires del trabajo, en esta expiación terrestre, encontraréis el favor y
la fe. Id, éstos recibirán con cánticos de acción de gracias, cantando las alabanzas de
Dios, el consuelo santo que les llevaréis, y se inclinarán dándole gracias por la parte que
les corresponde de sus miserias terrestres.
¡Que vuestra falange se arme, pues, de resolución y de valor! ¡A la obra! El arado está preparado; la tierra espera, es preciso trabajar.
Id y dad gracias a Dios por la tarea gloriosa que os ha confiado, pero pensad que
entre los llamados al Espiritismo, muchos se han estacionado; mirad, pues, vuestro
camino, y seguid la senda de la verdad. Si muchos de los llamados al Espiritismo se han estacionado, ¿cómo conoceremos a los que están en el buen camino? - R. Los reconoceréis en los principios de verdadera caridad que profesarán y practicarán: los reconoceréis en el número de afligidos que habrán consolado; los reconoceréis en su amor hacia el prójimo, por su abnegación, por su desinterés personal; los reconoceréis, en fin, en el triunfo de sus principios, porque Dios quiere el triunfo de su ley; los que siguen su ley son sus elegidos y él les dará la victoria, pero destruirá a los que falsean el espíritu de esa ley y hacen de ella su comodín para satisfacer su vanidad y su ambición. (Erasto, ángel guardián del médium. París, 1863).


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