martes, 28 de octubre de 2014

SIN IDOLATRIA

E. S. E. Cap XXI Item 8.
 Porque no es buen árbol el que cría frutos malos. Ni mal árbol el que
lleva buenos frutos. - Pues cada árbol es conocido por su fruto. Porque ni cogen higos de espino, ni vendimian uvas de zarzas. - El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca bien: Y el hombre malo, del mal tesoro saca mal. Porque de la abundancia del corazón habla la boca. (San Lucas, cap. VI, v. 43, 44 y 45).
 "Guardáos de los falsos profetas", que vienen a vosotros con vestidos de
ovejas, y dentro son lobos robadores. - Por sus frutos luego los conoceréis, "¿por ventura cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?" Así todo árbol bueno lleva buenos frutos; y el mal árbol lleva malos frutos. - "No puede el árbol bueno llevar malos frutos ni el árbol malo llevar buenos frutos". - Todo árbol que no lleva buen fruto será cortado y metido al fuego. - Así, pues, por los frutos de ellos les conoceréis. (San Mateo, cap. VI. v. de 15 a 20).
 Y respondiendo Jesús, les dijo: Guardáos que no os engañe alguno. -
Porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: Yo soy el Cristo: y a muchos
engañarán.
Y se levantarán muchos falsos profetas, y enganarán a muchos. Y porque
se multiplicará la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos. - Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Entonces si alguno os dijere: Mirad, el Cristo está aquí o allí; no lo creáis. -
"Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán grandes señales y prodigios", de modo, que si puede ser, caigan en error aun los escogidos. (San Mateo, capítulo XXIV, v. 4, 5, 12, 13, 23 y 24. - San Marcos, capítulo XIII, v. 5, 6,
8. Si alguno os dice: "Cristo está aquí", no vayáis, sino por el contrario,
preveníos porque los falsos profetas serán numerosos. Mas, ¿no veis las hojas de la higuera que empiezan a blanquear? ¿No veis sus numerosos renuevos esperando la época de florecer, y acaso no os ha dicho Cristo: Por el fruto se conoce el árbol? Sí, pues, los frutos son amargos, juzgad que el árbol es malo; pero si son dulces y saludables, decid: Nada puro puede salir de un mal tronco.
Así, hermanos míos, es cómo debéis juzgar; las obras son las que debéis
examinar. Si los que dicen estar revestidos del poder divino están acompañados de todas las señales de semejante misión, es decir, si poseen allí más alto grado las virtudes cristianas y eternas: la caridad, el amor, la indulgencia, la bondad que concília todos los corazones; si, en apoyo de las palabras, unen los actos, entonces podréis decir: verdaderamente son éstos los enviados de Dios.
Mas desconfiad de las palabras melifluas, desconfiad de los escribas y fariseos que ruegan en las plazas públicas vestidos con largos ropajes. ¡Desconfiad de aquellos que pretenden tener el sólo y único monopolio de la verdad!
No, no; Cristo no está allí, porque los que El envíe a propagar su santa doctrina y a regenerar a su pueblo, serán, a ejemplo del Maestro, dulces y humildes de corazón sobre todas las cosas; aquellos que deben por sus ejemplos y sus consejos, salvar a la humanídad que corre a su pérdida y vaga en las sendas tortuosas, aquellos serán, sobre todo, modestos y humildes. Todo lo que revela un átomo de orgullo, separadlo de vosotros como una lepra contagiosa que corrompe todo lo que toca. Acordaos de que "cada criatura lleva en su frente, sobre todo en sus actos, el sello de grandeza o de su
decadencia.
Id, pues, mi muy amados hijos, marchad sin desviaros, sin segunda intención, por la bendita senda que habéis emprendido. Marchad, marchad siempre sin miedo, alejad con valor todo lo que pudiera poner trabas a vuestra marcha hacia el fin eterno.
Viajeros, no estaréis mucho tiempo en las tinieblas y en los dolores de la prueba, si os entregáis de corazón a esta dulce doctrina que viene a revelaros las leyes eternas y asatisfacer todas lás aspiraciones de vuestra alma hacia lo desconocido. De hoy en adelante podéis dar un cuerpo a esas sílfides ligeras que veis pasar en vuestros sueños y que, efmeras sólo podían encantar a vuestro espíritu, pero nada decían a vuestro corazon. Ahora? amados míos, la muerte ha desaparecido para hacer lugar al ángel radiante que conocéis: ¡al ángel de la esperanza y de lareunión! Ahora vosotros, que habéis cumplido bien la tarea impuesta por el Señor, nada tenéis que temer de su justicia, porque es padre y perdona siempre a sus hijos
extraviados que piden misericordia. Continuad, pues, y avanzad sin cesar; que vuestra divisa sea la del progreso, la del progreso continuo y en todas las cosas, hasta que lleguéis, en fin, a ese término feliz en donde os esperan todos aquellos que os hanprecedido. (Luis. Bordeaux, 1861).

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