domingo, 26 de octubre de 2014

PREPARACION FAMILIAR

El problema familiar, por más que nos despreocupemos de él tratando de escapar a la responsabilidad directa, constituirá siempre una de las cues-tiones fundamentales de la felicidad humana.
 

Es un tremendo error suponer que la muerte borra los recuerdos, a modo de esponja que absorbe el vinagre en la limpieza del utensilio de co-cina. Ciertamente, los vínculos menos dignos terminan en la sombra del se-pulcro, cuando soportados valerosamente y encarados como sacrificio purificador en la existencia material. El noventa por ciento, quizá, de los ma-trimonios infelices por la falta de afinidad espiritual, se extinguen con la muerte, que liberta naturalmente a las víctimas de los grilletes y de los ver-dugos. El Evangelio de Jesús enseña entre los vivos que Dios no es Dios de muertos, y los que han perdido la indumentaria carnal, sintiéndose más vi-vos que nunca, añaden que Dios no es Dios de condenados. Que los Otelos de la Tierra se prevengan, en sus relaciones con las Desdémonas virtuosas del mundo, porque aparte del cadáver, no podrán apuñalar a las esposas, libres de la carne; y las mujeres celosas, desgreñadas dentro de la noche, gritando blasfemias injuriosas contra los maridos inocentes, que se prepa-ren para largo tiempo de separación en la esfera invisible, donde en la me-jor de las hipótesis recibirán servicios de reeducación, en su propio beneficio.
 

La muerte sería un monstruo terrible si consolidase los grilletes terrestres en aquellos que toleraron heroicamente la tiranía y el egoísmo de otro. Aparte de sus muros de sombra, hay castillos sublimes para los que amaron con el alma, y atesoraron con el sentimiento más puro, el ideal y la espe-ranza en una vida mejor; y hay además precipicios oscuros, por donde ba-jan los insurrectos en desesperación por no poder oprimir y martirizar, por más tiempo, los corazones dedicados y sensibles de que se rodeaban en la Tierra.
Hecha esta salvedad, alusiva a los principios de afinidad que gobiernan la sociedad espiritual, recordemos la misión educativa que el mundo confiere al corazón de los padres, en nombre de Dios.
¿Vendría a constituir un acto casual de la Naturaleza, la unión de dos criaturas, convertidas en padre y madre de diversos seres? ¿Mera eventua-lidad la instalación de una cuna adornada de flores?


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