domingo, 26 de octubre de 2014

PROBLEMAS DEL MUNDO

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. -
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
hartos. - Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).

E.S.E. Cap V Item 5 La ley humana alcanza a ciertas faltas y las castiga; el condenado puede, pues, decir que sufre la consecuencia de lo que ha hecho; pero la ley no alcanza ni puede alcanzar a todas las faltas; castiga más especialmente aquellas que causan perjuicio a la sociedad y no aquellas que dañan a los que las cometen. Sin embargo, Dios quiere el
progreso de todas las criaturas; por esto no deja impune ningún desvío del camino recto;
no hay una sola falta, por ligera que sea, una sola infracción a su ley, que no tenga
consecuencias forzosas e inevitables, más o menos desagradables; de donde se sigue
que, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes, el hombre es siempre castigado
por donde ha pecado. Los sufrimientos, que son su consecuencia, le advierten de que ha
obrado mal, le sirven de experiencia, le hacen sentir la diferencia del bien y del mal y la
necesidad de mejorarse para evitar en lo sucesivo lo que ha sido para él origen de
pesares; sin esto no hubiera tenido ningún motivo de corregirse; confiando en la
impunidad, retardaría su adelanto, y por consiguiente su felicidad futura.
Pero la experiencia viene algunas veces un poco tarde, cuando la vida está
gastada y turbada, cuando las fuerzas están debilitadas y cuando el mal no tiene
remedio. Exclama el hombre: Si al principio de la vida hubiese sabido lo que sé ahora,
¡cuántos pasos falsos hubiera evitado! ¡"Si tuviera que empezar ahora", me conduciría
de muy distinto modo, pero ya no es tiempo! Así como el operario perezoso dice: He
perdido mi jornal, él también dice: He perdido mi vida; pero así como para el jornalero
el sol sale al día siguiente y empieza un nuevo día que le permite reparar el tiempo
perdido, también para él, después de la noche de la tumba, resplandecerá el sol de una
nueva vida en la que podrá valerle la experiencia del pasado y sus buenas resoluciones
para el porvenir.

 REFLEXION .

PROBLEMAS DEL MUNDO

El mundo está repleto de oro.

Oro en el suelo. Oro en el mar. Oro en los cofres.

Pero el oro no resuelve el problema de la miseria.

El mundo está repleto de espacio.

Espacio en los continentes. Espacio en las ciudades. Espacio

en los campos.

Pero el espacio no resuelve el problema de la codicia.

El mundo está repleto de cultura.

Cultura en la enseñanza. Cultura en la técnica. Cultura en la opinión.

Pero la cultura de la inteligencia no resuelve el problema del egoísmo.

El mundo está repleto de teorías. 

Teorías en la ciencia. Teorías en las escuelas filosóficas. 

Teorías en las religiones.
Pero las teorías no resuelven el problema de la desesperación.
El mundo está repleto de organizaciones.
Organizaciones administrativas. Organizaciones económicas. Organizaciones sociales. Pero las organizaciones no resuelven el problema del crimen.
 

Para extinguir la llaga de la ignorancia, que alimenta la
miseria; para disipar la sombra de la codicia que genera el delirio; para exterminar al monstruo del egoísmo que promueve la guerra; para anular el gusano de la desesperación que engendra la
locura y para extirpar el charco del crimen que causa la desventura,
el único remedio eficiente es el Evangelio de Jesús instalado
en el corazón humano.
Seamos, pues, valerosos en lo atinente a diseminar la Doctrina
Espírita, que desentraña, de la letra el mensaje del Evangelio,
para la edificación de la Humanidad Nueva, e irradia la
influencia y la inspiración del Divino Maestro a través de la emoción
y la idea, de la sugerencia y la conducta, de la palabra y el
ejemplo; y en consecuencia, mediante la paráfrasis del concepto
inolvidable de Allan Kardec acerca de la caridad, proclamemos
a los problemas del mundo: “Fuera del Cristo no hay solución.”
 

Bezerra de Menezes

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