domingo, 17 de mayo de 2015

PARABOLA DEL BUEN SAMARITANO

E.S.E Cap XIV Item 1 y 2.
1. “Cuando el Hijo del hombre venga en su majestad,
acompañado de todos los ángeles, se sentará en su trono de gloria.
Reunidas ante él todas las naciones, él separará los unos de los
otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y colocará
las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
”Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: ‘Venid,
benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para
vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; no tenía techo, y
me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis; estuve enfermo,
y me visitasteis; estuve en prisión, y fuisteis a verme’.
”Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te
vimos con hambre, y te dimos de comer; o con sed, y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos sin techo, y te hospedamos; o sin ropa,
y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en prisión, y fuimos a
visitarte?’ Y el Rey les responderá: ‘En verdad os digo, que todas
las veces que hicisteis eso a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí mismo lo hicisteis’.
”Dirá a continuación a los que estén a su izquierda: ‘Apartaos
de mí, malditos; id al fuego eterno, que fue preparado para el diablo
y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve
sed, y no me disteis de beber; no tenía techo, y no me hospedasteis;
estuve sin ropa, y no me vestisteis; estuve enfermo y en la cárcel, y
no me visitasteis’.
”Entonces ellos también responderán: ‘Señor, ¿cuándo te
vimos con hambre, con sed, sin techo o sin ropa, enfermo o en
prisión, y no te asistimos?’ Pero Él les responderá: ‘En verdad os
digo, que todas las veces que dejasteis de asistir a uno de estos
más pequeños, dejasteis de hacerlo para conmigo mismo’.
”Y esos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.”
(San Mateo, 25:31 a 46.)
2. Entonces, un doctor de la ley se levantó y le dijo, para
tentarlo: “Maestro, ¿qué debo hacer para poseer la vida eterna?”
Le respondió Jesús: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en
ella?” Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y
a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Respondiste muy
bien. Haz eso y vivirás”.
Pero ese hombre, queriendo parecer que era justo, dijo a
Jesús: “Y ¿quién es mi prójimo?” Jesús tomó la palabra y le dijo:
“Un hombre que bajaba de Jerusalén hacia Jericó, cayó en
manos de ladrones, que lo despojaron, lo cubrieron de heridas, y se
marcharon dejándolo medio muerto. Sucedió a continuación que un
sacerdote descendía por el mismo camino y, al verlo, siguió adelante.
Un levita, que también pasó por el lugar, luego de observarlo, siguió
del mismo modo su camino. Pero un samaritano que iba de paso, al
llegar al lugar donde yacía aquel hombre, y habiéndolo visto, tuvo
compasión. Se aproximó a él, derramó aceite y vino en sus heridas,
y las vendó. Después lo acomodó sobre su propio caballo, lo llevó
hasta una posada y cuidó de él. Al día siguiente tomó dos denarios,
y se los entregó al posadero diciéndole: ‘Cuida bien a este hombre,
y todo lo que gastes de más te lo pagaré cuando regrese’.
”¿Cuál de los tres te parece que ha sido el prójimo de aquel
que cayó en manos de los ladrones?” El doctor le respondió: “Aquel
que practicó la misericordia para con él”. “Entonces ve, le dijo Jesús,
y haz tú lo mismo”. (San Lucas, 10:25 a 37


REFLEXION A NUESTROS DIAS
Sacerdote - Ministro Religioso. Conocedor de las leyes.
Levita - Miembro de la tribu de Leví.
Samaritano - Miembro de la tribu Samaria, disidente de Israel.
1 ¿Qué quería decir el doctor de la ley con la expresión “poseer la vida eterna”?
Él se refería a la salvación del alma; al estado de bienaventuranza que sólo los espíritus de los
justos consiguen alcanzar.
2 ¿El precepto contenido en la Ley de aquella época cambió en nuestros días?
No. Ayer, como hoy, para que tengamos la vida eterna debemos cumplir el precepto que dice:
“Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, de toda tu alma, con todas las fuerzas de todo tu
espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”.
3 ¿Qué enseñanza nos trajo Jesús con esta parábola?
Jesús nos enseña dos lecciones fundamentales para la salvación del espíritu:
a) que la práctica de la caridad es la suprema manifestación de obediencia y amor a Dios;
b) que “prójimo” es todo aquél que encontramos a nuestro lado y necesita de nosotros..
Estamos en la Tierra para perfeccionarnos y, así, conseguir la vida eterna; por eso,
es fundamental que conozcamos los caminos que nos conducen a ella.
“Le dijo Jesús: Respondiste muy bien; haz eso y vivirás.”
Las leyes de Dios son eternas, inmutables, por eso, en el pasado como en el
presente, no se puede llegar a Él sino a través del amor al prójimo.
Jesús no se limita a recomendar la caridad; la expone claramente y en términos
explícitos, como condición absoluta de felicidad futura.
“El prójimo, a quien precisamos prestar inmediata asistencia, es siempre la persona
que se encuentra más cerca de nosotros”.

4 ¿Por qué al decir esta parábola, Jesús escogió al samaritano y no al sacerdote o al
levita, para prestar auxilio al necesitado?
Con el fin de dejar bien claro que practicar la caridad no es prerrogativa de las personas
religiosas, sino un procedimiento común a las almas nobles y compasivas, aunque, a nuestra
vista, parezcan distantes de Dios, por no poseer religión.
5 Si el samaritano no era religioso, ¿qué lo llevó a socorrer al prójimo?
El sentimiento de solidaridad y de compasión por el semejante, pues, al ver al hombre herido y abandonado, el samaritano se apiadó de él y lo socorrió, cuidando para que nada le faltase. Los demás, por el contrario, actuaron con indiferencia.
6 ¿La religión no tiene, por tanto, ningún valor?
La religión es importante, en la medida en que contribuye para el esclarecimiento de sus
adeptos, aproximándolos a Dios tornándolos más solidarios y fraternos para con los otros. Entre tanto, la religión no salva a nadie.
7 ¿Qué lección de vida nos ofrece Jesús, con la parábola del Buen Samaritano?
Él nos exhorta a mirar atrás y a descubrir las heridas – aparentes y secretas – de nuestros
hermanos; Él nos estimula a amenizarles los dolores, a consolarles las aflicciones, en fin, a ser
sus “buenos samaritanos”.
“Jesús coloca al samaritano, considerado como hereje, (hombre sin fe), pero que
practica el amor al prójimo, por encima del ortodoxo (observador de la doctrina), pero
que no practica la caridad.” No son los rótulos religiosos los que nos conducen a la
salvación, sino los actos de caridad para con nuestro prójimo.
“Mas un samaritano que viajaba, llegando al lugar donde yacía aquél hombre y
habiéndolo visto, fue tocado de compasión.” “El viajante compasivo al herido anónimo
en el camino. No duda en auxiliarlo.” Olvida sus propios intereses y permanece junto
a él, cuanto es necesario. Nada pregunta, nada exige…
Aunque la religión no salve a nadie, sus enseñanzas confieren mayor responsabilidad
al seguidor, que ya sabe cómo proceder para salvarse.
“Entonces, ve, dice Jesús, y haz lo mismo”.
Hagamos un examen de conciencia y veamos cuántos “heridos” dejamos
desamparados en el camino de la vida, por nuestro egoísmo e indiferencia.







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