lunes, 4 de mayo de 2015

EL AMOR



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RETOMANDO LAS VIRTUDES CON AMALIA DOMINGO SOLER, AHORA BIENVENIDO EL AMOR INVENCIBLE ... FUERZA QUE MUEVE AL MUNDO...

-¡Qué hermosa mañana...! ¡Mamá! ¡Papá! ¿No estáis vestidos todavía?
-Muchacho -le dijo su padre-, tu madre ha pasado muy mala noche, y ahora está; descansando; no alborotes.
-¿Y me quedaré sin paseo, sin almuerzo al aire libre y sin historia? Eso no puede ser.
-Vaya si podrá ser; saldrás conmigo; por complacerte, te acompañaré a la fuente que tú quieras, beberemos un buen vaso de agua fresquita, y así se nos aumentará el apetito, y volveremos a casa con más hambre que veinte cesantes juntos; tu madre ya estará levantada y almorzaremos en paz y en gracia de Dios y mañana será otro día.
-No me conformo; yo quiero que mamá se levante.
-Eres muy exigente; pues yo no quiero que se levante.
-No os enfadéis; haya paz entre los príncipes cristianos, como dicen los predicadores católicos -dijo la señora, saliendo de su alcoba, a medio vestir, y abrazando a su esposo y a su hijo.
-Siempre serás la misma; siempre te dejarás gobernar por este muchacho tan malcriado.
-No te enfades, hombre, no te enfades; ¿a quién mejor puedo complacer que a mi hijo?
-Sí, papá, sí; no te pongas serio conmigo. Anda, mamá, anda; vístete pronto y vámonos por esos campos de Dios.
Poco después salieron los tres y pasearon por el bosque, almorzaron, y junto a una fuente se sentaron muy contentos, en particular el niño, que tan pronto acariciaba a su padre como a su madre, diciendo alegremente: <<¡Qué bien se está en el campo! ¡Nunca me pude figurar que no teniendo compañeros de mi edad estuviera tan divertido y me parecieran los días tan cortos, deseando siempre que llegue mañana!>>
-Pues, es muy natural lo que te sucede -dijo el padre.
-Ya lo creo -replicó la madre-, como que todo el año estás en el colegio, menos el corto plazo de las vacaciones, no disfrutas de nuestro cariño, que es inmenso.
-¿Y por qué me tenéis en el colegio? Yo, creo, mamá, que aprendo más una hora hablando contigo, que toda una semana hablando con el maestro, y si es con papá, me sucede lo mismo: cuando me habla de Historia Natural, de Geometría, de Aritmética y de cuanto me enseñan en el colegio, le entiendo a él mucho mejor que a los profesores.
-Por una temporadita todo marcha bien; pero después los niños tomáis demasiada confianza y se pierde todo lo ganado; los padres no servimos para enseñar.
-Ni las madres tampoco; el amor no es buen maestro.
-¿Qué dices, mamá?
-Lo que oyes.
-Las madres y los padres somos demasiado indulgentes; ¿no ves que somos los que más y mejor queremos en la Tierra? Está demostrado que el hombre más rudo y degradado se regenera ante la cuna de su hijo; cuenta, creo que Catalina, que conocía a un borracho incorregible, que vivía en una de las buhardillas de su casa, que diariamente se embriagaba y diariamente daba una paliza a su pobre mujer, que sufría en silencio la brutalidad de su marido. En aquel hogar, sin fuego, nació un niño, y el borracho se quedó asombrado mirando a su hijo, sin dejar por esto de apalear a su compañera; mas llegó una noche en ocasión que la pobre mujer tenia al niño dormido en sus brazos, y como estaba tan acostumbrada a los malos tratos de su marido, instintivamente cubrió al pequeñuelo con su delantal y con sus brazos, y le dijo a su esposo: <<¿Qué te pasa? Acaba de una vez>>; y el borracho, apoyando el dedo índice en sus labios, murmuró: <<¡No, no; hoy no quiero pegarte, que se despertaría el niño!>>
-¡Ay, qué bonito es eso, mamá...!
-Tienes razón, hijo mío -dijo el padre muy conmovido-. Se quiere a los hijos sobre todas las cosas de este mundo; por eso dice tu madre muy bien: <<El padre no es buen maestro.>>
-Ni la madre es buena maestra, porque es demasiado indulgente; y si no, Bartr5ina, que era un espíritu tan desengañado, tan enemigo de sensiblerías, mira lo que refiere pintando el amor de una madre.
-¿Qué dice, mamá? ¿Qué dice?
-Que un joven tenía una novia tan celosa y tan exigente, que le dijo un día a su prometido: <<Creo que a tu madre la quieres más que a mí, y no me casaré contigo si no matas a tu madre y me traes su corazón>>; y el joven, ciego por su pasión loca, mató a su madre, le arrancó el corazón y echó a correr para llevar a su amada el sangriento presente; mas en su vertiginosa carrera se cayó y le dijo el corazón de su madre: <<¿Te has hecho daño, hijo mío...?>>
-¡Ay, mamá! ¡Qué grande es el amor maternal!
-En la Tierra no hay otro que le iguale; el padre educa, el padre instruye, el padre aconseja; ¡la madre ama! Ama incondicionalmente; tanto le da que su hijo sea un santo o un criminal; ella no sabe más que amarle, mejor dicho, sólo quiere amarle; el padre, a veces, si su hijo es un miserable, le delata a la justicia para que ésta le castigue y le haga entrar por vereda y le impida cometer nuevos desaciertos; la madre no delata nunca a su hijo, y madre ha habido que le ha dicho a su hijo: <<¡Huye! ¡Salvate! Dame esa arma homicida y yo apareceré como la única culpable.>>
-¿Y ha habido hijo que lo ha consentido?
-Sí; hay hombres que son peores que las fieras.
-¡Ay! ¡Qué desgracia tan grande será el nacer malo!
-Sí, hijo mío; no cabe mayor infortunio.
-Lo que yo no comprendo, es cómo Dios consiente que esos seres tan malos tengan madres tan buenas...
-Porque los enfermos más graves son los que necesitan los mejores médicos, y un criminal es un enfermo gravísimo, es un ciego que no llegaría a ver la luz si no tuviera quién le amara. ¿Te acuerdas el año pasado, cuando estuvimos visitando aquel Penal de mujeres? Tú me dijiste, mirando a una señora que estaba bordando junto a un balcón: <<Mamá, ¿cómo está aquí esta señora? ¡Si tiene cara de santa!>> Y yo te dije: <<¡Quién sabe si lo será!>>
-Sí, sí que me acuerdo.
-Pues, no te equivocabas en tu juicio; aquella mujer, criada en la opulencia, rodeada de todas las comodidades y de todos los honores, casada, y madre de un libertino, de un desequilibrado, de un malgastador, que mató a disgustos a su padre y arruinó completamente a su madre, coronó su obra robando y matando a un rico banquero, y su madre hizo huir al matador, y con el puñal ensangrentado se presentó al juez, diciendo: <<Yo soy la culpable; mi hijo necesitaba oro; yo no tenía ya nada que vender ni que empeñar; quería que él se fuera lejos, muy lejos, para que así no deshonrara el ilustre apellido de su padre, y robé y maté para salvar a mi hijo; él ya está lejos; aquí estoy yo.>> L justicia, como es muy natural, se apoderó de ella; la familia del banquero asesinado empleó toda su influencia para conseguir lo que consiguió, que la matadora sufriera la condena de prisión perpetua, y ella entró en la Galera tranquila y serena. Como era tan buena, sus carceleras y sus compañeras decían siempre: <<Esta mujer ha mentido; esta mujer no es criminal; no puede ser, es imposible que lo sea.>> Y hace más de un mes que cayó enferma, y al médico y al confesor les dijo: <<Voy a morir, y no quiero mentir en mis últimos momentos; y además, hago esta confesión porque no sé dónde está mi hijo, y no lo sé, porque le dije: No me digas nunca dónde estás, no sea que en un momento de delirio pueda perderte; sírvate mi sacrificio de ejemplo para saber hasta dónde llega el heroísmo de una madre>>; y murió aquella infeliz, rodeada de sus compañeras, que decían a voz en grito: <<¡Era una santa! ¡Era una santa...!>>
-Sí que lo fue; ¿y tú qué dices, hijo mío?
-¡Ah, papá de mi alma! Yo pienso en el hijo y no sé qué siento por él.
-Compadécele, hijo mío, compadécele; su madre, si pecó, pecó, por amor; es verdad que dejó libre a un criminal; pero, ¡ay!, ese criminal lo había llevado escondido en sus entrañas; había recibido su primera sonrisa, su primera mirada; había escuchado esa frase divina que suena en el oído de las madres mas armoniosamente que todos los cantos de los ruiseñores, cuando él le dijo: <<¡Mamá! ¡Mamá...!>> había sostenido sus primeros pasos; le había enseñado a rezar; le había preguntado: <<¿Donde está Dios, hijo mío?>> Y el niño había extendido su diestra y señalando al cielo había dicho: <<¡Allí! ¡Allí...!>> Aquella mano, luego, con el transcurso de los años, se había levantado armada de un puñal; mas para su madre no existía el asesino; no existía más que su hijo, aquel niño que tantas veces se había refugiado en sus brazos, ¡y salvó a su hijo...!
-Bien dices, mamá bien dices, que sólo las madres saben amar.
-Si, hijo mío; en la Tierra, madre y amor son sinónimos. <<Todo ama en la creación -decía Victor Hugo-; de tal modo, que, si no existiera el amor, se apagaría el Sol.>> Y es la verdad; la generalidad no cree que es amor más que el lazo que une al hombre y a la mujer, lazo por el cual se crea la familia, y el amor tiene tantas y tantas demostraciones, que éstas son innumerables; ¿acaso pueden contarse las gotas de rocío y los granos de arena que hay en los arenales? No; pues tampoco se pueden contar las manifestaciones del amor, porque todo ama, desde los astros hasta los insectos. Creo que fue Flammarión el que dijo que <<la atracción es el amor de los mundos, y el amor es la atracción de las almas>>.
-¿Y cómo, reinando el amor, los hombres cometen tantos crímenes?
-¿Y acaso sabemos nosotros lo que aumentaría la criminalidad si el amor no reinara en la Tierra?
-También tienes razón.
-¿Tú sabes el gran papel que desempeñan las madres en este mundo? Por regla general, los criminales más empedernidos han nacido en medio del arroyo; se han criado en la inclusa; más tarde, en el hospicio; después..., en la calle... Luego, en la cárcel han completado su educación, y en el presidio se han doctorado.
-¡Infelices...! ¡Ay, qué feliz soy yo de haber nacido entre vosotros!
Y el niño abrazó a sus padres llorando de alegría.
-Sí, hijo mío, bien puedes llamarte dichoso, tu padre y yo no tenemos otra aspiración que educarte, que instruirte, que hacerte amar todo cuanto te rodea porque amando serás bueno, y la sabiduría te vendrá por añadidura, como premio a tu amor al prójimo.-Y mañana, ¿sobre qué hablarás?
-Sobre la caridad, que es una hija predilecta del amor.
-¿Y se practica la caridad, mamá?
-Sí, hijo mío; a medias.
-¿A medias?
-Sí, a medias, porque a su sombra se hacen muy malas obras; pero es aquello: <<del agua vertida alguna recogida>>, y <<más vale algo que nada>>.
-Yo quiero que tú me enseñes a ser caritativo de verdad.
-Descuida, de eso se encargará tu padre; ya irás con él a visitar pobres vergonzantes, y allí aprenderás a llorar con los que lloran.
-¡Ah, sí, sí; y entonces en vez de contarme tú historias, yo te las contaré a ti.

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