miércoles, 18 de marzo de 2015

EL TESORO HERRUMBRADO

"Vuestro oro y vuestra plata se herrumbraron." - (Santiago, 5:3.)
 
Los sentimientos del hombre, en sus propias ideas apasionadas, si son dirigidas hacia el bien, producirán siempre, en consecuencia, los más sustancioso frutos para la obra de Dios. En casi todas partes, sin embargo, se desenvuelven al contrario, impidiendo la realización de los propósitos divinos, con respecto a la redención de las criaturas.
De modo general, vemos el amor interpretado tan sólo a la cuenta de emociones transitorias de los sentidos materiales, la beneficencia produciendo perturbación entre decenas de personas para atender a tres o cuatro enfermos, la fe organizando guerras sectarias, el cielo sagrado de la existencia creando egoísmo fulminante. Aquí, el perdón habla de dificultades para expresarse; allí, la humildad pide la admiración de los demás.
Todos los sentimientos que nos fueron conferidos por ellos son sagrados. Constituyen el oro y la plata de nuestra herencia, mas como asevera el apóstol, dejamos que las dádivas se herrumbrasen, en el transcurso del tiempo.
Se hace necesario que trabajemos, afanosamente, por eliminar la "herrumbre" que nos atacó los tesoros del Espíritu. Para eso, es indispensable que comprendamos en el Evangelio la historia de la renuncia perfecta y del perdón sino cálculos, a fin de que estemos caminando, verdaderamente, al encuentro de Cristo
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