E.S.E. Cap . IV Item 1-9
1. Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Philippo, y preguntaba a sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el hijo del Hombre? - Y
ellos respondieron: los unos que Juan el Bautista, los otros que Elías, los otros que
Jeremías, o uno de los profetas. - Y Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo? - Respondió Simón Pedro, y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. - Y
respondiendo Jesús le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan; porque no
te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (San Mateo,
capítulo XVI, v. de 13 a 17; San Marcos, cap. VIII, v. de 27 a 30).
2. Y llegó a noticia de Herodes el Tetrarca todo lo que hacia Jesús, y quedó
como suspenso, porque decían algunos: Que Juan ha resucitado de entre los
muertos; y otros: Que Elías había aparecido; y otros: Que un profeta de los
antiguos había resucitado. - Y dijo Herodes: Yo degollé a Juan. ¿Quién, pues, es
este de quien oigo tales cosas?, y procuraba verlo. (San Marcos, capítulo VI, v. 14
y 15; San Lucas, cap. IX, v. 7, 8 y 9).
3. (Después de la transfiguración). Y sus discípulos le preguntaron, y le
dijeron: ¿Pues por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero? Y él les
respondió y dijo: Elías, en verdad, ha de venir y restablecerá todas las cosas. - Pero os digo que ya vino Elías, y no le conocieron, antes hicieron con él cuanto quisieron. Así también ellos harán padecer al hijo del hombre. - Entonces entendieron los discípulos, que de Juan el
Bautista les había hablado. (San Mateo, capítulo XVII, v. 10 a 13; San Marcos,
cap. IX, v. 10, 11 y 12).
4. La reencarnación formaba parte de los dogmas judáicos, bajo el nombre de
resurrección; sólo los saduceos, que pensaban que todo concluía con la muerte, no
creían en ella. Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban
claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y
sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que había vivido podía volver a vivir, sin
explicarse con precisión la manera cómo esto podía suceder; designaban con la palabra
resurrección, lo que el Espiritismo llama más juiciosamente reencarnación. En efecto,
la resurrección supone la vuelta a la vida al cuerpo que está muerto, lo que la ciencia
demuestra ser materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de su cuerpo
están dispersos y absortos después de mucho tiempo; la reencarnación es la vuelta del
alma o del espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo nuevamente formado para él y
que nada tiene de común con el antiguo. La palabra resurrección podía de este modo,
aplicarse a Lázaro, pero no a Elías ni a los otros profetas. Si, pues, según su creencia,
Juan Bautista era Elias, el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se había
visto a Juan niño y se conocía a su padre y a su madre. Juan podía, pues, ser Elías
reencarnado, pero no resucitado.
5. Y había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, príncipe de los
judíos. - Este vió a Jesús de noche, y le dijo: Rabbi, sabemos que eres maestro
venido de Dios porque ninguno puede hacer estos milagros, que tú haces, si Dios
no estuviera con él.
Jesús le respondió, y le dijo: En verdad, en verdad te digo, "que no puede
ver el reino de Dios si no aquel que renaciere de nuevo".
Nicodemo le dijo: ¿Cómo un hombre puede nacer siendo viejo? ¿por
ventura puede volver al vientre de su madre y nacer otra vez?
Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el
reino de Dios, si no aquel que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo.
Lo que es nacido de carne, carne es: y lo que es nacido de espíritu, espíritu
es. - No te maravilles, porque te dije: os es necesario nacer otra vez. - El espíritu
donde quiere, sopla; y oyes su voz: mas no sabes de donde viene, ni adondé va; así
es todo aquel que es nacido de espíritu.
Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? - Respondió
Jesús y le dijo: ¿Tú eres maestro de Israel y esto ignoras? - En verdad, en verdad
te digo: que lo que sabemos, eso hablamos, y lo que hemos visto, atestiguamos, y
no recibís nuestro testimonio. - Si os he dicho cosas terrenas, y no las creéis, ¿cómo
creeréis, si os dijese las celestiales? (San Juan, capítulo III, v. de 1 a 12).
6. La idea de que Juan Bautista era Elias y que los profetas podían volver a vivir
en la tierra, se encuentra en muchos pasajes de los Evangelios, particularmente en los
relatos anteriores (números 1, 2 y 3). Si esa creencia hubiese sido un error, Jesús la
hubiera combatido como combatió tantas otras, lejos de esto la sancionó con toda su
autoridad y la pone en principio y como una condición necesaria, cuando dice: "Que no
puede ver el reino de Dios sino aquel que renaciere de nuevo"; y añade insistiendo en lo
mismo: "No te maravilles porque te dije: os es necesario nacer otra vez".
7. Estas palabras: "si no aquél que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo",
han sido interpretadas en el sentido de la regeneración por el agua del bautismo; pero el
texto primitivo dice simplemente "de agua y del espíritu"; mientras que en ciertas
traducciones se ha substituído Espíritu por Espíritu Santo, lo que no está conforme
con el mismo pensamiento. Este punto principal sobresale en los primeros comentarios
hechos sobre el Evangelio, lo que un día se hará constar sin equívoco posible (1).
8. Para comprender el verdadero sentido de esas palabras, es menester referirse a
la significación de la palabra agua, que no se emplea en su acepción propia. Los
conocimientos que los antiguos tenían sobre las ciencias físicas eran muy imperfectos;
creían que la tierra había salido de las aguas, y por esto consideraban el agua como
elemento generador absoluto; así es que en el Génesis se dice: "El espíritu de Dios era
llevado sobre las aguas; flotaba sobre las aguas; - Que el firmamento fué hecho en medio
de las aguas; - Que las aguas que están bajo del cielo se junten en un solo punto y que el
elemento árido aparezca; -Que las aguas produzcan los animales vivientes que nadan en
el agua, y los pájaros que vuelan sobre la tierra y bajo el firmamento".
Según esta creencia, el agua venía a ser el símbolo de la naturaleza material,
como el espíritu era el de la naturaleza inteligente. Las palabras: "Si el hombre no renace
del agua y del espíritu, o en agua y en espíritu", significan, pues "Si el hombre no vuelve
a nacer con su cuerpo y su alma". En este sentido fueron comprendidas al principio.
Esta interpretación está, además, justificada con estas palabras: "Lo que es
nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es". Jesús hace aquí
una distinción positiva entre el espíritu y el cuerpo. "Lo que es nacido de carne, carne
es", indica claramente que el cuerpo sólo procede del cuerpo, y que el espíritu es
independiente del cuerpo.
9. "El espíritu donde quiere, sopla y oyes su voz: mas no sabes de dónde viene,
ni a dónde va", puede
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(1) La traducción de Osterwald, está conforme al texto primitivo; dice: No renace del agua y
del Espíritu; la de Sacy dice: "de Santo Espíritu"; la de Lammenais, "del Espíritu Santo".
entenderse del "espíritu de Dios" que da vida a quien quiere o "del alma del hombre"; en
esta última acepción: "No sabes de dónde viene, ni a dónde va", significa que no se
conoce lo que ha sido, ni lo que será el espíritu. Si el espíritu o alma fuese creada al
mismo tiempo que el cuerpo, se sabría de donde viene, puesto que se conocería su
principio. En todo caso este pasaje es la consagración del principio de la preexistencia
del alma, y por consiguiente de la pluralidad de existencias.
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