5. Entonces los Fariseos se fueron, y consideraron entre sí cómo le
sorprenderían en lo que hablase. - Y le envían sus discípulos juntamente con los Herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios en verdad, y que no te cuidas de cosa
alguna; porque no miras a la persona de los hombres. - Dinos, pues, ¿qué te parece; es lícito dar tributo al César, o no? Mas Jesús, conociendo la malicia de ellos, dijo: ¿Por qué me tentáis,
hipócritas? -Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario -Y Jesús les dijo: ¿cúya es esta figura e inscripción? - Dícenle: del César. Entonces les dijo: "Pues pagad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".La ley de amor
E-S-E-Cap XI Item 8
El amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por
excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso
realizado. El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido,
sólo tiene sensaciones; pero instruído y purificado, tiene sentimientos, y el punto
exquisito del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino
ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas
las revelaciones sobrehumanas. La ley de amor reemplaza a la personalidad por la fusión
de los seres, y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquel que, elevándose sobre su
humanidad, quiere con grande amor a sus hermanos doloridos! ¡Feliz aquel que ama,
porque no conoce ni la carestía del alma ni la del cuerpo; sus pies son ligeros y vive
como transportado fuera de sí mismo! Luego que Jesús hubo pronunciado esta divina
palabra: amor, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de
esperanza, descendían al circo.
El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto
divino; estad atentos, porque esa palabra levanta la piedra de las tumbas vacías, y la
"reencarnación", triunfando de la muerte revela al hombre ofuscado su patrimonio
intelectual; ya no le conduce a los suplicios, sino a la conquista de su ser elevado y
transfigurado. La sangre ha rescatado al espíritu y el espíritu debe rescatar hoy al
hombre de la materia.
He dicho que el hombre en su principio sólo tiene instintos; aquel, pues, en quien
dominan los instintos está más próximo al punto de partida que al fin. Para adelantar
hacia éste, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir,
perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la
germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota
encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que permanecen avasallados por
sus instintos. El espíritu debe ser cultivado como un campo: toda la riqueza futura
depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres os traerá la gloriosa elevación;
entonces será cuando, comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres,
buscaréis en ella los suaves goces del alma, que son los preludios de los goces celestes.
(Lázaro. París, 1862).
Mateo, cap. XXII, v. de 15 a 22. - San Marcos, cap. XII, v. de 13 a 17).
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