1. Cuando
los fariseos se enteraron de que Él había tapado la boca a los saduceos, se
reunieron. Y uno de ellos, que era doctor de la ley, le hizo esta pregunta,
para tentarlo: “Maestro, ¿Cuál es el mayor mandamiento de la ley?” Jesús le
respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente; este es el mayor y el primer mandamiento. Y el segundo es
semejante a ese: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los profetas se hallan
contenidos en esos dos mandamientos”. (San Mateo, 22:34 a 40.)
2. “Haced
a los hombres todo lo que quisierais que ellos os hiciesen, porque ésta es
la ley y los profetas.” (San Mateo, 7:12.)
“Tratad
a todos los hombres de la misma manera que quisierais que ellos os tratasen.” (San Lucas, 6:31.)
LA LEY
DE AMOR
El amor resume toda la doctrina de
Jesús, porque es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos
elevados a la altura del progreso realizado. El hombre, en su origen, sólo
tiene instintos; más avanzado y corrompido, sólo tiene sensaciones; más
instruido y purificado, tiene sentimientos; y el punto primoroso del sentimiento
es el amor. No el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino ese sol
interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y
todas las revelaciones sobrehumanas. La ley del amor sustituye la personalidad
por la fusión de los seres; aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquel que, elevándose
sobre su condición humana, ama con amplio amor a sus hermanos en sufrimiento!
¡Feliz aquel que ama, porque no conoce la miseria del alma ni la del cuerpo; sus
pies son livianos, y vive como transportado fuera de sí mismo! Cuando Jesús
pronunció esa divina palabra: “amor”, se estremecieron los pueblos, y los
mártires, embriagados de esperanza, descendieron a la arena del circo.
El espiritismo, a su vez, viene a
pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino. Estad atentos, porque esa
palabra levanta la lápida de las tumbas vacías, y la reencarnación, que
triunfa sobre la muerte, revela al hombre deslumbrado su patrimonio
intelectual. La muerte ya no lo conduce al suplicio, sino a la conquista de su
ser, elevado y transfigurado. La sangre ha rescatado al Espíritu, y hoy el Espíritu
debe rescatar al hombre de la materia.
He dicho que, en su origen, el hombre
sólo tiene instintos. Así pues, aquel en quien dominan los instintos está más
cerca del punto de partida que de la meta. Para avanzar hacia la meta es
preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir,
perfeccionar estos últimos y sofocar los gérmenes latentes de la materia. Los
instintos son la germinación y los embriones del sentimiento. Llevan consigo el
progreso, como la bellota contiene en sí al roble, y los seres menos
adelantados son los que, como emergen poco a poco de sus crisálidas, permanecen
esclavizados a sus instintos. El Espíritu debe ser cultivado como un campo.
La riqueza del porvenir depende del
trabajo del presente, y más que bienes terrenales, ese trabajo os hará
conquistar la gloriosa elevación. Entonces, cuando comprendáis la ley de amor
que une a todos los seres, buscaréis en ella los sutiles goces del alma, que
son el preludio de la dicha celestial.
(Lázaro. París, 1862.)
***
MAS Y MAS
Cuanto más profundiza la mente en las
pesquisas espirituales de la meditación superior, más se aclaran los horizontes
de la existencia, disipando los enigmas de la vida.
Vertientes profundas –cursos de agua
poderosos.
Cuanto más trabajas seducido por la
satisfacción de servir, más se desdoblan las posibilidades de ejecución.
Estatua brillante –piedra muy
burilada.
Cuanto más comprendes el infortunio,
más se dilata tu capacidad de amar.
Cosecha abundante –suelo bendito.
Cuanto más desatiendas el deber, más
dificultades encontraras para vivir.
Región pantanosa –zona de aguas
estancadas.
Cuanto más maldices, más desesperación
perturba la marcha.
Vendaval en curso –plantaciones destruidas.
Cuanto más te rebeles contra el
trabajo, más trabajo surge en el camino
Obstáculo ante ti –eco que se repite.
“Más recibirá aquel que más de” –afirmó
Jesús.
Toda realización noble, corona al ser
de bendiciones.
Todo abuso se presenta con surcos
vigorosos.
Más amor y el mundo todo se renovará.
Con Jesucristo, aprendiste a entender
las necesidades y las desventuras, siendo imprescindible esforzarte más y más
cada día, para extirpar en silencio la crueldad y el mal existente en ti,
socorriendo donde se encuentren las víctimas de la ignorancia, con la fuerza de
la bondad espontanea, en justa cooperación.
(Marco Prisco)
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