Señor!
Sabemos que nos dijiste:
“Amaos los unos a los otros,
como yo os amé”
Todos estamos seguros de la ley.
que en Tí resplandece bajo la luz celestial,
¡la luz del Eterno Amor!
Pero, Señor,
nuestros razonamientos
de fe y de aceptación
siempre desaparecen en el ruido
de la vanidad y del orgullo
en que nos sumergimos con frecuencia,
ensombreciendo la existencia
al rechazarte el corazón.
Es por esto, Jesús,
Que te rogamos luz
para volver a verte y escuchar tus llamadas
en los compañeros desesperanzados,
en los últimos de las filas
en las multitudes cansadas e intranquilas
que tenemos alrededor,
con las que nos llamas a cooperar
por un mundo mejor.
Sabemos que nos hablas
a través de las criaturas desnutridas,
de las madres que luchan por alimentarlas
de los enfermos que esperan
un lugar en el hospital,
de aquellos otros hermanos de otros sanatorios,
de aquellos hospitales diferentes,
donde la justicia esconde los corazones enfermos
que repelieron el bien, veces y veces,
y se abandonaran al mal...
Tenemos la certeza
de que nos buscas, día a día
en los que desfallecen de tristeza,
en los que se pierden en la senda oscura y fría
de la deserción que los desequilibra,
en aquellos en cuyo pecho
aún nutre la esperanza casi muerta,
con los pies sangrando en el camino
de los grandes sufrimientos....
Conocemos la lucha en que Te sitúas,
pidiéndonos ayuda y entendimiento,
con el fin de atenuar el sufrimiento
de tantos corazones
paralizados en la sombra de viejos ambientes
de rebeldía, angustia e indiferencia,
compañeros a los cuales nos aproximas
ahora y en todas partes,
a fin de interpretar
Tu Divina presencia.
Es por esto, Señor, que te imploramos:
Haznos olvidar las bagatelas
entre las cuales nos perdemos...
Apártanos del paso todas ellas
de modo que podamos entender
el deber del servicio contigo
Ayúdanos, Señor,
a recordarte y a olvidar
todo cuanto se una al pensamiento vano,
para que nuestro amor jamás se tuerza,
porque solamente en Tí, Jesús, existe la fuerza
que nos lleva a entregarte el corazón.
Asi sea
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