Después
de la tensión experimentad en el transito sofocante, llegas invariablemente al
lugar de trabajo con mal humor, con cansancio e indisposición.
Te
relacionas con las necesidades que debes sufrir y sufres la coyuntura que se te
impone, en el trabajo diario.
Ves
a otros individuos que parecen prósperos y felices, usufructuando beneficios en
la vida que nunca te llegaran, y la amargura te lleva a animarte hacia un
sentimiento de dolor.
Evita
caer en el desaliento, esto es una idea falsa.
El
trabajo es el don de la vida, que dignifica y mantiene al hombre. En toda parte
el trabajo se impone como una ley que sostiene el equilibrio.
Sin
el todo retornaría al caos o al principio, y los objetivos superiores naufragarían
en el tedio y la ociosidad de las quejas.
Busca,
por tanto, motivación para hacer bien tu trabajo, renovándote en él y allí colocar
tus mejores empeños, de modo que te enriquezcas de la justa gratificación emocional
en relación a tu maravilloso medio de ganar con nobleza el pan diario.
Joanna
de Angelis Libro Episodios Diarios.
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