(Colosensenses 3:14)
Todo discípulo del Evangelio precisará coraje para atacar los servicios de la redención en sí
mismo.
Nadie dispensará las armaduras de la fe, a fin de marchar con tranquilidad bajo tempestades.
El camino de rescate y elevación permanece lleno de espinas.
El trabajo se constituirá de luchas, de sufrimientos, de sacrificios, de sudor, de testimonios.
Toda la preparación es necesaria, en el capítulo de la resistencia, entretanto, sobre todo esto es indispensable revestir nuestra alma de caridad, que es amor sublime.
La nobleza de carácter, la confianza, la benevolencia, la fe, la ciencia, la introducción, los dones y las posibilidades son hilos preciosos, pero el amor es el telar divino que los entrelazará, tejiendo la túnica de la perfección espiritual.
La disciplina y la educación, la escuela y la cultura, el esfuerzo y la obra, son flores y frutos
en el árbol de la vida, sin embargo, el amor es la raíz eterna.
Pero, ¿cómo amaremos en el servicio diario?
Renovémonos en el espíritu del Señor y comprendamos a nuestros semejantes.
Auxiliemos en silencio, entendiendo la situación de cada uno, temperando la bondad con la
energía, y la fraternidad con la justicia.
Oigamos la sugerencia del amor, a cada paso, en la senda evolutiva.
Quien ama, comprende; y quien comprende, trabaja por un mundo mejor.
mismo.
Nadie dispensará las armaduras de la fe, a fin de marchar con tranquilidad bajo tempestades.
El camino de rescate y elevación permanece lleno de espinas.
El trabajo se constituirá de luchas, de sufrimientos, de sacrificios, de sudor, de testimonios.
Toda la preparación es necesaria, en el capítulo de la resistencia, entretanto, sobre todo esto es indispensable revestir nuestra alma de caridad, que es amor sublime.
La nobleza de carácter, la confianza, la benevolencia, la fe, la ciencia, la introducción, los dones y las posibilidades son hilos preciosos, pero el amor es el telar divino que los entrelazará, tejiendo la túnica de la perfección espiritual.
La disciplina y la educación, la escuela y la cultura, el esfuerzo y la obra, son flores y frutos
en el árbol de la vida, sin embargo, el amor es la raíz eterna.
Pero, ¿cómo amaremos en el servicio diario?
Renovémonos en el espíritu del Señor y comprendamos a nuestros semejantes.
Auxiliemos en silencio, entendiendo la situación de cada uno, temperando la bondad con la
energía, y la fraternidad con la justicia.
Oigamos la sugerencia del amor, a cada paso, en la senda evolutiva.
Quien ama, comprende; y quien comprende, trabaja por un mundo mejor.
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