“Brille vuestra luz” Mateo 5:16
El supremo objetivo del hombre sobre la Tierra, es el de su propia
renovación.
Aprender, meditar y mejorarse, a través del trabajo que dignifica, es
nuestra finalidad; el sentido divino de nuestra presencia en el mundo.
Habiendo descendido el Cristo, desde las Esferas de Luz de la
Espiritualidad Superior a la Tierra, tuvo por propósito orientar a la Humanidad
en la dirección del perfeccionamiento.
“Brille vuestra Luz”, es la sentencia de orden, enérgica y suave, de
Jesús a cuantos heredamos el patrimonio evangélico, traído al mundo al precio
de su propio sacrificio.
La infinita ternura de su angelical alma nos sugiere, incisiva y
amorosamente, el esfuerzo benéfico, “Brille vuestra Luz”.
El interés del Señor es el de que sus discípulos de ayer, de hoy y de
cualquier tiempo, resulten ennoblecidos por medio de una existencia
moralizada, esclarecida, fraterna.
El Evangelio está ahí, como regalo de los Cielos, para que el ser
humano se colme con sus bendiciones, se inunde con sus luces, se fortalezca
con sus energías, se enriquezca con sus enseñanzas eternas.
El Espiritismo, en particular, como reviviscencia del Cristianismo,
también está ahí, ofertándonos los inconmensurables tesoros de la
Codificación.
Se puede preguntar: ¿De que más precisa el hombre para
engrandecerse, por la cultura y por el sentimiento, si no le faltan los elementos
de renovación plena, integral y positiva?
¿Qué falta al hombre moderno, usufructuario de tantas bendiciones,
para que “Brille su Luz”?
La renovación del hombre, bajo el punto de vista moral, intelectual y
espiritual, es sin duda, difícil: mas es francamente realizable.
Es tan solamente indispensable, el disponerse al esfuerzo
transformador, con la consecuente utilización de esos recursos, de esos medios,
de esos elementos que el Evangelio y el Espiritismo nos ofrece exuberante,
harta y abundantemente, sin la exigencia de cualquier otro precio a no ser el
paga de una cosa bien simple: la buena voluntad.
La disposición de la auto mejoría.
Para renovarse, el hombre tiene que establecer un triple programa,renovación.
Aprender, meditar y mejorarse, a través del trabajo que dignifica, es
nuestra finalidad; el sentido divino de nuestra presencia en el mundo.
Habiendo descendido el Cristo, desde las Esferas de Luz de la
Espiritualidad Superior a la Tierra, tuvo por propósito orientar a la Humanidad
en la dirección del perfeccionamiento.
“Brille vuestra Luz”, es la sentencia de orden, enérgica y suave, de
Jesús a cuantos heredamos el patrimonio evangélico, traído al mundo al precio
de su propio sacrificio.
La infinita ternura de su angelical alma nos sugiere, incisiva y
amorosamente, el esfuerzo benéfico, “Brille vuestra Luz”.
El interés del Señor es el de que sus discípulos de ayer, de hoy y de
cualquier tiempo, resulten ennoblecidos por medio de una existencia
moralizada, esclarecida, fraterna.
El Evangelio está ahí, como regalo de los Cielos, para que el ser
humano se colme con sus bendiciones, se inunde con sus luces, se fortalezca
con sus energías, se enriquezca con sus enseñanzas eternas.
El Espiritismo, en particular, como reviviscencia del Cristianismo,
también está ahí, ofertándonos los inconmensurables tesoros de la
Codificación.
Se puede preguntar: ¿De que más precisa el hombre para
engrandecerse, por la cultura y por el sentimiento, si no le faltan los elementos
de renovación plena, integral y positiva?
¿Qué falta al hombre moderno, usufructuario de tantas bendiciones,
para que “Brille su Luz”?
La renovación del hombre, bajo el punto de vista moral, intelectual y
espiritual, es sin duda, difícil: mas es francamente realizable.
Es tan solamente indispensable, el disponerse al esfuerzo
transformador, con la consecuente utilización de esos recursos, de esos medios,
de esos elementos que el Evangelio y el Espiritismo nos ofrece exuberante,
harta y abundantemente, sin la exigencia de cualquier otro precio a no ser el
paga de una cosa bien simple: la buena voluntad.
La disposición de la auto mejoría.
como punto de partida para su realización íntima, a fin de que “Brille su Luz”,
basado en el Estudio, en la Meditación y en el Trabajo.
ESTUDIO: El estudio se efectúa a través de la lectura del Evangelio, de
los Libros de la Doctrina Espírita y de cualquier obra educativa, religiosa o
filosófica, que lo lleven a proyectar la mente en la dirección de las ideas
superiores.
El estudio debe ser meditado, asimilado y puesto en práctica, con el fin
de que se transforme en frutos de renovación efectiva, positiva y consciente:
“Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres”.
MEDITACIÓN: La meditación es acto por el cual se vuelve el hombre
para dentro de sí mismo, en donde encontrará a Dios, en el esplendor de su
Gloria, en la plenitud de su Poder, en la ilimitada expansión de su Amor: “El
Reino de Dios está dentro de vosotros”.
A través de la oración, en la meditación, obtendrá el hombre la fe que
necesita para la superación de sus debilidades y la esperanza que le estimulará
al bien y el buen ánimo en el impulso glorioso, como así también la estabilidad
y el bienestar que le asegurará, en los momentos difíciles, el equilibrio interior.
En la meditación y la oración aspira el hombre su propia tonificación,
su propio fortalecimiento moral y la inspiración para el bien.
TRABAJO: En tesis general, el Trabajo, para el ser en proceso de
evolución, se configura bajo tres aspectos fundamentales: material, espiritual y
moral.
A través del trabajo material, propiamente dicho, se dignifica el hombre
en el cumplimiento de los deberes para consigo mismo, para con la familia que
Dios le confió y para con la sociedad de que participa.
Por el trabajo espiritual, ejercita la fraternidad para con el prójimo y se
perfecciona en el conocimiento trascendente del alma inmortal.
En el campo de la actividad moral, luchará simultáneamente por
adquirir cualidades elevadas o, si fuera el caso por sublimar aquellas con las
que se siente ya enlazado.
En resumen: adquisición, cultivo y ampliación de cualidades superiores
que lo distancien, definitivamente, de la animalidad en la que ha permanecido
de milenios en milenios: “Es en vuestra perseverancia que poseeréis vuestras
almas”.La Palabra del Señor, “Brille vuestra Luz” nos impele en la actualidad a
la realización de este sublime programa:
Renovación moral, cultural y espiritual.
El sendero es difícil, el camino es largo, repleto de espinos y piedras,
de obstáculos y limitaciones, no obstante, la meta es perfectamente alcanzable.
Tan solo una cosa es indispensable: un poco de buena voluntad.
Buena voluntad constructiva, eficiente, positiva.
El resto vendrá en el curso de largo viaje…
No hay comentarios:
Publicar un comentario