Evangelio según el Espiritismo. Cap. XXIV. Item 1
“No se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín; sino que
se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.”
(San Mateo, 5:15.)
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Sucede
con los hombres, en general, lo que ocurre con cada individuo en particular.
Las generaciones tienen su infancia, su juventud y su edad madura. Cada cosa
debe venir a su tiempo, pues la semilla que se arroja al suelo fuera de
estación no germina. No obstante, lo que la prudencia aconseja callar momentáneamente,
tarde o temprano será descubierto. Esto se debe a que, llegados a cierto grado
de desarrollo, los hombres buscan por sus propios medios, la luz intensa, pues
la oscuridad les molesta. Dios les ha dado la inteligencia para que comprendan
y se orienten tanto en las cosas de la Tierra como en las del Cielo. Los
hombres quieren razonar su fe. Es entonces cuando no se debe poner la lámpara
debajo del celemín, puesto que sin la luz de la razón, la fe se debilita.
***
Hay compañeros que se muestran
contrarios a la divulgación espirita.
Juzgan vano el propósito de exaltar los
méritos y agradecer los beneficios que da el conocimiento de la Doctrina,
realizando labores con repercusión pública.
Para ellos, el Espiritismo habla por sí
y camina por sí.
Están seguros en esa convicción, más
esto no debe obstar nuestro deber de colaborar en la extensión del conocimiento
espirita, con la misma dedicación que le merece al labrador la siembra de la
buena semilla.
La enseñanza exige aulas para el
ejercicio del magisterio.
El Espiritismo debe ser presentado por
sus doctrinadores en sesiones públicas.
La cultura necesita de publicaciones.
El Espiritismo tiene su fuerza de
expansión en el libro que expone sus postulados.
El arte requiere adquirir estado
público.
El Espiritismo no prescinde de las obras
que manifiestan su grandeza.
La industria procura la producción que
demuestre su potencial.
El Espiritismo posee su mayor fuerza en
las realizaciones y en el ejemplo de sus adeptos, por cuyo trascender hacia el
bien común se reconoce su excelencia.
No podemos abandonar la educación
espirita, por tal motivo, y con el fin de honrarla y propagarla, no
despreciemos los medios de que disponemos para intensificarla.
Allan Kardec comenzó su trabajo
publicando las obras de la Codificación y fundando una asociación promotora de
reuniones y conferencias, una librería y una revista para la difusión inicial
de la Nueva Revelación.
Más esto no es todo.
Que Jesús valoró la publicidad, no para
sí mismo, sino para el Evangelio, es una Por ello es que comenzó su obra
reuniendo a doce agentes respetables para que trasmitieran sus enseñanzas, y Él
mismo fundó el Cristianismo en medio de asambleas públicas.
El "id y predicad" nació en su
boca inundada de luz.
Y luego, reconociendo que la Buena Nueva
estaba amenazada por la influencia judaizante y en razón de que la comunidad
apostólica se había circunscrito extremadamente a los preceptos del Viejo
Testamento, después de regresar a las Esferas Superiores llamó a Pablo de
Tarso, comunicándose con él en un camino vulgar, convocándolo para propagar sus
principios a los gentiles, principios que Jerusalén jamás había aceptado.
Observando esto, no sabemos cómo estar
en el Espiritismo sin hablar de él, o dicho de otra manera, si quisiéramos
preservar el Espiritismo e insuflarle nuevas energías para beneficio del mundo,
es necesario comprender su finalidad de escuela, y toda escuela, para cumplir
su función, necesita de la divulgación.
André Luiz
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