viernes, 2 de enero de 2015

DIVULGACIÓN ESPÍRITA



Evangelio según el Espiritismo. Cap. XXIV. Item 1
“No se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.” (San Mateo, 5:15.)

 
Causa sorpresa oír que Jesús diga que no se debe colocar la luz debajo del celemín, cuando Él mismo oculta constantemente el sentido de sus palabras bajo el velo de la alegoría, que no todos pueden comprender. No obstante, Él ofrece una explicación a sus apóstoles: “Les hablo en parábolas, porque ellos no están en condiciones de comprender ciertas cosas. Ven, miran, oyen, pero no entienden, de modo que sería inútil decirles todo en este momento. Pero a vosotros os lo digo, porque os ha sido dado comprender estos misterios”. Así pues, Jesús obraba con el pueblo como se hace con los niños, cuyas ideas no están aún desarrolladas. De ese modo indica el verdadero sentido de la máxima: “No se debe poner la lámpara debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que todos los que entran puedan verla”. Eso no significa que haya que revelar sin consideración todas las cosas. La enseñanza debe ser proporcional a la inteligencia de aquel a quien se dirige, porque hay personas a quienes una luz demasiado intensa los deslumbraría sin iluminarlas.

Sucede con los hombres, en general, lo que ocurre con cada individuo en particular. Las generaciones tienen su infancia, su juventud y su edad madura. Cada cosa debe venir a su tiempo, pues la semilla que se arroja al suelo fuera de estación no germina. No obstante, lo que la prudencia aconseja callar momentáneamente, tarde o temprano será descubierto. Esto se debe a que, llegados a cierto grado de desarrollo, los hombres buscan por sus propios medios, la luz intensa, pues la oscuridad les molesta. Dios les ha dado la inteligencia para que comprendan y se orienten tanto en las cosas de la Tierra como en las del Cielo. Los hombres quieren razonar su fe. Es entonces cuando no se debe poner la lámpara debajo del celemín, puesto que sin la luz de la razón, la fe se debilita.

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Hay compañeros que se muestran contrarios a la divulgación espirita.
Juzgan vano el propósito de exaltar los méritos y agradecer los beneficios que da el conocimiento de la Doctrina, realizando labores con repercusión pública.
Para ellos, el Espiritismo habla por sí y camina por sí.
Están seguros en esa convicción, más esto no debe obstar nuestro deber de colaborar en la extensión del conocimiento espirita, con la misma dedicación que le merece al labrador la siembra de la buena semilla.
La enseñanza exige aulas para el ejercicio del magisterio.
El Espiritismo debe ser presentado por sus doctrinadores en sesiones públicas.
La cultura necesita de publicaciones.
El Espiritismo tiene su fuerza de expansión en el libro que expone sus postulados.
El arte requiere adquirir estado público.
El Espiritismo no prescinde de las obras que manifiestan su grandeza.
La industria procura la producción que demuestre su potencial.
El Espiritismo posee su mayor fuerza en las realizaciones y en el ejemplo de sus adeptos, por cuyo trascender hacia el bien común se reconoce su excelencia.
No podemos abandonar la educación espirita, por tal motivo, y con el fin de honrarla y propagarla, no despreciemos los medios de que disponemos para intensificarla.
Allan Kardec comenzó su trabajo publicando las obras de la Codificación y fundando una asociación promotora de reuniones y conferencias, una librería y una revista para la difusión inicial de la Nueva Revelación.
Más esto no es todo.
Que Jesús valoró la publicidad, no para sí mismo, sino para el Evangelio, es una Por ello es que comenzó su obra reuniendo a doce agentes respetables para que trasmitieran sus enseñanzas, y Él mismo fundó el Cristianismo en medio de asambleas públicas.
El "id y predicad" nació en su boca inundada de luz.
Y luego, reconociendo que la Buena Nueva estaba amenazada por la influencia judaizante y en razón de que la comunidad apostólica se había circunscrito extremadamente a los preceptos del Viejo Testamento, después de regresar a las Esferas Superiores llamó a Pablo de Tarso, comunicándose con él en un camino vulgar, convocándolo para propagar sus principios a los gentiles, principios que Jerusalén jamás había aceptado.
Observando esto, no sabemos cómo estar en el Espiritismo sin hablar de él, o dicho de otra manera, si quisiéramos preservar el Espiritismo e insuflarle nuevas energías para beneficio del mundo, es necesario comprender su finalidad de escuela, y toda escuela, para cumplir su función, necesita de la divulgación.
 
André Luiz

 

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