EN EL SILENCIO DE LA ORACIÓN
E Cap. XXVII ITEM 6
En tu interior, durante el silencio de la oración mental, sin que tengas necesidad de verlo o percibirlo en una forma directa, el corazón late sin cesar con' la cadencia admirable de la vida.
Circula la sangre por mil canales diversos.
Los intestinos trabajan independientemente de tu voluntad y sostienen la nutrición del cuerpo.
Los pulmones funcionan removiendo el aire que te envuelve.
La inmensa población celular del cerebro es impulsada eléctricamente por medio de los nervios.
Miríadas y miríadas de unidades de vida microscópica palpitan en la cavidad de tu boca.
***
En torno tuyo, durante el silencio de tu oración los átomos se agitan en vórtices incalculables en la estructura material de la ropa que vistes y de los zapatos que calzas.
La electricidad se transmite, vibrante, a lo largo de kilómetros y kilómetros de hilos
conductores, transformándose, no lejos de ti, en fuerza, luz y calor.
Millares de seres humanos hablan, cantan y lloran sin que los oigas, en un perímetro de algunas leguas a tu alrededor.
Otros millones de voces hablando en decenas de idiomas distintos y a través de las ondas hertzianas se entrecruzan sobre tu misma cabeza sin que puedas registrarlas.
Rayos en cantidad sideral caen sobre ti sin que estés en condiciones de acusar su presencia.
Numerosos fenómenos meteorológicos se producen en todo lugar sin que consigas relacionarlos.
El planeta realiza movimientos y giros veloces, transportándote con seguridad y tranquilidad, sin que te des cuenta de tal hecho.E Cap. XXVII ITEM 6
En tu interior, durante el silencio de la oración mental, sin que tengas necesidad de verlo o percibirlo en una forma directa, el corazón late sin cesar con' la cadencia admirable de la vida.
Circula la sangre por mil canales diversos.
Los intestinos trabajan independientemente de tu voluntad y sostienen la nutrición del cuerpo.
Los pulmones funcionan removiendo el aire que te envuelve.
La inmensa población celular del cerebro es impulsada eléctricamente por medio de los nervios.
Miríadas y miríadas de unidades de vida microscópica palpitan en la cavidad de tu boca.
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En torno tuyo, durante el silencio de tu oración los átomos se agitan en vórtices incalculables en la estructura material de la ropa que vistes y de los zapatos que calzas.
La electricidad se transmite, vibrante, a lo largo de kilómetros y kilómetros de hilos
conductores, transformándose, no lejos de ti, en fuerza, luz y calor.
Millares de seres humanos hablan, cantan y lloran sin que los oigas, en un perímetro de algunas leguas a tu alrededor.
Otros millones de voces hablando en decenas de idiomas distintos y a través de las ondas hertzianas se entrecruzan sobre tu misma cabeza sin que puedas registrarlas.
Rayos en cantidad sideral caen sobre ti sin que estés en condiciones de acusar su presencia.
Numerosos fenómenos meteorológicos se producen en todo lugar sin que consigas relacionarlos.
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De la misma forma, en el silencio de tu oración, accionas un vasto mecanismo de auxilio y socorro en el ambiente que te rodea, comparable a un inmenso laboratorio invisible.
Tu influjo emocional se conecta, por encima de los sentidos materiales y a través de insondables elementos dinámicos, con el ámbito con el cual te sintonizas.
***
No dudes de la oración porque no logras un control físico de sus resultados inmediatos.
El firmamento no es indiferente, aunque se te manifieste mudo.
En el silencio de tu oración mental te puedes expresar con más sublimidad que con un discurso de mil palabras, entonando un himno vibrante de amor puro que repercuta en el infinito y asimile la esencia del Ser y de la Divina Luz, lo cual purificará tus anhelos y esperanzas y renovará tu mismo destino.
ANDRÉ LUIZ
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