1. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. -
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. - Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).
2. Y El, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. - Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque hartos seréis. - Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis (San Lucas, cap. VI, v. 20 y 21).
Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque tenéis vuestro consuelo! - ¡Ay de vosotros los que éstáis hartos, porque tendréis hambre! - ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (San Lucas, cap. VI, v. 24 y 25).
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. - Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).
2. Y El, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. - Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque hartos seréis. - Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis (San Lucas, cap. VI, v. 20 y 21).
Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque tenéis vuestro consuelo! - ¡Ay de vosotros los que éstáis hartos, porque tendréis hambre! - ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (San Lucas, cap. VI, v. 24 y 25).
Motivos de resignación. E.S.E. CAP V Item 13
13. El hombre puede aliviar o aumentar las amarguras de sus pruebas según el modo como considere la vida terrestre. Sufre tanto más cuanto más larga ve la duración del sufrimiento; así, pues, el que se coloca en el punto de vista de la vida espiritual, abraza de una sola ojeada la vida corporal; la ve como un punto en el infinito, comprende su corta duración, y dice que ese momento penoso pasa muy pronto; la certeza de un porvenir próximo más feliz le sostiene y le anima, y en lugar de quejarse, da gracias al cielo por los dolores que le hacen adelantar. Para el que sólo ve la vida corporal, por el contrario, ésta le parece interminable, y el dolor pesa sobre él con toda su fuerza. Es resultado de ese modo de considerar la vida el disminuir la importancia de las cosas de este mundo, conducir al hombre a moderar sus deseos y a contentarsecon su posición sin envidiar la de los otros; atenuando la impresión moral de los reveses y de los desengaños que experimenta, adquiere una calma y una resignación tan útiles a la salud del cuerpo como a la del alma; mientras que con la envidia, los celos y la ambición, él mismo se pone voluntariamente en el tormento y aumenta de este modo las miserias y las angustias de su corta existencia.
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