viernes, 27 de noviembre de 2015

NACER Y RENACER

Reforma intima
La indagación, en cuanto a las causas del sufrimiento humano, se hace ahora universal.
¿Por qué tamaña expansión de la violencia? ¿por qué tantos procesos de angustias, tantos
accidentes y tantas pruebas individuales y colectivas?
Entretanto, a pesar de semejantes obstáculos el progreso avanza, permaneciendo bajo la
responsabilidad de los propios hombres, la explosión o la abstención de nuevas guerras que
únicamente perjudican a los propios hombres y les dilapidan los intereses.
Reportándonos, sin embargo, al sufrimiento, será justo recordar, en este atardecer del
segundo milenio de la Era Cristiana, los conflictos crueles, las persecuciones, los siglos de
esclavitud del hombre, en la explotación y en el rebajamiento del propio hombre, la conquista
sanguinolenta de pueblos laboriosos y pacíficos, el rapiñaje sobre comunidades indefensas, la
piratería impune a lo largo de los mares, las hogueras del odio, en nombre de la fe,
eliminando vidas preciosas, el bandidaje hidalgo y los múltiples delitos que injuriaran la
dignidad humana en los diez últimos siglos, y preguntémonos cómo deberían ser los frutos de
nuestra propia sementera.
No nos referimos, no obstante, a esos registros a fin de destacar el pesimismo. Al revés de
eso, aspiramos a exaltar el Amor Infinito de Dios que nos permite nacer y renacer, tantas
veces como se hagan necesarias a nuestro propio perfeccionamiento, ya que, en sana
conciencia, deseamos construir o reconstruir nuestros propios destinos por nosotros mismos.
Conservemos la alegría de la esperanza, trabajando y sirviendo siempre.
Aceptemos las pruebas que se nos hagan necesarias al perfeccionamiento propio, sanando los
débitos que nos correspondan, asumiendo nuestra experiencia y sigamos adelante.
Emmanuel.

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