lunes, 23 de febrero de 2015

PAN DE CADA DIA


"Dadnos cada día nuestro pan" -Jesús. (Lucas, 11: 3.)

¿Ya pensaste en el pan de cada día?
A la fuerza de poseerlo, en abundancia, el hombre acostumbra desvalorizarlo, a la manera de la criatura irreflexiva que solo medita en la salud, al sobrevenir la enfermedad.
Si la mayoría de los hijos de la Tierra estuviesen a la altura de atender a la gratitud en sus aspectos reales, bastaría el pan cotidiano para que no faltase a las colectividades terrestres perfectas nociones de la existencia de Dios. Tan magnánima es la bondad celestial que, promoviendo recursos para la manutención de los hombres, escapa a la admiración de las criaturas, a fin de que comprendan mejor la vida, integrándose en las responsabilidades que les corresponden, en las organizaciones de trabajo a que fueron llamadas, con la finalidad de realizar el perfeccionamiento propio.
El Altísimo deja a los hombres la creencia de que el pan terrestre es conquista de ellos, para que se perfeccionen convenientemente en el don de servir. En verdad, no obstante, el pan de cada día, para todas las refecciones del mundo, procede de la Providencia Divina.
El hombre cavará el suelo, esparcirá las simientes, defenderá el servicio y cooperara con la Naturaleza, mas la germinación, el crecimiento, la floración y la fructificación pertenecen al Todo-Misericordioso.
En el alimento de cada día prevalece sublime enseñanza de colaboración entre el Creador y la criatura, que raras personas se disponen a observar. Se esfuerza el hombre y el Señor le concede las utilidades.
El siervo trabaja y el Altísimo le bendice el sudor.
Es en ese proceso de intima cooperación y natural entendimiento que el Padre espera recoger, un día, los dulces frutos de la perfección en el espíritu de los hijos.

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