lunes, 23 de febrero de 2015

EN SILENCIO

“No sirviendo a la vista, como para agradar a los hombres, sino como siervos de
Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios.” ‐ Pablo (Efesios, 6:6)

Si sabes, atiende al que ignora, sin ofuscarlo con tu luz.
Si tienes, ayuda al necesitado, sin molestarlo con tus posesiones.
Si amas, no hieras al objeto amado con exigencias.
Si pretendes curar, no humilles al enfermo.
Si quieres mejorar a los demás, no maldigas a nadie.
Si enseñas la caridad, no vistas de espinas, para que tu contacto no dilacere a los que sufren.
Ten cuidado en la tarea que el Señor te confió.
Es muy difícil servir a la vista. Todos quieren hacerlo, procurando el aprecio de los hombres.
Sin embargo, es difícil, servir ocultamente, sin el ilusorio manto de la vanidad.
Es por esto que, en todos los tiempos, casi todo el trabajo de las criaturas es disperso y engañoso.
En general, se cuida de obtener a cualquier precio las gratificaciones y las honras humanas.
Pero, tú, amigo, aprende que el servidor sincero de Cristo, habla poco y construye, cada vez
más, con el Señor en el divino silencio del espíritu…
Ve y sirve.
No te importen las fantasías que confunden los ojos de la carne ni te consagres a los ruidos
de la boca.
Haz el bien, en silencio.
Huye a las referencias personales y aprendamos a cumplir, de corazón, la voluntad de Dios.

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