“Ahora, hay diversidad de dones, mas
el del Espíritu es el mismo”. – Pablo. (I Corintios, 12:4)
En todos los lugares y posiciones, cada cual puede revelar cualidades divinasel del Espíritu es el mismo”. – Pablo. (I Corintios, 12:4)
para la edificación de cuantos con él conviven.
Aprender y enseñar constituye tareas de cada hora, para que colaboremos en
el engrandecimiento del tesoro común de sabiduría y amor.
Quien administra, más frecuentemente puede expresar la justicia y la
magnanimidad.
Quien obedece, dispone de recursos más amplios para demostrar el deber
bien cumplido.
El rico, más que los otros, puede multiplicar el trabajo y dividir las bendiciones.
El pobre, con más largueza, puede ahorrar la fortuna de la esperanza y de la
dignidad.
El fuerte, más fácilmente, puede ser generoso, en todo instante.
El débil, sin mayores dificultades, puede mostrarse humilde, en cualquier
ocasión.
El sabio, con dilatados recursos, puede ayudar a todos, renovando el
pensamiento general para el bien.
El aprendiz, con múltiples oportunidades, puede distribuir siempre la riqueza
de la buena voluntad.
El sano, comúnmente puede proyectar la caridad en todas las direcciones.
El enfermo, con más seguridad, puede plasmar las lecciones de la paciencia
en el ánimo general.
Los dones difieren, la inteligencia se caracteriza por diversos grados, el
merecimiento presenta valores múltiples, la capacidad es fruto del esfuerzo de cada
uno, mas el Espíritu Divino que sustenta a las criaturas es substancialmente el
mismo.
Todos somos susceptibles de realizar mucho, en la esfera del trabajo en que
nos encontramos.
Repara la posición en que te sitúas y atiende a los imperativos del Infinito
Bien. Coloca la Voluntad Divina por encima de tus deseos, y la Voluntad divina te
aprovechará.
Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. 26 ed. Río
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