miércoles, 21 de octubre de 2015

VIVENCIA MEDIUMNICA

Estudiando la paranormalidad humana con criterio y
austeridad, Allan Kardec anotó en el artículo 159 del capítulo
XIV del Libro de los Mediums, “que todo aquel que
sienta en un grado cualquiera la influencia de los Espíritus es,
por ese hecho, médium “.
Analizando la mediumnidad, el ínclito Codificador aclaró que
su expresión no representaba la existencia de un privilegio,
sino la de una facultad del Espíritu, cuyo desarrollo depende de
los valores éticos de quien la posee.
De este modo, la mediumnidad está presente en casi la
totalidad de los individuos, y en todo lugar, desvinculada de
cualquier nivel moral o de otra naturaleza.
Siendo, por lo tanto, un instrumento que propicia el progreso,
por cuya mediación se producen las manifestaciones de la
inmortalidad, y todo un conjunto de consideraciones para la
felicidad humana, su conducción exige requisitos serios, de los
que se derivan las bendiciones que se anhelan cuando se
ejercitan con elevación.
El perfecto conocimiento de los objetivos de la mediumnidad,
prepara al médium para acometer el compromiso asumido
antes de la reencarnación, y su menosprecio le acarrea
problemas muy complejos que interfieren en la existencia de su
portador.
Todo instrumento abandonado sufre los efectos perjudiciales
del descuido; cualquier facultad del cuerpo, de la mente o del
alma, relegada a un plano secundario padece la
desorganización que el tiempo y la falta de ejercicio imponen,
generando atrofia, atraso y desequilibrio; la mediumnidad no es
una excepción.

Los médiums conscientes e inconscientes fueron los santos, los
sabios, los artistas, los científicos que sintieron la presencia de
los Espíritus del pensamiento superior, de los cuales se
volvieron instrumentos, expresando a lo largo de sus vidas, con
las realizaciones e inventos, la manifestación superior de que se
hicieron objeto.
En lo que respecta a la conducta espírita, el médium es
portador de una bendita instrumentalidad para autoiluminarse,
y promover el progreso de la Humanidad, desarrollar los
valores nobles, consolar y amparar a las criaturas atormentadas
de ambos planos de la vida.
Así, el individuo, es médium en todos los momentos de la
existencia física, y no esporádicamente durante las reuniones
experimentales en las que participa.
De acuerdo a su conducta mental y social, y gracias a los
pensamientos y acciones, atrae a los Espíritus con los que es
afín, pasando a manifestar los sentimientos y las ideas que
exteriorizará algunas veces sin darse cuenta.
La vivencia mediúmnica es, por lo tanto, un capítulo
importante en el día a día, de todo aquel en el que se manifiesta
la facultad, y pretende servir al programa del Bien en la
restauración o fundación de la Sociedad justa y feliz, o de la
Nueva Era del Espíritu Inmortal.
Las reglas de conducta constituyen un elemento importante
para que otros deberes se presenten favoreciendo el
cumplimiento de la misión aceptada. Gracias a su ejercicio
correcto, se convierte en inmediata la lucha por la superación
del egoísmo y otras torpezas, siempre responsable de las
desdichas que ocurren entre los hombres.
Como antídoto de ese terrible adversario íntimo, la experiencia
del amor solidario y la adaptación al sentimiento de humildad
real, se hacen indispensables para el desarrollo de otras
virtudes que forman el conjunto de recursos auxiliares para
alcanzar la victoria.

Una vivencia mediúmnica saludable es consecuencia de la
concienciación del compromiso que se adquiere a través del
estudio de la propia facultad, y del análisis de sus finalidades,
porque proporciona una ilimitada confianza en Dios.
La vivencia mediúmnica es determinante para la acción
dignificadora que constituye un recurso precioso en el
sentimiento de paz íntimo y felicidad.
Médiums existen de todos los quilates, los cuales son
portadores de las más variadas facultades, pero médiums
espíritas hay menos, aunque, sin embargo, son conscientes y
responsables, y aún lo son en número menor los que se
entregan a una vivencia integral, teniendo como objetivo
alcanzar el mediumnato, que es la gran meta que pretenden los
Espíritus misioneros en el ejercicio de la mediumnidad.
En este opúsculo, sus autores, que tienen experiencia y
vivencia mediúmnica, han estudiado varios de sus aspectos
que contribuirán a un ejercicio correcto de la mediumnidad
bajo la óptica de la Doctrina Espírita, predicada y vivida por
Jesús, así como por sus primeros discípulos, todos ellos
médiums, dirigidos por la moral, incluso el Señor, que lo era de
Dios, dándole vida a su mensaje.
Confiando que estas breves páginas alcancen a las mentes
interesadas en la vivencia mediúmnica, y los sentimientos que
buscan una realización íntima, le rogamos al Maestro que nos
bendiga y nos guarde en su paz
.

Joanna de Angelis

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