Durante el sueno sólo el cuerpo reposa, pero el Espíritu no duerme, sino
que aprovecha el descanso de aquél y los momentos en que no es necesaria su
presencia, para obrar separadamente e ir a donde quiere, gozando entonces de su
libertad y de la plenitud de sus facultades. Durante la vida, el Espíritu no esta
nunca completamente separado del cuerpo; a cualquiera distancia que se
transporte, esta unido a aquél por un lazo fluídico que sirve para atraerle cuando es
necesaria su presencia. Este lazo solo se rompe con la muerte.
“El sueno libera parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme, se
encuentra por un momento en el mismo estado en que fijamente se halla después
de la muerte. Los Espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto
de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen, se unen de nuevo
a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con
ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir.
Esto debe enseñarnos una vez más a no temer la muerte, puesto que, según las
palabras del santo, morís todos los días.”
“Esto respecto de los Espíritus elevados. Pero en cuanto a la mayoría de los
hombres, que, al morir, han de permanecer durante mucho tiempo en esta
turbación, en esta incertidumbre de que os han hablado, van a mundos inferiores a
la tierra, a donde los llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres mas bajos
que los que tienen, y doctrinas mas viles aún, mas innobles, más nocivas que las
que entre vosotros profesan. Y lo que engendra las simpatías en la tierra no es otra
cosa que el hecho de sentirse uno, al despertar, aproximado por el corazón a
aquellos con quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o de placer.
Explica también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que
tales gentes, tienen distinta conciencia de la nuestra, porque las reconocemos sin
haberlas visto nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia con que nos
inclinamos a buscar nuevos amigos, sabiendo que tenemos otros que nos aman y
quieren. En una palabra, el sueno influye en vuestra vida mas de lo que pensáis.”
"Por medio del sueno, los Espíritus encarnados están siempre en relación con
el mundo de los espíritus, y por esto los superiores consienten, sin mucha
repugnancia, encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto
con el vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien, para que ellos, que
vienen a instruir a los otros, no falten también. El sueno es la puerta que Dios les
ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo ínterin
llega la libertad final que ha de restituirlos a su verdadero centro.
"El sueno es el recuerdo de lo que ha visto vuestro Espíritu mientras dormíais:
pero observad que no siempre soñáis, porque no recordáis siempre lo que habéis
visto o ‘todo’ lo que habéis visto. No está vuestra alma en todo su desarrollo, y a
menudo el sueno no es mas que el recuerdo de la turbación que se une a vuestra
partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho o que os
preocupa en estado de vigilia. Y de no ser así, ¿cómo explicaréis esos sueños
absurdos que tienen así el más sabio como el más ignorante? Los Espíritus malos
se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas débiles y
pusilánimes.”
"La incoherencia de los sueños se explica también por los vacíos que produce
el recuerdo incompleto de lo que ha aparecido soñado, como sucederla con una
relación en la que se truncaran las frases. Los fragmentos que permanecieran
reunidos dejarían de tener una significación razonable.”
"Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños,
que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. Son el sueño de
Juana de Arco, de Jacob, de los profetas judaicos y de algunos adivinos indios,
sueños que son el recuerdo que el alma, completamente separada del cuerpo,
conserva de la segunda vida de que os hablaba hace un momento". (El Libro de los
Espíritus, N 492).
que aprovecha el descanso de aquél y los momentos en que no es necesaria su
presencia, para obrar separadamente e ir a donde quiere, gozando entonces de su
libertad y de la plenitud de sus facultades. Durante la vida, el Espíritu no esta
nunca completamente separado del cuerpo; a cualquiera distancia que se
transporte, esta unido a aquél por un lazo fluídico que sirve para atraerle cuando es
necesaria su presencia. Este lazo solo se rompe con la muerte.
“El sueno libera parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme, se
encuentra por un momento en el mismo estado en que fijamente se halla después
de la muerte. Los Espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto
de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen, se unen de nuevo
a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con
ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir.
Esto debe enseñarnos una vez más a no temer la muerte, puesto que, según las
palabras del santo, morís todos los días.”
“Esto respecto de los Espíritus elevados. Pero en cuanto a la mayoría de los
hombres, que, al morir, han de permanecer durante mucho tiempo en esta
turbación, en esta incertidumbre de que os han hablado, van a mundos inferiores a
la tierra, a donde los llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres mas bajos
que los que tienen, y doctrinas mas viles aún, mas innobles, más nocivas que las
que entre vosotros profesan. Y lo que engendra las simpatías en la tierra no es otra
cosa que el hecho de sentirse uno, al despertar, aproximado por el corazón a
aquellos con quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o de placer.
Explica también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que
tales gentes, tienen distinta conciencia de la nuestra, porque las reconocemos sin
haberlas visto nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia con que nos
inclinamos a buscar nuevos amigos, sabiendo que tenemos otros que nos aman y
quieren. En una palabra, el sueno influye en vuestra vida mas de lo que pensáis.”
"Por medio del sueno, los Espíritus encarnados están siempre en relación con
el mundo de los espíritus, y por esto los superiores consienten, sin mucha
repugnancia, encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto
con el vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien, para que ellos, que
vienen a instruir a los otros, no falten también. El sueno es la puerta que Dios les
ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo ínterin
llega la libertad final que ha de restituirlos a su verdadero centro.
"El sueno es el recuerdo de lo que ha visto vuestro Espíritu mientras dormíais:
pero observad que no siempre soñáis, porque no recordáis siempre lo que habéis
visto o ‘todo’ lo que habéis visto. No está vuestra alma en todo su desarrollo, y a
menudo el sueno no es mas que el recuerdo de la turbación que se une a vuestra
partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho o que os
preocupa en estado de vigilia. Y de no ser así, ¿cómo explicaréis esos sueños
absurdos que tienen así el más sabio como el más ignorante? Los Espíritus malos
se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas débiles y
pusilánimes.”
"La incoherencia de los sueños se explica también por los vacíos que produce
el recuerdo incompleto de lo que ha aparecido soñado, como sucederla con una
relación en la que se truncaran las frases. Los fragmentos que permanecieran
reunidos dejarían de tener una significación razonable.”
"Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños,
que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. Son el sueño de
Juana de Arco, de Jacob, de los profetas judaicos y de algunos adivinos indios,
sueños que son el recuerdo que el alma, completamente separada del cuerpo,
conserva de la segunda vida de que os hablaba hace un momento". (El Libro de los
Espíritus, N 492).
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