jueves, 21 de febrero de 2019

RECLAMACIONES Y QUEJAS

Lenta, pero, sistemáticamente, se va arraigando en la personalidad del hombre el hábito infeliz de la queja y de la reclamación.
Insubordinado, en razón de la predominancia de los propios instintos agresivos, el individuo siempre encuentra motivos para presentarse insatisfecho.
Salud o enfermedad, trabajo o desempleo, alegría o tristeza, calor o frío, le sirven siempre de pretexto para quejarse, para reclamar…
Se instala, ese vicio, fijándose en el comportamiento, que se torna irritado y desagradable, al tiempo en que fomenta distonías intimas, neurosis, abriendo campo para que se originen diversas enfermedades.
El quejoso padece de hipertrofia de la esperanza y del optimismo. Atrae la desdicha y sintoniza con la amargura, pasando a sufrir aquello que aparenta desear librarse.
Para quien desea encontrarlo, nunca faltan motivos de quejas y reclamaciones.
                                                                           
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Establece, en tu día a día, el compromiso de solucionar dificultades, al contrario de generarlas, o complicarlas cuando se te presenten.
Silencia al quejoso, proponiéndole hacer lo mejor que le esté al alcance en detrimento del tiempo perdido en reclamaciones.
La irritación responde por la idea malsana de verlo todo de forma negativa, creando mecanismos de falso martirologio.
Al quejoso, normalmente, le gusta la indolencia y se complace en el pesimismo.

Pon sol y belleza en tus paisajes, pasando de una para otra área de acción sin el fardo del mal humor, efecto de algo desagradable que por acaso te haya acontecido en la anterior.
Quien sabe confiar y trabaja, siempre alcanza la meta que busca.

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