lunes, 28 de marzo de 2016

SOCIALISMO Y DOCRINA ESPIRITA CON KARDEC

Puesto que el progreso es una condición de la humana naturaleza, nadie tiene poder para oponérsele. Es una fuerza viva que las malas leyes pueden retrasar, pero no ahogar. Cuando esas leyes se tornan incompatibles con él, el mismo progreso las arrasa, junto con todos aquellos que se esfuerzan por mantenerlas vigentes, y así seguirá ocurriendo hasta que el hombre haya puesto sus leyes de acuerdo con la justicia divina, que desea el bien para todos y no admite leyes sancionadas por el fuerte en detrimento del débil" (El Libro de los Espíritus, parágrafo 781a.).
"El hombre no puede permanecer para siempre en la ignorancia, porque debe llegar a la meta que la Providencia le señala. Así pues, se va ilustrando por la fuerza misma de las circunstancias. Las revoluciones morales, como las sociales, se infiltran de manera paulatina en las ideas, germinan durante siglos y después estallan de súbito y hacen que se desplome el carcomido edificio del pasado, que no armoniza ya con las nuevas necesidades y las aspiraciones también nuevas.
"Con frecuencia el hombre no ve en esas conmociones más que la confusión y el desorden momentáneos que lesionan sus intereses materiales. Pero aquel que eleva el pensamiento por encima de su propia persona admira los designios de la Providencia, que del mal hace surgir el bien. Es la tempestad que purifica la atmósfera después de haberla agitado" (El Libro de los Espíritus, parágrafo 783).
"Todo es armonía en la Creación; todo revela una previsión que no se desmiente ni en las cosas pequeñas ni en las grandes. En principio, debemos apartar toda idea caprichosa inconciliable con la sabiduría divina; y en segundo término, si nuestra época está marcada para el cumplimiento de ciertas cosas, es porque tienen su razón de ser en la marcha general del conjunto.
"Una vez sentado este principio, diremos que nuestro planeta, así como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso. Progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen y, moralmente, por la depuración de los Espíritus encarnados y desencarnados que lo pueblan. Estos dos progresos se relacionan y avanzan paralelamente, puesto que la perfección de la habitación está en relación con la del habitante.
[...] "Ese doble progreso se verifica de dos modos: el uno, lento, gradual e insensible; el otro, caracterizado por cambios más bruscos, con cada uno de los cuales se opera un movimiento ascensional más rápido que marca con caracteres ostensibles los períodos progresivos de la humanidad. Esos movimientos, subordinados en los detalles al libre albedrío de los hombres son, en cierto modo, fatales en el conjunto, porque se encuentran sometidos a leyes, como los que se operan en la germinación, crecimiento y madurez de las plantas; por ese motivo el movimiento progresivo es a veces parcial, es decir, limitado a una raza o nación, y otras es general.
"El progreso de la humanidad, de acuerdo con lo dicho, se efectúa en virtud de una ley; ahora bien, como todas las leyes de la Naturaleza son obra eterna de la sabiduría y presciencia divinas, todo lo que es efecto de esas leyes es el resultado de la voluntad de Dios y no de una voluntad accidental y caprichosa; es el producto de una voluntad inmutable. Por lo tanto, desde el momento en que la humanidad está madura para ascender un grado, se puede establecer que los tiempos señalados por Dios han llegado, como se puede decir también que tal estación ha llegado por la madurez que se observa en los frutos.
"Porque el movimiento progresivo de la humanidad sea inevitable, en razón de que está en la Naturaleza misma, no se infiere que Dios sea indiferente a él, y que después de haber establecido leyes haya vuelto a la inactividad, dejando las cosas seguir su curso por sí solas. Sus leyes son eternas e inmutables, no hay duda, así como su voluntad también es eterna y constante y su pensamiento anima todas las cosas sin intermisión. Este pensamiento divino, que todo lo penetra, es la fuerza inteligente y permanente que mantiene en armonía al Universo. Si este pensamiento dejara de actuar un solo instante, el Cosmos podría compararse a un reloj sin péndulo regulador. Dios vela constantemente por la ejecución de sus leyes, y los Espíritus, que pueblan el Espacio, son sus ministros encargados de los detalles, conforme con las atribuciones inherentes a su grado de adelanto".
[...] "La humanidad ha realizado hasta hoy indiscutibles progresos; los hombres, gracias a su inteligencia, han obtenido resultados jamás alcanzados en lo que respecta a la ciencia, el arte y el bienestar general; pero les queda aún por realizar un inmenso progreso: hacer reinar entre sí la caridad, la fraternidad y la solidaridad para asegurar el bienestar moral. No podían lograrlo con sus creencias, ni con sus instituciones vetustas -vestigio de otra edad-, adecuadas a una cierta época, suficientes para un momento de transición, pero que, habiendo dado ya lo que podían dar, resultarían hoy una rémora. No es sólo el desarrollo intelectual lo que el hombre necesita, requiere elevación de sentimientos, lo cual, para lograrlo, es menester destruir en él todo lo que pueda sobreexcitar el egoísmo y la soberbia.
"Tal es el período en el que vamos a entrar y que señalará una de las más importantes fases de la humanidad. Esta etapa, actualmente en elaboración, es el complemento necesario del estado precedente, así como la edad viril

es el complemento de la juventud; podía, por lo tanto, ser prevista y predicha de antemano, y es esa la razón por la que se dice que los tiempos señalados por Dios han llegado.
"En esta ocasión, no se trata de un cambio parcial, de una renovación circunscripta a una nación, a un pueblo, a una raza; se trata de un movimiento universal que se opera en beneficio del progreso moral. Tiende a establecerse un nuevo orden de cosas, y los mismos que a ello se oponen con más empeño, coadyuvan a él sin saberlo. La generación futura, libre de las escorias del viejo mundo y formada por elementos más puros, estará animada por ideas y sentimientos muy diferentes de los que nutren a la generación actual, que se va a pasos agigantados. El viejo mundo habrá muerto y vivirá en la historia, como sucede hoy con la Edad Media y sus costumbres bárbaras e ideas supersticiosas.
"En cuanto a lo demás, sabemos que el orden de cosas actual deja aún no poco que desear; después de haber agotado, en cierta manera, los mayores logros en cuanto al bienestar material, producto de la inteligencia, se llega a comprender que el complemento de ese bienestar sólo puede hallarse en el desarrollo moral. Cuanto más se avanza, más se siente lo que falta, sin poder, no obstante, definirlo claramente: es el efecto del trabajo íntimo que se opera para la regeneración; se tienen deseos y aspiraciones que son como el presentimiento de un estado mejor.
"Pero un cambio tan radical como el que se está elaborando no puede llevarse a cabo sin perturbaciones; hay una lucha inevitable en las ideas. Ese conflicto originará forzosamente perturbaciones temporarias, hasta que el terreno haya sido desbrozado y el equilibrio restablecido. Los graves acontecimientos anunciados surgirán de esa lucha de ideas y de ningún modo de cataclismos o catástrofes puramente materiales. Los cataclismos generales eran consecuencia del estado de formación de la Tierra; hoy ya no se agitan las entrañas del globo, sino las de la humanidad" (La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, XVIII:2, 3, 5, 6 y 7).

 

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