El EVANGELIO, es la Buena
Nueva, que el Maestro Jesús hace dos mil años nos legara. El Espiritismo al
tomar del Evangelio de Jesús, las máximas más sobresalientes, no establece
competencia con religión alguna existentes en la actualidad, ni debe
confundirse con alguna de ellas. El Espiritismo es una Doctrina de Amor.
Allan Kardec, al tomar algunos
de los aspectos de la Doctrina de Jesús, los enfocó a la luz del Espiritismo
dejándonos la obra EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, que contiene la
explicación de las máximas morales de Jesús, su concordancia con el Espiritismo
y su aplicación en las diversas situaciones de la vida. Alertando a las almas
para las verdaderas finalidades de la vida, llevando a los humildes y
sufridores el límpido mensaje de Jesús, de paz y de consuelo.
La genuina esencia de la
doctrina está contenida en este libro, El Evangelio de Jesús verdaderamente
explicado en espíritu y en verdad, cuya enseñanza moral es lo único que nos
puede conducir a la reforma íntima, a la realización integral de la finalidad
de la Creación por el respeto y obediencia a las leyes divinas, las leyes
morales, inscritas en la propia conciencia del hombre.
Tomamos este libro, como punto
de partida para la realización del Evangelio en el Hogar, ya que orienta al
hombre para la conquista de los valores espirituales y la reforma interior, para
el combate de los vicios, para una nueva filosofía de la vida, mostrándole
sobre todo, la necesidad de ser bueno, porque “fuera de la caridad no hay
salvación”.
Esclarecimiento sobre la
oración
La oración es una invocación;
por ella un ser se pone, con el pensamiento, en relación con el ser a quien se
dirige. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o glorificar. Se puede
orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos.
El Espiritismo hace comprender
la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el pensamiento, ya
sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o que nuestro
pensamiento llegue a él. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser
cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado
o del desencarnado al encarnado, se establece una corriente fluídica entre los
dos, la cual transmite el pensamiento como el aire transmite el sonido.
La energía de la corriente está
en razón con la del pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es
oída por los Espíritus en cualquier parte que se encuentren, como los Espíritus
se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se
establecen relaciones a distancia entre los encarnados. Esta explicación, es
sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente
mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin de hacer
comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y
efectiva, sin que por esto deje de estar menos subordinada a la voluntad de
Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su
acción.
Por la oración el hombre llama
el concurso de los buenos Espíritus que vienen a sostenerle en sus buenas
resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de este modo la
fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el
camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí los
males que se atrae por sus propias faltas.
Cualidades de la oración
Jesús definió las cualidades de
la oración claramente, diciendo:
Cuando roguéis, no os pongáis
en evidencia; rogad en secreto y no aparentéis rogar mucho porque no será por
la multitud de las palabras que seréis oídos, sino por la sinceridad con que
sean dichas; antes de orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela,
porque la oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón
purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, rogad con
humildad, como el publicano, y no con orgullo, como el fariseo: examinad
vuestros defectos y no vuestras cualidades, y si os comparáis con otros, buscad
lo que hay de malo en vosotros.
Eficacia de la oración
Hay gentes que niegan la
eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios
nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose
todo el universo por leyes eternas, nuestros votos no pueden cambiar los
decretos de Dios. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que
pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener como
sería injusto acusar a la Providencia si no accede a otro lo que se le pide,
puesto que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Hace lo mismo que un
padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste.
Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para
su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al
enfermo en la operación que debe conducirle a la curación. Lo que Dios le
concederá, si se dirige a El con confianza, es valor, paciencia y resignación.
También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con
ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándole
de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a si mismos, según
esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo lo
esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero
casi siempre se preferiría el ser socorrido por un milagro sin ningún trabajo.
El poder de la oración
El poder de la oración está en
el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que
se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o
acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las
circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común tiene
una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a
un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos
levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran
número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal!. Cien
personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en
una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración
tendrá más poder que la de los otros ciento.
Oraciones inteligibles
La oración sólo tiene valor por
el pensamiento que se une a ella, y es imposible unir el pensamiento a lo que
no se comprende, por qué lo que no se comprende no puede conmover al corazón.
Para la inmensa mayoría, las oraciones en un lenguaje incomprensible sólo son
un conjunto de palabras que nada dicen al Espíritu. Para que la oración
conmueva, es preciso que cada palabra despierte una idea, y si no se comprende
no puede despertar ninguna. Se repite como una simple fórmula, suponiéndole más
o menos virtud según el número de veces que se repite; muchos oran por el deber
y otros por conformarse con los usos; por esto creen haber cumplido su deber
cuando han dicho una oración en número de veces determinado, siguiendo tal o
cual orden. Dios lee en el fondo del corazón y ve el pensamiento y la
sinceridad; sería rebajarle creerle más sensible a la forma que al fondo.
Modo de orar
El primer deber de toda
criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida
activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero : ¡cuán
pocos saben orar!, ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente
las unas a las otras, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis
y que, como todo deber, os moleta!.
La oración del cristiano, del
Espirita, de cualquier culto que sea, debe ser hecha desde que el Espíritu ha
vuelto a tomar el yugo de la carne; debe elevarse a los pies de la majestad
divina, con humildad, con profundidad, alentada por el reconocimiento de todos
los bienes recibidos hasta el día, y por la noche que se ha pasado, durante la
cual os ha sido permitido, aunque sin saberlo vosotros, volver al lado de
vuestros amigos, de vuestros guías, para que con su contacto os den más fuerza
y perseverancia. Debe elevarse humilde a los pies del Señor, para recomendarle
vuestra debilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y su misericordia. Debe ser
profunda, porque vuestra alma es la que debe elevarse hacia el Creador, la que
debe transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante
de esperanza y de amor.
Vuestra oración debe encerrar
la súplica de las gracias que os sean necesarias, pero de una necesidad real.
Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestras pruebas y que os dé los
goces y las riquezas; pedirle que os conceda los bienes más preciosos de la paciencia,
de la resignación y de la fe. No digáis lo que muchos de entre vosotros: “No
vale la pena de orar, porque Dios no me escucha”. La mayor parte del tiempo
¿qué es lo que pedís a Dios?. ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro
mejoramiento moral? ; ¡OH!,no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen
éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado “Dios no se ocupa de
nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias”, ¡Insensatos!.
;¡Ingratos!. Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre
encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis;
pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y
consuelos se esparcirá entre vosotros.
Debéis rogar sin cesar, sin que
por esto os retiréis a vuestro oratorio o que os pongáis de rodillas en las
plazas públicas. La oración del día es el cumplimiento de vuestros deberes sin
excepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es un acto de amor hacia el
Señor el que asistáis a vuestros hermanos en cualquier necesidad moral o
física?. ¿No es hacer un acto de reconocimiento elevar vuestro pensamiento
hacia El cuando sois felices, cuando se evita un percance, cuando una
contrariedad pasa rozando con vosotros, si decís con el pensamiento:;¡Bendito
seáis, Padre mío.! ¿No es un acto de contrición el humillaros ante el Juez
Supremo cuando sentís que habéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento, al
decirlo:¡Perdonadme, Dios mío, porque he pecado (por orgullo, por egoísmo o por
falta de caridad); dadme fuerza para que no falte más y el valor necesario para
reparar la falta!?.
Esto es independiente de las
oraciones regulares de la mañana y de la noche, y de los días que a ella
consagréis; pero, como veis, la oración puede hacerse siempre sin interrumpir
en lo más mínimo vuestros trabajos; decid, por el contrario, que los santifica.
Y creed bien que uno solo de estos pensamientos, saliendo del corazón, es más
escuchado de vuestro padre celestial que largas oraciones dichas por costumbre,
a menudo sin causa determinada, y a las cuales conduce maquinalmente la hora
convenida.
A continuación transcribimos
algunas oraciones que servirán como modelo para la iniciación y cierre de las
reuniones de la practica del evangelio en el hogar
Para iniciar
¡Señor!
No te pedimos que nos libres de
las pruebas necesarias mas apelamos a tu misericordia, a fin de que nuestras
fuerzas consigan superarlas. No te rogamos la suspensión de nuestros problemas
que nos afligen; sin embargo, esperamos el apoyo de tu amor para solucionarlos
con base en nuestro propio esfuerzo.
No te solicitamos que nos
apartes los adversarios que traban nuestros pasos y obscurecen el camino;
todavía contamos con tu amparo, de modo que aprendamos a aceptarlos,
aprovechándoles el concurso.
No te imploramos inmunidad
contra las desilusiones que por ventura nos hieran, mas te pedimos el auxilio,
para aceptarlas sin rebeldía, como función edificante y redentora.
No te suplicamos para que se
nos libre el corazón de penas y de lágrimas; mas; rogamos tu benevolencia para
sobrellevarlas.
Señor, asístenos, para recibir
el esclarecimiento necesario de tu mensaje redentor.
Señor, que sepamos agradecer tu
protección y tu bondad en las horas de alegría y de triunfo; entre tanto, ¡que
en los días de aflicción y de fracaso podamos sentir con nosotros la luz de tu
vigilancia y de tu bendición.!…
Otra
¡Señor Jesús!,
Cuando Dios no es colocado por
centro de nuestra vida, perdemos el rumbo, cual viajeros que se distancian de
la luz, cayendo en las tinieblas. . . Y es entre nosotros, Señor, la imagen más
fiel del Padre que nos creó.
Para reunirnos a El nos diste
tu Evangelio de amor el camino de la redención. ¡Concédenos, así, la fuerza
para recorrerlo!: Inspíranos la comprensión de tu palabra, por cuanto sabemos
que el Reino de los Cielos, como felicidad eterna, ha de comenzar en nosotros
mismos.
Guíanos, Maestro, y ayúdanos a
entender Tu Voluntad.
Otra
Señor Jesús, que un día
dijiste: “yo soy la luz del mundo”, ilumínanos la visión para que podamos
conocer el camino para poder atender Tu Voluntad.
Permite, Maestro, que tus
mensajeros nos asistan e inspiren, y nos sustenten el espíritu para que seamos
dignos de tu confianza.
Nosotros te agradecemos la
bendición del Hogar en que nos reúnes. Enséñanos que él no es apenas el
rectángulo de paredes que acoge los cuerpos, mas sí el santuario que nos
concediste para la aproximación de las almas.
Ayúdanos, Dios de Infinita
Bondad, a fin de que nuestros ojos espirituales se mantengan abiertos para
nuestras responsabilidades en familia, y aprendamos, así, con tu bendición, a
amarnos realmente, unos a loa otros.
Oraciones para el cierre
.Señor Jesús, deseamos aprender
a servir.
¡Enséñanos Maestro, a
procurarte la presencia Divina en el servicio de todos los días!.
Te entregamos, así, nuestras
vidas con nuestros sentimientos e ideales, rogando que dispongas de nosotros
según Tu Voluntad.
Amado Jesús, te procuramos la
luz divina en el Evangelio que nos dejaste, para ser más útiles. Agradecemos,
Señor, el amparo que nos das y contamos con tu auxilio para que seamos mañana,
mejores que hoy. Así sea.
Oración de caritas
Dios Padre nuestro, que tienes
poder y bondad, dad fuerzas a aquel que pasa por la prueba, dad luz a aquel que
busca la verdad, poned en el corazón del hombre la compasión y la caridad.
Dios, dad al viajero la
estrella guía, al afligido la consolación, al enfermo el reposo.
Padre, dad al culpado el
arrepentimiento, al espíritu la verdad, al niño el guía, al huérfano el padre.
Señor, que vuestra bondad se
extienda sobre todo lo que creaste.
Piedad, Señor, para aquellos
que no os conocen; esperanza para aquellos que sufren. Que vuestra bondad
permita a los Espíritus consoladores extender por toda parte la paz, la
esperanza y la fe.
Dios, un rayo, una chispa de
Vuestro Amor poder abrazar la Tierra; déjanos beber en las fuentes de esa
bondad fecunda e infinita y todas las lágrimas pararán, todos los dolores se
calmarán; un solo corazón, un solo pensamiento, subirá hasta vos, como un grito
de reconocimiento y de amor.
Como Moisés sobre la montaña
nosotros esperamos con los brazos abiertos, oh poder, oh bondad, oh belleza, oh
perfección, y queremos de alguna suerte merecer vuestra misericordia.
Dios, dadnos la fuerza de
ayudar al progreso a fin de subir hasta Vos; dadnos la caridad pura, dadnos la
fe y la razón, dadnos la simplicidad que hará de nuestras almas el espejo donde
se debe reflejar Vuestra Imagen.
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