martes, 11 de diciembre de 2018

ADVERSIDADES Y FRACASOS


Todos nos encontramos sujetos a lo que se aceptó llamar como adversidad.
Una tragedia, una ocurrencia marcante por el dolor que produce, un acontecimiento nefasto, la perdida de una persona querida, constituyen infortunios que mortifican.
Perjuicios financieros, daños morales, enfermedades catalogadas como irreversibles, son adversidades desastrosas en muchas existencias. Sin embargo, si fuese encarada la vida bajo el punto de vista espiritual, el hombre comprendería la razón de tales fracasos y no se entregaría a desastres más graves, como la locura y el suicidio, la fuga por el alcohol o por los tóxicos,etc.
La existencia física no transcurre como nave sin rumbo en un mar revuelto.
Los actos anteriores y la conducta actual le son mapa y ruta para llegar al destino por el cual opta el individuo.
Realmente desastrosos son los males que se practican en relación al prójimo, pues son  ellos los que  irán a fomentar las adversidades del mañana, que son los inaplazables rescates del infractor.
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Trabaja para no tener infortunios, especialmente los actuales, que fluyen de la insensatez, de la malversación de valores, de las hostilidades. Sin embargo, si fueras agarrado por el fracaso de cualquier naturaleza o algún desastre, asume un comportamiento de equilibrio y enfréntalos con serenidad.
Todo pasa, a veces, más rápido de lo que se espera.
Evita los daños causados y, si estuvieras herido en el sentimiento, confía en el tiempo, qué pensará en tus heridas, ayudándote a salir del golpe más fuerte y con una visión más clara al respecto de la vida.
En cualquier circunstancia, proyéctate mentalmente en la dirección del mañana, viéndote feliz como te gustaría estar. Con esa imagen positiva avanza, superando el primer momento infeliz y el próximo, paso a paso, y te sorprenderás victorioso, en el lugar deseado.

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