domingo, 9 de febrero de 2014

La divulgación de la Palabra de Dios


“Es llegada la hora de unir vuestros esfuerzos en torno de un usado trabajo de concienciación de las masas. Cultivasteis por todo ese tiempo en el terreno inhóspito para la sembradura del grano tan noble y pudisteis ver que en pedrizas la raíz no puede profundizar. La mayoría de los hermanos dichos espiritas no tienen la condición   conferida por la humildad de absorber principios tan superiores, pues se encuentran envueltos en la ilusión de la superioridad espiritual, plantada en el seno del movimiento espirita por los falsos maestros y seudo sabios que hablan por la boca de médiums y escritores orgullosos y vanidosos de su saber.

A esos, queridos hermanos, nada más tenéis que decirles, pues os darán la espalda, escupirán en sus rostros las dulces palabras de falsa caridad, considerándoos locos y al servicio de las tiniebla. Vosotros tenéis un nuevo trabajo para desempeñar a partir de ahora preparaos, pues muchos dolores y sacrificios serán necesarios para el establecimiento de una nueva orden. No una nueva orden de ideas, pues ellas están puestas en el mundo hace siglos y son las mismas que animaran a todos los maestros del Cristianismo, en el pasado, y ahora precisa prevalecer en el mundo entregado a los desmanes nefastos en el materialismo.

 
Vuestra tarea es la predicación de la Palabra de Dios. No importa a quien. Predicareis el Bien a quien quisiera oír, ricos y pobres, nobles o plebeyos, ignorantes o letrados. Predicareis a los orgullosos, a los idolatras, a los adúlteros, a los viciosos, a los envidiosos, en fin a los impiadosos de todos los tiempos, a fin de que tengan la oportunidad de oír hablar de Jesús con el complemento de la racionalidad de la Doctrina de los Espíritus. Es imperioso que la Ley sea puesta a los hombres con la  claridad del pensamiento kardeciano, pues solo así ella  tendrá sentido para la vida de los que se encuentran en el error y envueltos  en sus propias inferioridades.

Preparaos, vosotros que comprendéis vuestras responsabilidades delante de Dios, como siervos del Señor, divulgadores contumaces de la Buena Nueva. Instruíos en este espíritu, queridísimo, para que vuestra voz pueda sonar en todos los cantos, por todos los medios, quiera que sea la palabra escrita, quiera que sea hablada. Buscar utilizar los medios de comunicación a vuestro alcance, de la manera más racional posible para que la Palabra tenga todos los segmentos en la sociedad.

Diréis que sois pocos. Sin embargo, Jesús construyo ese edificio con un poco más de tres personas que se revistieron del espíritu Divino y dieron sus vidas por la proclamación de lo nuevo, en su fase inicial. Buscad la comprensión del verdadero sentido de las palabras y podréis sentir en vosotros un estremecimiento conferido a los justos que, entrando en sintonía con el Altísimo, beben la savia divina directamente de la fuente del Bien, encharcándole de energías vigorizantes   para el espíritu, fortaleciéndose en la fe verdadera, venida de parte de Dios.

Creed, hermanos, vuestra tarea comienza y los hombres os aguardan como mariposas perdidas en busca de luz. ¡Sois luz en el Señor, dice el Apóstol! ¡Andad como hijos de la luz y llamar a todos los que están cansados y sobrecargados. Preparaos, pues, para la tarea el tiempo urge! Que el Dios bueno, el Dios Altísimo os envuelva en paz y alegría en servir”. –
Juan Evangelista

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