La situación de los recién liberados de la carne es que por estar identificados de tal forma con la materia, se encuentra sintiendo tan intensamente sus impresiones, no se
encuentran aptos para comprender el lenguaje de espíritus muy elevados y precisan oír la voz materializada de
aquellos que, cumpliendo los designios de lo Alto, aún se conservan en el exilio, aguardando
la alborada de su redención.
Es aún reducido el número de los que despiertan en la luz espiritual, plenamente conscientes de
su situación, porque diminuto es el porcentaje de seres humanos que se preocupan sinceramente
con las cuestiones de su perfeccionamiento moral.
La mayoría de los desencarnados, en sus primeros días en la vida más allá del túmulo, no
encuentran, sino que los reflejos de sus pésimos hábitos y de sus pasiones que, en los
ambientes diversos de otra vida, los aborrecen y deprimen. El cuerpo de sus impresiones
físicas prosigue perfecto, haciéndoles experimentar acerbas torturas e inenarrables
sufrimientos.
Emmanuel (psicografía de Chico Xavier)